¿De verdad somos todos controladores aéreos?

Avión de pasajeros sobrevolando los tejados de una ciudad.

Que sí, que la gente se va a trabajar donde hay trabajo, y luego resulta que en las grandes ciudades la vivienda se lleva una parte desproporcionada del salario. No hay duda: vivir en las grandes ciudades tiene un coste, aunque sólo sea por competir con el resto de personas que demandan tal privilegio, Pero tampoco estoy dispuesto a que me vendan la moto de que la vivienda es cara en todas partes sólo porque en Madrid o Barcelona sea cara.

Sé de sobra que hay mucha gente que no tiene más remedio que vivir en una gran ciudad porque es el único sitio donde puede encontrar trabajo en lo suyo. Sé muy bien que otros viven en grandes ciudades porque eso mismo le pasa a su pareja, o porque necesitan algo, un tratamiento, por ejemplo, que no se ofrece en otro lado. Ok. Nada que decir contra las necesidades de cada cual. Está claro que si eres controlador aéreo, tienes que vivir en una ciudad con aeropuerto. ¿Pero de verdad hay tanto controlador aéreo?

Lo que también me consta, y hay que decirlo, es que hay muchas personas que quieren vivir en grandes urbes porque les mola, porque las encuentran más ricas, más variadas, y con más oportunidades de todo tipo. Vibrantes, dicen algunos autores, oye.

Y el caso es que tampoco tengo nada que oponer. ¿Pero de qué coño se extrañan cuando ven que los precios de la vivienda se suben a las nubes? Si compras un teléfono con más opciones, lo pagas. Si compras un coche con más prestaciones, lo pagas. Si quieres ventajas, las pagas. ¿Por qué eso es extraño, o lo parece, con la vivienda? ¿Te vas a un sitio que más gente desea? Pues lo pagas.

Cuando se habla de viviendas desocupadas, se da una cifra en bruto, olvidando, como ya dije, que las viviendas desocupadas están en La Bañeza y Zamora, mientras la demanda está en Madrid. Puede que haya también muchas vacías en Madrid, no lo niego, pero si están vacías es porque nadie ha incentivado, realmente y con seriedad, que se ocupen.

Pues que lo paguen

Lo más gracioso del caso, porque tiene gracia, es que algunos urbanitas parecen pensar que su derecho a la vivienda lleva tatuado un código postal. Y no es así: en León te encuentras buena vivienda por 500 euros, y en la montaña, ya lo he dicho, una casa con jardín te puede costar 300 euros al mes. Pero todos se acogen, de inmediato, a la falta de trabajo. Muy bien. ¿Pero de veras no hay jubilados en Madrid de alquiler? ¿Son todos propietarios? ¿No les vale más la pena alquilar su casa y marcharse a un pueblo de Segovia para alquilar su domicilio habitual y engordar así su pensión? No quieren. Ok. Cojonudo. Pues que lo paguen.

¿No hay camareros en Barcelona que podrían seguir siendo camareros en Falset, Tarragona, por un alquiler tres veces menor? Pero les mola más Barcelona que Falset o Sant Carles de la Rapita. Bueno, pues que lo paguen.

¿No hay taxistas en Madrid? ¿No hay mecánicos y guardias civiles?, ¿No hay profesores de instituto, comerciales, y oficinistas? ¿No hay dependientes de comercio que han emigrado de su pueblo para malvivir en un zulo de mierda? Sarna con gusto no pica, chavales, porque puestos como esos los había y los hay también en Pontevedra, en Jaén y en Huesca. Y eligieron Madrid. Y eligieron San Sebastián. Porque es más atractivo y más vibrante. Pues oye, suerte con lo vibrante y su vibrador. Págalo.

No nos contemos chorradas: los que viven en una gran ciudad por imperativo vital no pasan del 20%. El resto están allí por elección propia. Y las elecciones tiene un coste. Cada cual tome sus decisiones y las pague. En responsabilidad y libertad. Pero sin cuentos, por favor, que ya estamos mayores.

Los que vivimos en sitios como León no podemos apoyar estas campañas de subvención de la vivienda en las grandes urbes, porque la diferencia de precio a nuestro favor es la baza, una de las pocas, que nos van quedando para que no se marchen los pocos que quedan o para atraer algo de población. Si encima promovemos que sea barato emigrar, sólo nos faltan la soga y el pino.

Espabilemos.

Javier Pérez es escritor. Premiado en media docena de concursos literarios. Su último libro es Catálogo informal de todos los Papas (2021) que se puede comprar aquí

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