La Junta 'bendice' como Bien de Interés Cultural todas las mascaradas de León corrigiendo su recorte
El Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León la semana pasada, y el Boletín Oficial del Castilla y León (BOCyL) este lunes, han culminado el mecanismo para proteger lo que llama de manera unificada como mascaradas, denominados genéricamente antruejos de carnaval tradicional en la provincia leonesa, entre otros nombres, al nombrarlas como Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial.
Con la decisión final adoptada se pone fin a dos años de polémica ya que en su concepción original en el caso de León esta declaración y la protección que conlleva de tales manifestaciones culturales y tradicionales se quedaba muy coja, porque como se criticó entonces la Junta apenas incluía siete antruejos, es decir, muchísimos muchos menos de los realmente existentes.
En concreto, las incorporadas al BIC de origen eran Carrizo, Laguna de Negrillos, Llamas de la Ribera, Pobladura de Pelayo García, Riello, Sardonedo y Velilla de la Reina entre las 33 del conjunto de la Comunidad.
Pero el PSOE ya impulsó en 2020 entonces una iniciativa en la que al menos echaba en falta una docena sólo en León, como eran por ejemplo el Campaneiru de La Cuesta, el 25 de enero; los Campanones de Quintanilla de Yuso, el Domingo de Pascua; el Graciosu de Nogar, el fin de semana siguiente a la fiesta de San Lucas, el 18 octubre; Toro y torero, de Alcoba de la Ribera, en Carnaval; los Tafarrones de Rodiezmo, el 1 de enero; los Caretos de Villafeide, también en Carnaval; y el Guirrio de Santa Olaja de Eslonza, el 6 de enero.
El Grupo Socialista defendió en el Parlamento autonómico una revisión, que fue enmendada por Ciudadanos, de modo que se establecía que serían “los expertos” quienes evalúen las distintas representaciones para incluirlas en el catálogo de Bienes de Interés Cultural de carácter inmaterial de la Comunidad.
Ahora, en su forma final que desiste de nombrar caso por caso y decide incorporar todo este tipo de manifestaciones culturales populares, el BIC de las mascaradas busca resaltar y proteger un conjunto que se considera “excepcional, diverso y complejo de manifestaciones y rituales festivos que se celebran en pequeñas comunidades rurales en varias provincias”, con el nexo común de la máscara como elemento central e identificador de un personaje ritual que interviene en las distintas escenificaciones o representaciones de carácter teatral, interactuando con otros personajes, con los convecinos y con los espectadores que asisten a la festividad.
El ámbito espacial de celebración de las mascaradas en cada localidad, son las plazas y las calles a través de las que se realizan los recorridos y representaciones, dando lugar en algunos casos a la entrada de los personajes en los templos parroquiales o ermitas.
La transmisión oral, la identidad de los miembros de la colectividad, las acciones que se representan, los personajes que intervienen, la indumentaria y objetos utilizados, la música, los sonidos, el espacio en el que se desarrollan, el marco temporal, el protagonismo de la comunidad, la diversidad de símbolos y significados, la pervivencia a lo largo de la historia y la vitalidad actual, constituyen una relación sintética de los contenidos de estas celebraciones y rituales festivos, que constituyen el objeto de esta declaración.
El papel de las mascaradas en la cohesión e identidad de la colectividad, el contenido simbólico y la complejidad de significados de estas manifestaciones festivas, su continuidad histórica y vinculación con la elaboración de mitos y ritos, la diversidad de expresiones creativas, desde las representaciones callejeras hasta la elaboración y mantenimiento de máscaras y trajes, la transmisión de músicas, danzas, la creación de personajes, son las condiciones y características que determinan la importancia y relevancia de estas celebraciones.
La Junta resalta que mascarada tiene sus propias características y distintos grados de arraigo y reconocimiento en cada una de las localidades y en su conjunto constituyen manifestaciones culturales vivas, representativas de la identidad de diversos colectivos vinculados a poblaciones rurales, con un importante contenido simbólico e integradas por un conjunto de acciones que potencia la cohesión social y muestra la riqueza creativa transmitida a lo largo del tiempo.
Y para dar una visión más amplia y genérica, recoge también que estas manifestaciones han evolucionado a lo largo del tiempo y continúan evolucionando sin perder su esencia, adaptando los rituales festivos a los actuales modos de vida, en función de la propia estructura y organización social.