Un verano sin serpientes

Un dragón comiéndose un periódico en una interpretación de una inteligecia artificial.

En el argot periodístico, se le llama serpiente de verano a esas noticias ridículas, irrelevantes, o directamente estúpidas que se publican en los meses veraniegos para suplir la falta de hechos interesantes. Porque el caso es que el periódico hay que sacarlo todos los días y los sucesos no ocurren todos los días.

Ahora, con los medios digitales, ya da un poco lo mismo, porque se actualizan unas cuantas cosas, se añaden unos cuantos textos nuevos y se deja macerar lo de días anteriores sin que el lector note la mengua. Pero imaginad lo que era en los tiempos del papel el mes de agosto en un periódico local, que tenía que salir igual y no podía reducir mucho el número de páginas, y no encontraba qué puñetas publicar porque no había pasado nada.

Pues eso: serpientes de verano. Una culebra de cuatro metros avistada en Tabladas, un perro de cinco colores en Villasecino, y cosas por el estilo.

Pero es que este año, ni eso. Aparte de Puigdemont y sus mariachis, que siguen alegrándonos la vida con sus bobadas, no hay siquiera noticias ridículas, extravagantes llamativas en nuestros periódicos. La imaginación está tan por los suelos, o a lo mejor la moral del personal, que sólo se cuentan insulseces sin más recorrido ni más interés que acabar la sustitución del becario, no meterse en un juicio contra algún grupo de presión, no ofender a las víctimas de algo, de lo que sea, y pasar desapercibido.

Porque antes, oye, parecía que el objetivo de los periódicos era que los leyesen, y ahora da la impresión de que el objetivo es que no los lea nadie, porque eso es lo único que garantiza la paz espiritual y el mantenimiento de la distancia mínima hasta los juzgados.

Ya no hay ganas de escribir bromas, ni sátiras, ni de alargar o engordar serpientes, no vaya a venir algún animalista a afearte el haber molestado al animal en su guarida. Ya no hay ganas de hacer clic en la noticia, ni en el suceso, ni en nada que sea sospechoso de hacernos regresar a ese cabreo cotidiano que, según los sociólogos, radicaliza a la sociedad pero mantiene a muchos lectores frente a las pantallas.

En agosto, los aburridos triunfan frente a los cabreados, y los indiferentes, frente a todos los demás.

Hasta que llegue septiembre y las serpientes se vuelvan dragones. O ratas. Vete a saber.

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