Libreros y editores leoneses que enderezan los renglones que torció la pandemia

Retrato de Valle-Inclán, debajo de un gel hidroalcohólico, en la librería Tula Varona de León.

César Fernández

Tula Varona salió de la pluma de Ramón María del Valle-Inclán. Cien años después de 'Luces de Bohemia', el retrato del padre del esperpento convive con geles hidroalcohólicos en la nueva librería de León que toma por nombre el de aquel personaje femenino, una mujer fatal que “hacía lo que le daba la gana”. “Y esta es la forma de hacerle un homenaje”, dice su regente, Berta Fernández, una procuradora en tribunales que siempre tuvo el “sueño” de tener su propio establecimiento literario. Faltaba encontrar el momento adecuado. Y una pandemia ha trastocado, pero no abortado, sus planes.

El vuelo de Mariposa Ediciones, una joven editorial leonesa que este próximo San Froilán cumplirá un año de su primera publicación, también se vio obligado a variar el rumbo. Había preparado con mimo la celebración el 21 de marzo del Día Mundial de la Poesía. “Teníamos la idea de hacer un tren turístico y llenar León de poesía”, dice la responsable editorial del sello y poeta, Marina Díez. El acto, suspendido por el confinamiento aplicado justo una semana antes, se reconvirtió a través del portal Youtube en una antología de 53 poetas, seis de los cuales se prestaron a recitar versos. La poesía pudo alzar la voz en plena cuarentena.

Eolas significa conocimiento en gaélico. La editorial leonesa así bautizada nació en 2008, el año cero de la crisis financiera. Y llega a 2020, el año cero de la crisis sanitaria, con suficiente conocimiento del terreno y de los autores como para poder mantener un catálogo similar al de otros ejercicios con alrededor de medio centenar de publicaciones previstas. Su responsable, Héctor Escobar, regenta también la Librería Universitaria de León, convertida en catalizador de la desescalada editorial y literaria con rondas semanales de presentaciones y firmas de autores. Y es que los libros también tienen su terraza en León.

Acelerar la transformación digital y crecer en redes sociales

Las letras conviven desde hace tiempo con las crisis. Y no se resignan. La pandemia obligó a cambiar el ritmo de editoriales y librerías. Aceleró, por ejemplo, el proceso que va de lo analógico a lo digital en el caso de Mariposa Ediciones. “Somos unos románticos del papel, pero aprovechamos el momento para poder tener las cosas también en formato digital”, cuenta Marina Díez para añadir que la cuarentena también sirvió para “hacer una comunidad más grande en redes sociales”.

Las librerías continuaron vendiendo de forma online. “Yo seguí trabajando sin necesidad de recurrir a un ERTE”, presume Héctor Escobar. Sí afectó de lleno a Berta Fernández, que empezó en octubre a mirar locales y había elegido en febrero el del antiguo taller de encuadernación Tejuelo en la calle Ruiz de Salazar, una ubicación privilegiada en el centro de León. Finalmente abrió el pasado 1 de septiembre.

Las librerías perdieron el 23 de abril y su principal cuatrimestre del año, el que va de marzo a junio. Es como si un hotel en primera línea de playa no hubiera podido abrir en julio y agosto

El sector editorial no solamente perdió el Día de la Poesía el 21 de marzo, sino también su principal referente anual, el Día del Libro el 23 de abril y buena parte del calendario de ferias que pivotan en torno a esta cita. Héctor Escobar extiende al cuatrimestre que va de marzo a junio (los meses principalmente condicionados por la cuarentena) el período “básico” de negocio del gremio. Tirando del símil turístico, es como si un hotel en primera línea de playa no hubiera podido abrir sus puertas en julio y agosto. Hagan cuentas.

Vedado el 23 de abril, había que buscar fechas alternativas con la vista puesta en el verano. Finalmente hubo una especie de remedo el 23 de julio con escaso eco en el sector. Sin esconder su desencanto, Escobar ya ha presentado su renuncia como presidente de la Asociación de Libreros de León mientras mantiene un calendario frenético de presentaciones. 'The End', el libro que hace un recorrido fotográfico por el final de la minería del carbón de la mano de las imágenes de Cecilia Orueta, le ha permitido también viajar por distintos puntos de la provincia en esta desescalada. 'Hijos del carbón', el ensayo de la periodista y escritora Noemí Sabugal, otra obra muy pegada al terreno, es un reclamo de primer orden en los estantes de su librería. Mampara mediante, un cliente se lleva este trabajo que ha saltado las fronteras provinciales al ser publicado por un sello con el potencial de Alfaguara.

Dispuesta a ir incorporando progresivamente novedades del mercado por encargo, Tula Varona vive por ahora fundamentalmente de la colección de libros de viejo rescatada y filtrada de la Librería Anticuaria Colegiata. Pero no sólo de libros vivirá un establecimiento pensado para contar con un valor añadido en forma de recitales de poesía, exposiciones o talleres hasta ser un espacio en el que “apetezca quedarse”. “Quiero que sea un sitio acogedor. Estoy notando que la gente que viene un día luego regresa. Y eso me encanta”, cuenta su regente. La oferta es tan atractiva que da la posibilidad de adquirir un libro y tomar un café (la venta de vinos está por ahora pendiente de los correspondientes permisos) por el módico precio de cuatro euros.

¿Cómo está siendo la respuesta de los clientes en el proceso de desconfinamiento? ¿Se percibe voluntad de ayudar al comercio de cercanía? “Yo creo que sí están en disposición de gastar en libros”, contesta Fernández. “Yo he notado el interés de la gente en echar un cable a las librerías. Han sido bastante generosos”, responde Escobar al recordar el impacto de iniciativas como 'Entre libros anda el juego', una especie de 'amigo invisible' literario. “Y cuando una cosa funciona, debería tener continuidad en el tiempo, no como sucede con la política”, añade el librero y editor, muy crítico también con los medios de comunicación por el “miedo que están transmitiendo a la sociedad”.

Los actos de promoción, que en verano aprovecharon escenarios naturales ahora que las actividades al aire libre se prescriben como antídoto frente al virus, quedan inevitablemente condicionados por el 'ya se verá'

La promoción queda inevitablemente condicionada por el 'ya se verá' en un horizonte nublado en forma de cancelaciones, cuenta por teléfono sufriendo un confinamiento en primera persona Marina Díez. La tregua del coronavirus en verano permitió usar escenarios naturales como el Valle del Curueño para la celebración del certamen de poesía Coronio ahora que las actividades al aire libre se prescriben como antídoto frente al virus. “Pero quién puede estar en el Curueño a partir de octubre a las siete de la tarde”, se pregunta retóricamente al compararlo con la realización de recitales de poesía en el Paseo de San Lorenzo de Gijón en pleno diciembre.

Díez, que sí aprovechó el confinamiento para adelantar trabajo y escribir un par de libros en una cuarentena “fructífera” desde el punto de vista creativo frente al “choque emocional” que condenó a otros autores a la “sequía”, vive una especie de déjà vu al referirse a la cancelación de un festival de poesía programado para los días 2, 3 y 4 de octubre. “Y lo vamos a tener que posponer porque iban a participar escritores de Madrid que viven en barrios que ahora están en cuarentena”, señala, tras la experiencia de la pasada Feria de Vallecas, dispuesta a capear estas restricciones que previsiblemente irán a más en otoño e invierno con un trabajo más volcado en las redes sociales y los medios de comunicación (colaboró con ILEON.COM en el avance de la novela 'Cuando el recado eres tú'), así como en actividades de fomento de la lectura o cursos de escritura online.

Dar un valor añadido a los libros

A punto de cumplir un año, Mariposa Ediciones cuenta ya con un catálogo de 18 libros publicados y otros tres en cartera para octubre. “Nuestra filosofía es publicar a gente muy buena; nos da igual que tengan miles de seguidores en Instagram. Y nosotros queremos darle un valor añadido a los libros que publiquemos y que acaben siendo una joya”, señala Díez, consciente de que una editorial debe conformarse con “no tener pérdidas” en los primeros tres años de andadura. Ella pone ideas y su compañero, David Álvarez, procura que no se salgan de presupuesto. Y ya nota el descenso de septiembre, que “las editoriales grandes compensan con los libros de texto”.

“Ha empezado el curso universitario y casi no lo hemos notado”, contrapone desde la Librería Universitaria Héctor Escobar, para quien “el libro de texto ya da casi más pérdidas que ganancias” sin dejar de denunciar la pérdida de peso de las lecturas literarias en la educación reglada hasta llegar al punto de buscar complementos que las aderecen. Y aun siendo consciente de que el impacto de las presentaciones se reduce al mínimo en las actuales circunstancias, lanza a través de Eolas Ediciones con Menoslobos y la colaboración del Ayuntamiento de León la iniciativa 'Cambio de estación', que dará protagonismo a la novela negra en otoño, la literatura infantil en invierno, la poesía en primavera y el cuento y la novela corta en verano. “Yo no me rindo”, proclama.

“Mi trabajo es muy estresante y los libros me dan paz”, aporta Berta Fernández, que agradece el “apoyo maravilloso” de Eolas Ediciones y Mr Griffin en estos primeros compases de un negocio al que sus obligaciones profesionales le apartan durante la mañana, en la que coge el testigo Eduardo Fidalgo, exregente de 'Layla'. Ella toma el relevo por la tarde, se sumerge en el ambiente del slow shopping (un modo de compras más calmado que busca el detalle) que preconiza la tienda y sirve un café mientras Valle-Inclán se asoma detrás de sus gafas a un gel hidroalcohólico. Y así la literatura convive con la pandemia.

Etiquetas
stats