Luis Miguel Ibáñez Lera, el regreso al Bierzo de un portero trotamundos

Luis Miguel Ibáñez Lera es portero.

César Fernández

Se llama Luis Miguel y es portero. Cuando nació, en León en 1996, ya estaba retirado Luis Miguel Arconada, el mito bajo los palos del fútbol español en los ochenta. Cuando se crio, en el Bierzo, ya reinaba Iker Casillas, que fue también su referente desde que empezaba a enfundarse los guantes. Luis Miguel Ibáñez Lera, Luismi en el terreno de juego, no se marcó fronteras y viajó hasta destinos lejanos como Islandia y más cercanos como Andorra, en ambos casos a mucha distancia en cultura futbolística de España. Ahora regresa a casa, también para estar cerca de la familia. Comenzará este lunes 17 de julio la pretemporada con la Ponferradina B a la espera todavía de recibir alguna otra llamada. Y lo hace con esas experiencias internacionales en la mochila.

“Hasta que no salimos de España no nos damos cuenta de lo que tenemos”, señala Luismi sobre un país que ha encumbrado a algunos de sus porteros a la categoría de 'santos'. Tras pasar por el CD Fabero y ser seleccionado en 2019 como uno de los 15 mejores porteros de menos de 23 años de España, el guardameta jugaba en el Atlético Bembibre cuando en 2021 aceptó la oferta del Hamar FC de Hveragerði, en Islandia. “El nivel futbolístico era mucho más bajo. Y eso me afectó. Se pasa mal y te cuesta adaptarte”, cuenta sobre aspectos que van más allá del rectángulo de juego en un país donde “no hay tanta vida social” y es mucho menos habitual tomarse un café.

Ibáñez Lera llegó a Islandia todavía con la resaca de la participación de su selección nacional en la Eurocopa de 2016 y el Mundial de 2018. El país “invierte bastante dinero” en el fútbol y “hay buenas condiciones”. “Pero todavía hay mucho camino por recorrer”, advierte para hacer notar las diferencias con un país con tradición futbolera arraigada como España.

Tras regresar al Atlético Bembibre en 2021 y pasar también en 2022 por el Club Deportivo Plus Ultra en Murcia, Luismi volvió a salir de España, en este caso para quedarse en los Pirineos y militar en el Ordino de la Priera División de Andorra. Con un calendario peculiar de hasta cuatro vueltas en una competición con ocho participantes, el berciano tardó en coger sensaciones hasta asentarse en la portería durante la recta final de la temporada. Con una sociedad “más parecida” a la española, la adaptación fue más rápida en el día a día.

El guardameta suma así otra experiencia, en este caso ya en categoría profesional y con compañeros como el exfutbolista del Millonarios colombiano y de la Real Sociedad Jonathan Estrada en un vestuario convertido en una torre de Babel de nacionalidades. Ahora regresa de nuevo a casa. Lo hace por el momento a la Ponferradina B y también con la idea de aprovechar su formación académica para seguir vinculado en el futuro al ámbito deportivo, el que por el momento ha marcado su vida. 

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