'Esta ambición desmedida': Pucho

C. Tangana.

Antonio Boñar

Lo primero que este espectador de mediana edad ha de confesar es que su descubrimiento de C. Tangana ocurrió hace apenas tres años, cuando salió a la luz El Madrileño. Ese descomunal trabajo proyectó la carrera del que hasta entonces ya era uno de los mejores raperos de su generación hasta niveles planetarios. Pero sobre todo atravesó el tiempo para acercar su particular paleta de sonidos hasta otras edades que antes escuchaban con recelo toda esa música adorada por sus hijos y radicalmente distinta a la que les volvía locos a ellos en su juventud. Un viaje en el tiempo que además ha sido de ida y vuelta, porque del mismo modo ese público joven que adoraba su rap macarra y maravillosamente escrito descubrió de repente a artistas como José Feliciano, Eliades Ochoa, el Niño de Elche, La Húngara, Toquinho, Jorge Drexler, Andrés Calamaro o Kiko Veneno.

El estreno del documental en Movistar Plus+, en formato de miniserie y dividido en tres episodios, llega además tras una semana de sobreexposición mediática en la que el artista ha sido entrevistado en numerosos podcast y programas de televisión. Algo lógico cuando se está de gira promocional y algo también perfectamente calculado por alguien que ha cuidado hasta el más mínimo detalle la imagen que ha querido trasladar en cada determinado momento de su carrera. En una de esas entrevistas, en el primer programa de la nueva temporada de Lo de Évole, vemos a Pucho hablar sobre su deseo de dejar huella en el mundo, sobre su narcisista ambición de hacer algo que merezca la pena. Y le vemos también confesar que ha sido a partir de ‘El Madrileño’ cuando ha encontrado por fin el respeto de crítica, público y músicos de todo tipo y condición; que con esa obra ha conseguido lo que siempre ha buscado, trascender.

En Esta ambición desmedida la cámara sigue a Pucho y a todo ese barullo de gente que le rodea en el momento más importante de su carrera, cuando comienza a crear el concepto del nuevo disco, con su empeño en dejar atrás el rap para descubrir y fusionar toda la música que habita en su cabeza con el mundo latino, para unir el Madrid más castizo con la vasta riqueza sonora de Latinoamérica. Y luego ese mismo ojo de la cámara se detiene con honestidad en la preparación de la colosal gira de presentación del disco, mostrando sin ambages la dificultad de las negociaciones con los productores, los ensayos, las conversaciones incómodas, las celebraciones más íntimas y la vorágine de conciertos. 

Es un tipo inteligente este Pucho, sabe lo que quiere, no tiene ningún reparo en quererse mucho a sí mismo y sabe rodearse de gente tanto o más inteligente que él. Pero sobre todo, lo que se percibe tras esa imperturbable fachada de estrella de la música, es una sensibilidad creadora apabullante y genuina.

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