El fin de la renta antigua acaba con generaciones enteras de comercio tradicional en León

Mª Carmen Roberto muestra algunos recuerdos de la sastrería en la que ella representa la tercera generación.

Carlos J. Domínguez

En 1923, el sastre Ángel Roberto Blanco vendió la primera prenda en su flamante comercio recién abierto en pleno centro de León, en la calle Fernando Merino. El pasado 24 de diciembre, 91 años después, la tercera generación de la familia Roberto vendió la última camisa en el mismo local de la hoy llamada Calle Ancha. Y después bajó la trapa. Un camión de mudanzas se encargó de la triste labor de desmantelar lo que un día fue un selecto taller de paños con más de diez empleados.

Detrás de esta situación se esconde un drama para el comercio y para la hostelería que se denomina 'fin de la renta antigua'. En muchos casos, la última moratoria legal cumple precisamente mañana, el 31 de diciembre de este año, y significa la elevación de viejos alquileres de toda la vida a cantidades que casi nadie puede ya pagar. Por eso, la renta antigua es una noticia silenciosa de este fin de año 2014 que pone fin a multitud de casos como el de la Camisería Roberto.

¿Una Calle Ancha sin comercio?

Mª Carmen Roberto ha sido la 'heredera' de aquella sastrería inglesa a la que le ha tocado abandonar la Calle Ancha y el local de toda la vida. Como lo fue en su día la confitería Camilo de Blas, Ruiz y otros tantos que ya sólo permanecen, con suerte, en el recuerdo. Ella sin embargo no se ha resignado y ha luchado por conseguir una moratoria de cinco años a la Camisería Roberto, que ya está casi preparada para abrir a no demasiados metros, en el número 9 de la calle la Rúa, sustituyendo a una sombrerería también de solera y ya cerrada hace años. Son los cinco años que le quedan hasta la jubilación y está dispuesta a luchar por que no pierda la tradición comercial de su familia, aunque se haya perdido la tienda de siempre.

Abandona el local “con mucha pena, porque hemos tenido que sacar todos los recuerdos”, pero ella es un ejemplo de ese comercio que no se rinde fácilmente y lucha contra viento, contra marea, contra rentas antiguas, rentas nuevas más elevadas y contra lo que haga falta “para seguir mimando al cliente, que es lo que yo aprendí a hacer y lo que siempre hemos hecho”.

Otros casos, y tantos silenciados

Cuando salió del local el último mueble del lujoso probador, la última vetusta estantería de madera, la última mesa de sastre del local que se reformó por última vez con el aspecto actual en 1952 les quedó a Mª Carmen y su cuñado Francisco una mezcla del mal sabor de boca de “ver cómo la Calle Ancha dice definitivamente adiós al comercio”. Desconocen si aquel lugar de moda y lujo que por poco no alcanza el siglo será, como casi todos los locales de esta avenida, una nueva oferta de hostelería, pero a nadie le sorprendería.

Pero su caso es, al menos, un caso de esperanza y continuidad. Como in extremis lo fue el caso de Perfumerias Villalón, que consiguió otro local cuando todo apuntaba a un cierre definitivo al tiempo que Piñar Villalón recibía el Premio al Comercio Tradicional de León de este año de manos del Ayuntamiento por sus 61 años de atención al cliente. Pero Otras rentas antiguas que vencen en este fin de año no ponen un punto y aparte, sino un punto y final silencioso, definitivo.

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