L'Ommegang, la gran fiesta de Bruselas en la que el Reino de León desfila por delante de Castilla, Aragón y Navarra

El pendón real de León por delante de los demás reinos hispánicos en L'Ommegang.

Jesús María López de Uribe

¿El pendón real legionense por delante de todos los demás de los reinos hispánicos? ¿Y en una de las fiestas más populares de Bruselas? Sí, esto ocurre todos los años en los días cercanos al comienzo de julio en la ciudad belga, para gozo y disfrute de la comunidad leonesa en la capital de la Unión Europea.

Es L'Ommegang [que se traduciría más o menos como “la procesión” o “la cabalgata”, aunque es una palabra que vendría del latín circumambulatio que significa 'caminar alrededor' en holandés] en la que una serie de caballeros montados llevan los pendones de los Habsburgo y sus posesiones en riguroso orden protocolario durante parte de la representación. Es un festejo tradicional, que se recuperó en 1930, y que conmemora la entrada triunfal de Carlos I de España y V de Alemania como Emperador Sacro-Germánico a la capital de los belgas para presentarles al príncipe Felipe II en 1549. En aquel momento todas las élites políticas y económicas de los territorios borgoñones se dejaron bien los cuartos en los fastos para rendir al emperador con grandes espectáculos ecuestres en la Grand Place.

Hoy en día, se recupera esa ocasión célebre con lo que se llama el Festival Carolus V. Con justas, ballesteros, recreaciones históricas, bailes y lanzamiento de banderas (aquí en León las llamaríamos pendonetas) y, para conseguir una gran historicidad –cosa muy importante en una Europa Central que sí mima que se cumpla el protocolo de antaño– se basan en los grabados del cortejo fúnebre de Carlos V dibujado por Jean y Lucas Doetecum en 1559; como se puede ver en esta entrada del blog Corazón de León, del historiador especializado en el Reino de León Ricardo Chao.

“Más de 1.400 actores representan ante miles de espectadores la llegada del emperador a la plaza junto a su séquito de nobles y los representantes de las nueve villas libres de Bélgica y sus reinos hispánicos. Los organizadores intentan plasmar con la mayor exactitud posible todos los detalles históricos, desde la elección de los participantes hasta las vestimentas de los mismos”, explican en la web de esta celebración. Ojo, aunque parezca medieval no lo es: refleja los inicios de la Edad Moderna. Y es un festival cultural de gran colorido y espectacularidad.

¿Por qué León por delante de los demás reinos hispánicos?

Y sí los leoneses de la comunidad de funcionarios de la Unión Europea tienen un gran motivo de orgullo al ver en 'L'Ommegang cómo el Pendón Real de León [que se blasona “de plata, un león púrpura”; es decir: un león de color púrpura en campo blanco] va por delante del de Castilla; y por ende de los demás reinos cristianos peninsulares. Y así se ve en la procesión circular que se produce en la Gran Plaza del Ayuntamiento bruselense, en la que lleva la primacía.

¿Pero por qué razón es así? Pues porque el protocolo manda. Carlos de Gante, el primer rey de España con ese nombre hijo de Juana I –ésta a su vez de Isabel de Trastámara y Fernando de Aragón, los conocidísimos Reyes Católicos– y de Felipe I de Habsburgo -hijo de Maximiliano I el archiduque de Austria– fue elegido Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico (sí, era un cargo electo) en 1519. Y en aquellos tiempos, en la que España no existía como el estado contemporáneo de hoy en dia pero que ya iniciaba el modelo austracista de mancomunidad de coronas, el mostrar los territorios que poseía el monarca supremo era importante.

En Hispania, Carlos I de España y V de Alemania poseía dos coronas, la doble de Castilla y de León y la de Aragón, más el reino de Navarra y el nazarí de Granada conquistado por sus abuelos. En la primera, dúplice, se encontraban la corona leonesa –compuesta por el Reino de León, el de Galicia, el de Badajoz y el de Sevilla– y la castellana –que, en esencia era el reino castellano primigenio, el de Toledo, el de Jaen, el de Murcia y otros procedentes de las antiguas taifas musulmanas–; mientras que la corona aragonesa se componía del reino de Aragón, el de Valencia, el de Mallorca y los condados catalanes dependientes del de Barcelona.

Un buen lío de territorios como se ve como para saber cuál era el más importante protocolariamente. Más cuando la historiografía pone a Castilla por delante de León –el término corona no define un ente administrativo, sino que es una forma de de los historiadores para agrupar reinos que pertenecen a un mismo monarca– y por tanto debería parecer que debiera ir delante. Pero la cuestión es que el Reino de León tiene algo que el castellano no: rango imperial.

Fue Alfonso VII el que se coronó como Imperatur Legionensis totus Hispaniae en 1135, en la iglesia de Santa María de León (la antigua Catedral románica). Pero ya de antes el viejo reino de los Astures (en esencia el mismo con cortes en diversas localidades de la actual Asturias hasta que pasó de Oviedo a León) era el que ostentaba el mando visigótico que se había perdido en 711 con la llegada de los musulmanes. Por ello al leonés lo denominaban como el Regnum Imperium. Y con ello, aprovechando el rancio abolengo del solio imperial legionense, hasta Alfonso X –o XI, o incluso XII dependiendo de cómo contemos los reyes de verdad– intentó gracias a su ascendencia de Suabia (su madre Beatriz, era de allí) ser coronado emperador germánico.

[Spoiler: el fecho del imperio de Alfonso X salió mal y arruinó a la corona]

¿Un momento... y Toledo?

Pero, leñe, si nos han contado que los visigodos tenían la capital en Toletum y los reyes astures y legionenses lo que querían eran mostrar que eran sus herederos y tenían derecho a gobernar sobre toda Hispania. ¿No se llama capital imperial a Toledo? ¿Por qué no iba por delante? Pues simple y llanamente porque el Reino de Toledo dependía del de Castilla –era secundario al proceder de una taifa musulmana conquistada por Alfonso VI en 1085, al igual que el de Galicia lo era de León– y el propio reino castellano procedía del leonés (se independizó realmente en 1147 a la muerte de Alfonso VII); por lo que en realidad el rancio abolengo es legionense. No eligió Toledo, siendo posesión suya, para coronarse emperador hispánico, sino León. Por algo sería. Algo tendría bien claro al respecto.

Porque León era el reino fetén, el molón, el que daba prestigio imperial (por no hablar de que fue el primero en que los ciudadanos votaron en estamento frente a nobles y eclesiásticos en las Cortes de 1188 que se anticiparon al Renacimiento). Y Carlos V lo sabía. Por eso en su funeral el pendón real leonés primaba sobre el de Castilla. Aunque en ciertos momentos se ponían uno al lado del otro, tal y como el pendón real cuartelado de Fernando III indicaba.

¿Y por qué los igualó el bisnieto de Alfonso VII y no se quedó con el pendón castellano? [Se blasona “de gules, un castillo de oro”; es decir, en lienzo rojo, carmesí en este caso, un castillo amarillo] Pues por otra cuestión de complejo protocolo. Hijo de Alfonso IX de León (el de las primeras Cortes genuinamente leonesas porque los reinos estaban separados) fue por casualidades del destino primero rey de Castilla –su madre Berenguela era hija de un rey castellano y su padre murió 12 años después por lo que con ciertas añazagas consiguió el reino leonés quitándoselo a sus hermanas que eran las herederas testamentarias–, y eso daba en la Hispania medieval de entonces primacía política, ya que se cantaba el blasón monárquico por el primer reino que recibía el monarca. Pero la preponderancia moral pertenecía al Regnum Imperium Legionense, por lo que por ello los puso a los dos al mismo nivel en su propio blasón.

De hecho, el nombre correcto de la llamada hoy Corona de Castilla es “Corona de Castilla y de León”, como canta su enseña cuartelada; y sólo el apocopamiento provocado por cierta vagancia lingüística –ya que es más sencillo acortarlo si parece significar más o menos lo mismo–, ha ido eliminando el nombre de León de la mente de las personas. Hasta la desgraciada confusión de que la gente crea, muy erróneamente, que León es Castilla. Lo que entre los leoneses crea enorme polémica, ya que difícilmente una madre puede ser su hija. Hay que recordar que el reino castellano nació del leonés (y también, ojo, el de Portugal).

Pero en cosa de imperios, León mandaba entonces y también ahora. Eso tuvieron bien claro en Bruselas cuando buscaron la documentación para recrear L'Ommegang. Un emperador como Carlos V siempre pondría por delante al reino imperial de todos los demás hispánicos porque él sabia mejor que nadie cuál es el título importante ya que lo poseía y lo podía llevar a gala.

Por eso León prima en la capital europea en esta preciosa y espectacular festividad. Para goce de los leoneses que pueden contemplarlo todos los años. Es curioso que en la capital de Europa lo tengan claro... y que en España no. Cosas de los injustos olvidos de la Historia.

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