Debate servido tras la barra: entre quejas de hosteleros por falta de camareros en León y denuncias de excesos laborales

Concentración por una protesta laboral ante un bar del Barrio Romántico de León.

Carlos J. Domínguez

Ocho y media de la tarde. A pesar del frío de noviembre, una veintena de personas, casi todos jóvenes, están plantados con pancartas delante de un establecimiento de una conocida zona de bares y tapas gratis de León, el Barrio Romántico. A su alrededor circulan, casi como si nada pasara, varios grupos de clientes que arrancan otra noche más de ruta de vinos por la capital de una provincia que pulveriza la estadística de más bares más habitante, cinco por cada mil habitantes, el doble que la media de España.

“Paga lo que debes”, está escrito en la más grande de las pancartas, con el logotipo del sindicato CNT debajo. “Robando al camarero se hace mucho dinero”, reza otra que un perro lleva colgada al pescuezo. Los que están manifestándose en la Plaza de Torres de Omaña son la mascota y los amigos de Adrián, 20 años, que acaba de interponer una denuncia contra el empresario hostelero, también joven, para el que ha trabajado este año durante varios meses. Hasta que decidió poner fin a “una explotación”, como no duda en llamarla, pasar a la acción y visibilidad su situación.

Como quien tras la barra le toca repetir la lista de tapas que ofrecer a sus clientes, Adrián relata un rosario de situaciones que motivan su denuncia y esa llamativa, aunque tranquila, protesta en plena calle: “Algún turno de 55 horas”; “sin respeto al descanso de dos días, casi nunca tuve más que uno”; contratado como ayudante de camarero haciendo de camarero, una “categoría que allí no tiene nadie”; “poco más que el sueldo base, ningún plus y como mucho, en compensación, algunos pagos en negro”; y como toda manutención obligada en el contrato “macarrones con chorizo todos los días”. Este periódico ha intentado obtener, sin éxito, el punto de vista del empresario en cuestión, y después de no contestar ha rehusado hacer declaraciones al respecto.

Estos y otros argumentos sustentan la denuncia que impulsa su sindicato. Y añaden otros problemas que tildan de “generalizados” en el sector, como que “en muchos casos no existen las hojas de firmas” de las horas realmente trabajadas, hurtando así, denuncian, miles de pagos de horas extra en épocas de turismo masivo en León como Semana Santa, verano o Navidad; también que son habituales los avisos de cambio de turnos “con menos de 24 horas de antelación” que hacen “imposible organizar tu vida”; y todo ello “con pocas inspecciones de Trabajo, porque sospechamos que avisan antes de ir, y tampoco informan después de si hay infracciones ni sanciones”.

“Los que explotan salen ganando”

No es que todo esto se lo achaquen a todos los empresarios del sector. Pero sí creen que existe un sistema en el que “los que explotan salen ganando, porque a los pocos que les pillan solo pagan (a los trabajadores) lo que tenían que haber pagado, y a los que no pillan, se lo ahorran y crecen sus ganancias a costa” de la plantilla.

Está por ver en este caso muy concreto quién tiene la razón, si el trabajador o la empresa, y eso estará finalmente en manos de un juez y dependerá de las pruebas aportadas. Pero el caso permite lanzar la pregunta es si se trata de una situación generalizada o si es extremadamente puntual: ¿Son muchos los camareros, o los trabajadores de la cocina, que sufren y que se rebelan contra las condiciones laborales de un sector que en León, por sus cifras, se tiene casi como la primera industria de la provincia? Y sobre todo, ¿contrasta esto con la escasez de personal bien formado que los hosteleros aseguran que falta en barres, cafeterías, restaurantes o pubs de León?

Desde la Asociación de Hostelería de León, integrada en la Federación Leonesa de Empresarios (Fele) su gerente, Paula Álvarez, pone por delante dos cosas: por un lado, que ella también es camarera; y otra, que no conoce los detalles ni se pronuncia sobre este caso concreto, sino que la asociación brinda “un apoyo del cien por cien a sus socios”. A partir de ahí, “no negamos que pueda haber alguna empresa que no cumpla el convenio” en la provincia, pero como casos muy puntuales, como mucho.

“Somos la primera industria, pero también la más maltratada”

“Es un sector con mucha flexibilidad pero si como trabajador no recibes lo que debes, somos los primeros en decir que se denuncie”, para que no paguen empresarios justos por pecadores. Y apuntilla que “además, el que no cumple sabe que lo acabará pagando, se quedará sin personal” cuando la mala fama le persiga.

Una fama que es de doble dirección: “Somos los primeros en defender que al trabajador hay que pagarle lo correcto, pero también debe cumplir”. Y advierte que “igual que los camareros hablan de este o de otro bar, por la fama que tienen, también los dueños saben de este u otro camarero”. Y con protestas tan visibles como las de Adrián y sus apoyos en el Barrio Romántico, cree que “el espectáculo no beneficia a nadie”.

La gerente de los hosteleros lamenta que este tipo de cosas, unido a quejas sociales que observa más “desde la pandemia”, o por la subida de precios “que nos encarecen a todos los negocios” y se comen los márgenes de beneficios, alimentan una imagen falsa e injusta del sector. Lo llama “demonización” y defiende que supone un “grave ataque” a los empresarios del sector: “Somos la primera industria sí, pero también la más maltratada”.

Álvarez se carga de argumentos en contra de esa demonización. En primer lugar, defiende que “no se puede decir que sea un mal trabajo”. Costó mucho tiempo, pero este verano se pactó el Convenio Colectivo Provincial de Hostelería y Turismo 2023-2025, en el que resalta detalles como los nuevos incrementos salariales o que “tras dos años en la categoría de ayudante de camarero se pasará automáticamente a la categoría superior”. Se acabó, dice, lo de poder ser ayudante toda la vida.

A vueltas con la formación

Por último, sí admite que el sector en León sufre una falta generalizada de personal, en barra, en sala de restaurante, en cocina o en bodega. Pero “no es único de la hostelería sino de casi todos los sectores” en una provincia “atacada por la despoblación”. Y no duda que también afecta “la política social de ayudas y subvenciones” que “algunos temen perder si trabajan”.

El pasado verano, el sector en León llegó a hablar de hasta 1.000 camareros necesarios y no disponibles para atender al turismo creciente. Paula Álvarez cifra por su parte en 10.000 contrataciones extra de camarero y cocina las que necesitó León la pasada Semana Santa y no consiguió encontrar.

Por su parte, desde la CNT insisten en que “no tiene lógica” necesitar más profesionales pero sin embargo no mejorar el trato laboral y respetar las condiciones conveniadas o firmadas. Y ambos, el sindicato y la Patronal, hablan de la formación: los unos, para criticar que brilla por su ausencia en los negocios; los otros, para defender que darles experiencia también es formarles. Aunque Álvarez reclama, además, muchas mejoras y más apoyo a las escuelas de hostelería para profesionalizarse más y mejor.

Mientras, Adrián espera conocer si la “pelea por mis condiciones”, fruto de la hartura personal, se salda con alguna indemnización o no. Hablará la Justicia porque la protesta ha tensionado la situación y hace difícil cualquier acuerdo. Pero mientras él ya tiene otro trabajo, en un bar “de barrio”, donde cree que “en general no ocurre lo mismo que en la hostelería del centro”, donde todo es más “como en el bar que tuvieron mis abuelos”: un mejor trato laboral, mejores condiciones vida. Verdad o no, este candente debate de la hostelería está servido.

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