León, la ciudad de los muchos emperadores

Los emperadores que pasaron por la ciudad de León.

Poca gente conoce que la ciudad imperial hispánica fetén, la buena protocolariamente hablando, es León. Suele hablarse de Toledo como 'ciudad imperial' pero lo es más bien por ser haber sido la sede de la Corte de Carlos I de España y el V emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Es decir, que la ciudad con rango imperial española es la legionense, mientras que la toledana (conquistada en 1085 para la cristiandad por el rey leonés Alfonso VI, que ya de por sí se llamaba imperator hispaniae) lo es de nombre y por unos territorios en lo que hoy es Centroeuropa.

Esta distinción es, como siempre, prácticamente desconocida en España. Y contar que León es la ciudad imperial hispánica y no Toledo puede que le conlleve insultos varios a un leonés (sumado a que diga que no es castellano); pero no es lo mismo ser sede de coronación de emperadores (como Alfonso VII en 1135 en León), que una de las cortes itinerantes de un emperador alemán, que a la vez es rey de España e Imperator Hispanicus Legionense, como demuestra que en el desfile en su honor del L'Ommegang de Bruselas sea el pendón leonés el primero, el que encabeza la ristra de sus posesiones hispanas.

Pero más allá del rancio abolengo protocolario leonés (Toledo también lo tiene por haber sido capital del reino visigodo, que es a lo que aspiraba recuperar la monarquía asturlegionense que se autodenominaba imperator hispaniae por gotcismo, eso tampoco se puede negar), la cuestión de su relación con emperadores ya le venía de largo y casi una decena de ellos ha paseado por las calles leonesas (y también por Astorga).

Desde augustos romanos –y de los más importantes de la Historia–, hasta los imperatores medievales, pasando por Carlos V y, por último, el propio Napoleón Bonaparte. No son pocos, precisamente para una ciudad tan desconocida...

Pero antes de leer el listado, es importante hacer una distición para el lector. Los emperadores medievales no se pueden considerar como los romanos o los monarcas absolutos de la Edad Moderna o Contemporánea como el corso. Son más bien jueces inter pares (árbitros de monarcas, príncipes y nobles), y no ostentan el poder absoluto que sí vislumbramos como personas del siglo XXI cuando pensamos en este cargo de rey de reyes. Vamos, el poder de Alfonso VII no era como Carlos V ni como Napoleón Bonaparte.

Augusto, el primer 'emperador' de Roma

La urbe legionense entra en la principal línea temporal de la historia como un campamento para una legión romana. Un campamento creado por Augusto durante las guerras astur-cántabras para albergar a la Legio VI Victrix, que quedaría acantonada en la colina entre los ríos Bernesga y Torío durante casi un siglo años para controlar a los levantiscos astures. Tras acabar con Marco Antonio y Cleopatra, César Octavio quiso demostrar que era un gran líder militar por sí solo y atacó a los astures y cántabros, los últimos pueblos ibéricos en resistir a Roma. Lo hizo con una mezcla de política y propaganda para conseguir su oro, como se explica en este amplio reportaje.

Estatua de Augusto de la Vía Labicana, togado como Pontifex Maximus, expuesta en el Museo Nacional Romano.

Así se iniciaron en el 29 antes de Cristo las Guerras Astur-Cántabras. Augusto se trasladó a la zona cantábrica para luchar en el frente de estos últimos entre los años 26 y 24 a.C. y como su Legio VI Victrix (que creó en el 41 a.C.) ya se había acantonado en la colina que devendría en la actual ciudad de León, es difícil no pensar que en algún momento se alojara en este incipiente campamento romano. Pruebas documentales no hay de que paseara por su vía principal, pero la lógica implica que en algún momento revisara uno de los tres principales campamentos legionarios en aquel conflicto bélico junto al de Segisama (Sasamón, Palencia) y la que luego fuera Asturica Augusta (Astorga, León); la futura capital del Convento Asturicense (la Asturia Romana), que también fundó.

El paraje de las minas de oro de Las Médulas y el Augusto de Prima Porta policromado.

Por último, es cierto que Augusto no se llamaba a sí mismo Imperator de Roma, sino princeps [“el primero de todos” en latín, palabra que ha derivado a 'príncipe': “el principal”] y que aunque le consideremos el primero por su importancia, otros como su tío Julio César fueron imperatores; pero de otra manera distinta porque el significado de esa palabra cambia notablemente a lo largo del tiempo. Imperium significaba en aquellos tiempos “mando, dominio”, con lo que los generales de legiones tenían el 'imperio' de un ejército, como hoy diríamos de los generales. Matices muy importantes para comprender este artículo.

Galba, emperador gracias a Castra Legio

El segundo emperador, este sí, es Servio Sulpicio Galba (no confundir con su antepasado que venció a Viriato) –que sustituyó a Nerón, que se suicidó el 9 de junio del año 68, siendo el primero del Año de los Cuatro Emperadores–, un noble de rancia familia patricia que era el gobernador de la provincia de Tarraconensis en Hispania y, a su vez, el legado de la Legio VI Victrix acantonada en Castra Legio. Legión que, por su mando, tuvo que pasar revista en su recinto campamental (es decir, León).

De hecho, creó la Legio VII (como Galbiana), entrenada por la que ya comandaba, en previsión de tener que armarse para ir contra Nerón al haber caído en desgracia. Por eso, curiosamente, celebra su cumpleaños el día posterior a la muerte del último emperador de los Julio-Claudios (la familia de Augusto), el 10 de junio del 68. O no tan curiosamente, porque sólo los emperadores podían crear legiones y si le daban una fecha anterior a esta podría haberse considerado ilegítima. Un peliagudo asunto político que explicamos ya en ILEÓN en este reportaje en el que se indica por qué es una fecha 'falsa' la de la fundación de la Legio VII Gemina, y que muestra otra de las interesantes mendacidades (ahora llamadas fake news) propagandísticas de la antigüedad.

Busto del Emperador Galba en los Museos Capitolinos de Roma.

Aquí hay un matiz, Galba no paseó por el campamento de la Legio VI (y por Asturica Augusta) como emperador, sino como su general. Pero está claro que salió de él como el Imperator que regiría el destino de Roma... unos pocos meses antes de ser asesinado por sus propios soldados. Eso sí, provocó que su Legio VII se convirtiera en una legión golpista, que el vencedor, Vespasiano, terminó convencido de que era mejor alejar y mandarla a Hispania con un funcionariado en obras públicas. ¿Y dónde la envió? Pues al campamento de su legión madrina. Lo cual, gracias a que estuvo acantonada entre los ríos Bernesga y Torío tres siglos y pico, permitiría que tres emperadores romanos transitaran por allí.

Trajano, el 'princeps optimus', legado de la Legio VII Gemina

Marco Ulpio Trajano, emperador que inicia la Dinastía Ulpio-Aelia (que no Antonina como la denominaron tramposamente los historiadores anglosajones para obviar su procedencia hispana) y consierado el Optimus Maximus: “el mejor de todos”. Del que decían a todos los posteriores cuando tomaban el cargo: Felicior Augusto, Melior Trajano [“Qué seas más afortunado que Augusto, y mejor que Trajano” en latín]. Nacido en Itálica en el 53 después de Cristo. y nombrado emperador en el año 98 es recordado como un exitoso soldado-emperador que presidió la mayor expansión militar de la historia romana hasta el momento de su muerte (118 d.C.), así como por su actividad filantrópica.

Estatua del emperador Trajano.

Pues bien, en su juventud fue legado de la Legio VII Gemina, con lo que tuvo que acudir a Castra Legio (y prácticamente seguro que vistió Asturica Augusta y las minas de Las Médulas) para conocer el campamento en algún momento. La gens [familia] de Trajano sería de origen itálico y, posiblemente, también turdetano. Trajano pasó a ser un prominente militar ya durante el reinado del emperador Domiciano, al que era bastante fiel, sirviendo como legatus legionis en la Hispania Tarraconensis. Tras su asesinato se convirtió en el principal asesor de Nerva, y después de un breve y tumultuoso año en el poder, que culminó con una revuelta de miembros de la Guardia Pretoriana éste se vio obligado a adoptar a Trajano como su heredero y sucesor.

Pues bien, en este caso también se puede decir –en un presentismo divulgativo pero que no es historiográficamente fino— que un emperador, como general de la legión fue uno de los 'alcaldes' o 'monarcas' de León. Esto implica que los leoneses paseen por su Calle Ancha como Trajano lo hizo: es el mismo recorrido que la Via Principalis de aquel campamento legionario. Eso sí, cuando lo hizo posiblemente ni pensara que llegaría al más alto cargo de la magistratura romana.

Adriano, de visita en el 122

El sustituto de Trajano fue su sobrino segundo Publio Elio Adriano (Hispalis, 76 d.C). Aunque éste nunca lo designó públicamente como su heredero, le otorgó múltiples señales de preferencia a lo largo de su reinado. Según el testimonio de su esposa, Pompeya Plotina, el emperador lo proclamó como tal justo antes de su muerte en el año 117.

El emperador Adriano en un busto de la Galleria delli Uffizi en Florencia.

Es probable que Adriano debiera el trono principalmente al respaldo de Plotina, aunque Trajano ya había señalado su condición de posible sucesor durante su mandato. Entre los años 100 y 108, le concedió en matrimonio a Vibia Sabina, lo nombró quaestor Imperatoris y comes Augusti, le obsequió el diamante de Nerva como símbolo de “esperanza de sucesión” y lo recomendó para el cargo de consul suffectus, junto con otros honores y distinciones. A pesar de estas muestras de favoritismo y de ser el único descendiente masculino de Trajano, el apoyo decisivo de Plotina y de Lucio Licinio Sura (fallecido en 108) fue clave para su ascenso al poder. Fue un gran emperador, y es famoso por haber ordenado la creación del Muro de Adriano en Britania.

Los viajes de Adriano en las provincias occidentales del Imperio. Entre el 122 y 123 llegó a Castra Legio (León).

De él algunos divulgadores apuntan que en su juventud fue legado de la Legio VII Gemina, pero esto no es cierto, porque tras su adolescencia fue llevado a Roma y lo fue de otras en Panonia, Mesia, Germania y en las Guerras Dacias. Lo que sí es cierto que en su largo viaje a través del Imperio, sí estuvo en Castra Legio entre los años 122 y 123 (no hay constancia de que llegara a Asturica Augusta y viera Las Médulas, pero es muy probable que lo hiciera como su tío, una vez llegado tan lejos de su periplo por el Imperio). Murió en el año 138 d.C.

Teodosio, el gran emperador cristiano

Dos siglos después, otro de los emperadores romanos que más que probablemente paseara por las calles del casco viejo de León (el interior de la muralla de los Cubos, de origen tardorromano), fue Teodosio, que nació en Cauca (Burgos) en el año 357. También conocido como Teodosio el Grande, fue emperador romano desde el 19 de enero de 379 hasta su muerte en el año 394.

Teodosio fue el más grande emperador cristiano, siendo un firme partidario de la doctrina de la consubstancialidad y un oponente del arrianismo (el de los Godos, precisamente). Convocó un concilio de obispos en Constantinopla en 381 que confirmó la primera como ortodoxia y la segunda como herejía. Aunque interfirió poco en el funcionamiento de los cultos paganos tradicionales y nombró a no cristianos para altos cargos, dejó bien dispuesto el ascenso del cristianismo al vencer en la batalla del Frígido (394), ante Arbogastes y Eugenio que supuso la muerte del partido pagano que nunca más reivindicó nada. A partir de ese momento se considera que el cristianismo se habría convertido en religión de Estado.

Fue, además, el último emperador que gobernó todo el imperio unido. A partir de él se separaron en el Imperio Romano de Oriente y de Occidente, que dejó de tener emperadores oficiales (ya había dejado de ser Roma la capital pasando a Rávena) en 480 d.C. tras el asesinato de Julio Nepote .

[Aclaración: no, Rómulo Augústulo no fue el último emperador romano depuesto en 476].

¿Y por qué Teodosio pudo pasar por las calles de León? Pues porque se retiró a su villa familiar en Cauca de joven, tras varias campañas en Britania, donde acompañó a su padre, el general Flavio Teodosio demostrando ya sus dotes de mando cuando tenía unos 25 años de edad. Pero su padre cayó en desgracia, y enviado a África, para restaurar la paz, cayó víctima de las intrigas de algunos funcionarios malversadores que, con sus calumnias, le hicieron procesar por traición y decapitarlo.

Busto de Teodosio en Segovia con las murallas romanas en la Era del Moro de León al fondo.

Después de dejar a su padre enterrado en Cartago, Teodosio regresó a España en el 376, quizá a su ciudad natal Cauca (en Segovia). Aquí permaneció algún tiempo sin intervenir para nada en la vida política. Pero sería bastante extraño que siendo un joven de gran prestigio militar no pasara por el campamento romano de la Legio VII Gemina estando tan cerca de su villa caucense. Tuvo tres años para hacerlo, hasta que fue llamado por el emperador Graciano para, en Sirmio, nombrarle emperador de Oriente el 19 de enero del 379, con 33 años de edad.

También habría que destacar aquí los posibles autoproclamados emperadores romanos, considerados usurpadores que pudieron pasar por las calles del campamento de la Legio VII Gemina: Máximo de Hispania, Geroncio, Constante II y Constantino III. O lo que no era ya campamento de una legión: aunque citada como tal en la Notitia Dignitatus de 409, no se han encontrado restos arqueológicos de su presencia en aquella época en la que quedó bajo dominio suevo y luego visigodo en 585 tras anexionarse Leovigildo la confederación suevo-asdinga en la antigua Gallaecia romana.

Alfonso VII, coronado en León (su madre Urraca y sus antepasados)

El siguiente, de pleno derecho como emperador fue el rey Alfonso VII de León. Y tanto que de pleno derecho, ya que se coronó con toda la pompa y boato en la ciudad de León el 26 de mayo de 1135 como Imperator Legionensis Totius Hispaniae.

Fue el primero de su familia –y el último–, en coronarse como emperador en la Catedral Leonesa. A esa coronación acudieron el rey de Pamplona García Ramírez (su primo), condes cristianos como el de Barcelona (Ramón Berenguer IV, que era su cuñado), y también de la zona más allá de los pirineos, los de Tolosa, Cominges, Foix y Montpellier. Y, como dominador de la península, también le rindieron vasallaje algunos representantes de varios de los principales linajes musulmanes, como el caudillo ismaelita Sayf al-Dawla, más conocido como Zafadola. No acudió el reyde Aragón y el conde de Portugal, enemistados con él en ese momento; aunque el portugués sí le rindió vasallaje para poder ir pergeñando su ascenso a la condición regia, que consiguió en 1143 bajo el Imperio Legionense.

Sin embargo, podría decirse que no fue el único imperator hispaniae de la familia real asturleonesa, ya que esta se denominaba así en los diplomas desde el siglo IX, con Alfonso III –que trasladó la Corte de Oviedo a León–, conocido como magnus imperator o imperator noster. Ahí surge el concepto imperial hispánico, que es más un título de dominador de la política cristiana de la península que otra cosa: el rey más importante, un juez primus inter pares, una figura de prestigio más que de poder, no siendo lo que hoy creemos un emperador romano o como Napoleón.

La coronación del Emperador de León Alfonso VII en los azulejos de la Estación de San Bento de Oporto.

Posteriormente, varios reyes leoneses adoptaron el título de emperador, entre ellos Ordoño II (imperator legionense), Ramiro II (magnus basileus), Ramiro III, Alfonso V y Vermudo III. Sancho Garcés III de Navarra intentó usar este título en su intento de dominación del reino leonés tras la truculenta muerte del joven conde García de Castilla, aunque fue más bien propaganda y hoy se sabe que la moneda que documentaría esta intención es ahora atribuida a Alfonso VII de León. En aquel asesinato de conveniencia consiguió colocar a su hijo Fernando como conde de Castilla y éste terminó siendo rey consorte de León (la reina heredera era su mujer, hermana de su cuñado, el rey Vermudo III). Fernando I de León, pese a la resistencia inicial de la nobleza leonesa por su ascendente navarro, terminó siendo llamado el Grande y se le denominó también rex imperator.

Siguiendo la tradición, pero ya con más ínfulas de dominio sobre los demás hijo Alfonso VI se proclamó Imperator totius Hispaniae en 1077, pero no se coronó. Eso sí, también dejó claro que su intención era ser el dominador de toda la península, fuera cristiana o musulmana al intitularse también Al-Imbraţūr dhī-l-Millatayn (emperador de las dos religiones).

Cuadro actual de la Reina Urraca I de León, la primera reina de la Europa Occidental Cristiana y la única mujer intitulada emperatriz de España, aunque sin coronación imperial (eso lo hizo su hijo Alfonso VII).

Así, la madre de Alfonso VII, Urraca I de León continuó la tradición familiar se tituló Imperatrix Totius Hispaniae durante su reinado (1109–1126), siendo la única mujer en llevar oficialmente ese título (su abuela Sancha, la verdadera reina heredera de León casada con Fernando I, era también considerada imperatrix pero de forma protocolaria).

Curiosamente, nadie sabe muy bien por qué, Isabel de Castilla y de León (la Católica) no usó ese título pese a ser una de las reinas más poderosas de la Hispania que pasaba del medievo a la Edad Moderna. Lo mismo pasó con su hija Juana (la primera reina de la monarquía hispánica), pero uno de los siguientes protagonistas de esta historia de emperadores de visita por lo más granado del Reino de León, su hijo Carlos de Gante, sí lo volvería a aprovechar.

Carlos V de Alemania (tras la experiencia fallida de Alfonso X)

El emperador Carlos V de Alemania visitó León (ya como Emperador de Alemania desde 1520) tras la Guerra de las Comunidades, con la ciudad (que se había partido entre los dos bandos) postrándose a sus pies para que olvidara convenientemente las veleidades de los Guzmanes con los rebeldes comuneros.

Pero ya había estado en la urbe legionense en 1517 cuando desembarcó como un jovencín de 17 años en Tazones (Asturias) y para encontrarse con su madre Juana (la verdadera reina, con la que cogobernó hasta su muerte en 1555, por lo que no fue coronado como rey de España sino proclamado en 1516) pernoctó dentro de las murallas legionenses, en el palacio de Pedro I de Trastámara.

Emperador Carlos V de Alemania vencedor en la batalla de Mühlberg (1548).

Carlos V consiguió lo que su antepasado Alfonso X no pudo: ser el emperador del Imperio Sacro-Germánico. Alfonso X, hijo de Fernando III (el primer rey que asumió conjuntamente la Corona doble de Castilla y de León en una unión dinástica que más bien fue una mancomunidad de reinos porque estos dos jamás se unieron administrativamente) era también hijo de Beatriz de Suabia, una princesa alemana hija de Felipe, duque de Suabia y Rey de romanos, y de Irene Ángelo, nacida esta de Isaac II Ángelo, emperador de Constantinopla. Con este rancio abolengo pretendió ser emperador alemán, con un enorme fiasco económico y político final, que se denominó en su tiempo Fecho del Imperio.

Pues bien, para ello el rey Alfonso (denominado el Sabio por la historiografía literaria, pero con un reinado que terminó en un desastre político de grandes dimensiones con su hijo Sancho IV rebelándose contra él) tiró de todo rancio abolengo posible. Y por supuesto del título legionense de imperator totius hispaniae. Más, aprovechando que su primera experiencia como gobernante lo fue en la Corona Leonesa, a la que le mandó su padre de joven para conocer de primera mano la gobernanza de un monarca. Casi pudiéndose decir que fue Rey de León antes que de Castilla.

Alfonso X 'el Sabio' rey de Castilla y de León, hijo de Fernando III.

Otro que podría contar como emperador en las calles leonesas, pero de aquí (proclamado hispánico), no de allí (germánico como su descendiente el Habsburgo; éste vez con un título imperial más potente, más políticamente fuerte y con las trazas del comienzo del absolutismo monárquico en su política. Mostrando que en cuestiones ciudadanas la Edad Media fue más un avance de derechos ciudadanos que la Moderna, en la que hubo un claro retroceso en favor del soberano. Carlos V, tras el desastre del 'procés' a la castellana de los Comuneros (que fulminó cinco siglos de derecho foral legionense) fue el que inició el camino al poder omnímodo de las monarquías que llegó a su culmen en el siglo XVIII.

Napoleón Bonaparte, en campaña peninsular

El último emperador que ha pasado por León capital, hasta llegar a Astorga fue nada más y nada menos que el epítome de lo que hoy vemos como tal. Napoleón Bonaparte pernoctó tanto aquí como en Astorga de camino a derrotar al Ejército inglés de retirada apresurada en El Bierzo y Galicia.

Napoleón tuvo que acudir a España con doscientos mil hombres de la Grande Armée en 1808, tras la primera derrota importante de sus fuerzas en la batalla de Bailén en julio de aquel año. El corso derrotó al encorajinado Ejército español en varias batallas consecutivas y finalmente en la decisiva de Somosierra, para recuperar una capital de España que él mismo nunca pisó (se quedó descansando a las afueras de Madrid).

Napoleón Bonaparte en ropaje de coronación.

Tras esa fulgurante campaña, con lo más granado del Ejército francés imperial, volvió sus ojos al ejército expedicionario inglés del general Moore (ahora Inglaterra estaba aliada con España contra él), que intentaba salir a toda prisa de la penísula por El Bierzo –tras esapar de Portugal por la Ruta de la Plata–, al verse atrapado frente a los experimentados cuerpos de ejército galos.

Así que el corso se dirigió al encuentro de los británicos y por eso pernoctó en León y en Astorga. Pero justo allí, el 31 de diciembre, recibió la noticia de que Austria, aprovechando que el ejército francés estaba distraído en España se aliaba con el Reino Unido y declara la Guerra de la Quinta Coalición.

Mark Schneider el más famoso recreador de Napoleón en la recreación histórica 'Tres Naciones' de Astorga en octubre de 2018.

Asi, all conocer la preocupante noticia L'Empereur de los franceses volvió a París apresuradamente tras pernoctar en la ciudad astúrica, sin poder enfrentarse en batalla campal con un ejército inglés en Cacabelos tres días más tarde. Su primera escaramuza, la que le empezó a hacer famoso, fue asaltando posiciones inglesas en el sitio de Tolón de 1793. Y, al final, la única vez que consiguió enfrentarse a los británicos a campo abierto... fue en Waterloo en 1815. Su gran derrota y su última batalla.

Son muchos, varios, los emperadores confirmados que pasearon por el solar de una ciudad aparentemente poco importante como León –y varios de los que no hay prueba documental, pero lo más probable es que si lo hicieran–, pero que en esencia protocolaria es una de las más notables de toda la península ibérica; la única imperial de verdad.

¿Casualidad? No parece posible. Aunque no lo cuente nadie a día de hoy en los colegios de España, como pasa con el olvidado Reino de León. Pero eso...

Eso es otra historia de otro tipo de imperialismo.

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