El Purple Weekend de León, o cómo rejuvenecer con un sólo corazón púrpura

Los llenazos en el Purple Weekend 2018 han sido contundentes, como este de Espacio Vías. Foto: Uribe.

Jesús María López de Uribe

Hay muchas formas de vivir el Purple Weekend, pero León tiene un sólo corazón púrpura. Y exuda juventud, aunque sean sólo cuatro días. El festival musical más veterano de León vuelve a mostrar a la ciudad sus mejores tiempos y a recordar a los que participan en él disfrutando de sus conciertos que siempre serán jóvenes en espíritu. Como si vivieran en los años noventa.

Llenazos en los conciertos y en las pinchadas. Gente muy contenta “con el nivel de este año”, que ha tenido espectáculos tan alucinantes como los The Gentlemen's Agreement este sábado en el Glam Theatre, con un cantante espectacular inolvidable una vez que se le ha visto actuar junto a unos músicos potentísimos.

Y grandes que han hecho disfrutar a tope a todos, como los Hanna Williams Stone Foundation, o Matthew Sweet o Kurt Baker en el CHF. “Se ha mejorado mucho respecto al año pasado, que fue más flojo”, reconocen los asistentes.

“Fuimos chicos rebeldes, de futuro prometedor”, cantaba La Granja el viernes en su concierto de Espacio Vías. En el que celebraban su treinta aniversario, tantos años como ediciones tiene el Purple. “Brillantes ilusiones” que en el caso del Festival no han acabado en nada, sino en un evento que su cantante Guillermo Porcel deseó “que continúe muchos años”, en clara referencia a la polémica y dificultades ha tenido entre la edición del año pasado y la de éste.

Es el Purple Weekend una historia de diversión y superación de dificultades por igual, pero que extrañamente en una capital como la leonesa ha sobrevivido contra viento y marea a todo tipo de circunstancias, incluso aquellas que pudieron acabar con él y que mantiene una fortaleza sorprendente para sus treinta ediciones en 31 años —contando las dos en que no se pudo celebrar cuando hasta el propio Ayuntamiento gobernado por el socialista Francisco Fernéndez fue contra su principal impulsor y valedor, Alejandro 'Flechazo' Díez Garín, hoy conocido como Cooper—, ya que en 2018 se están viendo llenazos en los diversos escenarios que se reparten por la ciudad.

Una dispersión de los escenarios muy valorada

Y es precisamente esa dispersión la que muchos de los asistentes valoran, la que le da la fortaleza incluso en la polémica soterrada que se comenta en los corrillos de los asistentes con las sempiternas opiniones de qué es la esencia del Purple y cómo se debe proteger. Lo de siempre, cuando se intenta profesionalizar algo la nostalgia aparece para criticar los intentos de mantener vivo posiblemente el único evento que pone a León en el mapa nacional de verdad. Que si León no aparece ya en su nombre oficial, que si se está vendiendo a una marca comercial y todo eso que, al final, no pasa de chascarrillo o de postureo purista. El caso es que las calles leonesas se llena de moda y color 'Mod', de alegría juvenil; algo que ya es otra esencia y tradición legionense. Y se dejan el dinero en la ciudad disfrutando a tope, y eso es al final las dos cosas que de verdad importan.

Porque como siempre los festivales son una especie de WYSIWYG ('What You See Is What You Get', “lo que ves es lo que tienes”). Y lo que se ha visto ha gustado, y con eso le vale a la gente; es con lo que se queda. “Ayer estuve desde las diez de la mañana hasta las tres de la noche dándolo todo, y es que me lo paso en grande como nunca, creí que tenía que cortarme las piernas. Yo no quiero irme de León. No quiero que se acabe”, decía una 'Mod' el sábado a las cuatro de la tarde, tras haber recorrido cientos de kilómetros desde el Sur de España para pasarlo a lo grande.

La cuestión es que los participantes de parca y bien vestir, junto a amantes de la buena música de todo tipo no han 'sufrido' la polémica. Todo lo contrario. Al final han valorado muy bien que hubiera diversas opciones, y la conclusión final es que “este año la calidad de los conciertos ha subido mucho y ha estado muy bien”. El Purple 'alternativo' del Gran Café, repleto, ha complementado la diversión de unos jóvenes de cincuenta años que han terminado agotados de tanto bailar, pero no tanto de debatir sobre la esencia de este festival, sino más bien de agitarse como locos en el 'Alldayer' que quisieran elegir.

La polémica no apagó el fuego 'Mod' leonés

Y sí, no se puede negar que la polémica antes de que empezara la edición 2018 que apoya económicamente la marca cervecera Estrella Galicia ha sido estas semanas la comidilla de los participantes. Que si el Purple iba a perder el espíritu, que si otros lo harían mejor, que si la calidad de la música... que si ya se van teniendo años y que si esto y lo otro.

En el fondo del asunto lo que ha ocurrido es que ha relucido una tensión entre los impulsores 'tradicionales' del evento y la organización oficial. Los primeros criticando que no han cobrado lo prometido de 2017, y los segundos afirmando que están haciendo malabares para reducir la deuda que quedó del año pasado —y que aseguran que se ha rebajado a la mitad y que gracias a este año se podrá regularizar— y el intento de controlar gastos supérfluos con un exceso de invitados que lastró las ediciones anteriores. Pero todo se ha quedado en nada mientras se ha celebrado el festival desde la inauguración del miércoles pasado en el Musac.

Que sí, que ha habido dos 'scooteradas' —yendo la Policía a escoltar a la no oficial porque a alguno se le olvidó comunicar 'oficialmente' a la brigada de Tráfico del Ayuntamiento que la del programa salía en otro sitio distinto del Espacio Vías—, que se han producido dos 'Semanas Púrpuras' y que hay movimientos para el año que viene que darán que hablar. Pero nada de eso ha impedido que la gente haya disfrutado como nunca este Puente de la Constitución con el Purple de 2018 sin preocuparse de todo ello.

Un espíritu rejuvenecedor que sólo quiere diversión

Pasando los días se ha demostrado que la programación de esta edición ha puesto el listón musical a la altura de los buenos tiempos, y las posibilidades de diversión se han visto claramente aumentadas con el plan alternativo del Gran Café; que no ha hecho daño en ningún momento al oficial, que ha conseguido llenazos claros. Todo lo contrario. Que se puede ser muy purista, sí; pero que la gente ha terminado disfrutando del Purple como siempre, sin preocuparse en exceso cuál de las ofertas era mejor que la otra. Y casi sin darse cuenta o valorando positivamente “que haya más con lo que divertirse”.

Al final la conclusión es clara: un aviso para navegantes. Por mucha polémica que haya el año que viene seguirá la edición oficial a todo tren; porque el exitazo de este año que ha conseguido la organización encabezada por León Gótico y patrocinada por Estrella Galicia no se puede obviar por mucho que algunos critiquen su forma de profesionalizar el festival.

Y también que es importante tener en cuenta la esencia de hace treinta años, porque los asistentes —en una ciudad donde no hay jóvenes de 25 a 40 años prácticamente por la losa de la emigración—, 'resucitan' sus espíritus jóvenes de 50 años dándole el éxito de venta de abonos que necesita para sobrevivir contra viento y marea.

La diversión del Purple Weekend puede ir por barrios, pero todos los participantes bailaron al son de un sólo corazón púrpura. Y todo indica que harán lo mismo el año que viene en cualquiera de sus escenarios sin plantearse otra cosa que diversión, diversión y diversión para el cuerpo.

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