Un estudio de la Universidad de León propone cambios para mejorar el paso de Infantil a Primaria en los colegios

Pasillo de un centro educativo.

Agencia EFE

La transición entre Educación Infantil y Primaria sigue siendo “un proceso complejo, marcado por discontinuidades metodológicas, organizativas y emocionales”, según concluye un estudio realizado por investigadores de la Universidad de León (ULE) en ocho centros educativos de las provincias de León y Palencia: cinco CEIP públicos, dos CRA –Colegios Rurales Agrupados– y un concertado.

El trabajo al que ha tenido acceso la Agencia EFE, publicado en la International Journal of Early Childhood, ha sido firmado por Alba González Moreira, Camino Ferreira y Javier Vidal, del Departamento de Psicología, Sociología y Filosofía de la Facultad de Educación de la ULE.

El estudio se basa en 16 grupos de discusión con 62 docentes de ambas etapas y revela que el paso a Primaria se percibe como “el inicio del trabajo serio”, lo que genera tensiones entre las metodologías globalizadas y lúdicas propias de Infantil y las estrategias más rígidas y academicistas de Primaria.

“Se pierde el juego, las rutinas flexibles y los rincones de aprendizaje”, lamentan los maestros, que denuncian la presión para introducir contenidos formales antes de tiempo y el uso intensivo de libros de texto desde el primer trimestre.

Entre los factores que agravan la ruptura, los docentes señalan la falta de coordinación institucional, ratios elevadas y la ausencia de espacios para atender las emociones en el aula.

También critican la implantación del bilingüismo en Primaria, que obliga a impartir materias en inglés cuando los niños aún consolidan la lectoescritura en castellano. “El modelo actual genera barreras de comprensión y añade estrés en una etapa clave”, advierten.

El estudio constata que la transición es más suave en entornos rurales y en los Colegios Rurales Agrupados (CRA), donde la proximidad física y la continuidad del profesorado facilitan la adaptación.

En cambio, en centros grandes, el cambio de edificio, la fragmentación horaria y la rotación docente incrementan la sensación de ruptura. “La estabilidad del tutor en primero y segundo de Primaria es fundamental para el bienestar emocional”, subrayan los investigadores.

Los maestros también alertan sobre las expectativas familiares: muchas familias presionan para que los niños lleguen a Primaria sabiendo leer, lo que fuerza a Infantil a adelantar aprendizajes y desnaturaliza su enfoque globalizado.

“Se transmite la idea de que jugar no educa”, explican, lo que refuerza una jerarquía simbólica que infravalora la etapa de Infantil.

Frente a estos retos, el estudio propone medidas concretas: mantener metodologías activas y espacios de juego durante el primer trimestre de Primaria, flexibilizar el currículo, reducir ratios, institucionalizar planes de transición y reforzar la formación específica del profesorado de primero.

También recomienda aumentar la coordinación entre etapas mediante observación mutua y reuniones centradas en la pedagogía, no solo en trámites administrativos, así como informar a las familias para evitar expectativas centradas exclusivamente en la lectoescritura.

Financiada por la Junta de Castilla y León y el Fondo Social Europeo, la investigación concluye que “mejorar la transición no depende de soluciones universales, sino de planes adaptados al contexto de cada escuela, que reconozcan la diversidad de ritmos y necesidades infantiles”.

Para los autores, garantizar una continuidad pedagógica real exige “un compromiso institucional y una mirada centrada en la infancia”, más allá de inercias organizativas y presiones editoriales.

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