Análisis
Memoria Democrática

El necesario y justo homenaje en vida a Albina Pérez y a la lucha antifranquista

Pintada 'Viva la Universidad Libre'.

Hay una máxima que se repite cada vez con más asiduidad, los homenajes deben realizarse en vida. Las personas que de una forma u otra combatieron contra el franquismo y sobrevivieron a la cárcel y a las torturas se están yendo por razones biológicas. La centenaria leonesa Albina Pérez Fernández (León, 1925) es una de ellas, y este sábado a las once y media en el salón de actos de la Fundación Sierra Pambley de la capital leonesa recibirá uno más de sus merecidos reconocimientos, que llega de la mano del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática dentro del comisionado España en Libertad. 50 años.

¿Quién es Albina Pérez? En palabras de Beatriz García Prieto, Doctora en historia por la Universidad de León, “Albina es una mujer que mostró mucha valentía a la hora de colaborar en la pintada que se realizó en la Universidad Complutense de Madrid, concretamente en la fachada de la Facultad de Filosofía y Letras, icono del espíritu crítico y contrario a los planteamientos autoritarios”, señala la historiadora.

'Viva la Universidad Libre', rotulado debajo de los nombres de Lorca, Machado y Miguel Hernández, fue la pintada realizada la madrugada del 14 de marzo de 1947 y por la que fueron detenidas dieciséis personas pertenecientes a la Federación Universitaria Escolar (FUE), entre ellas la propia Albina y Nicolás Sánchez-Albornoz, que también intervendrá en el acto de este sábado. Albina, que ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras en 1942, pronunció estas palabras en una entrevista para la Universidad de Sevilla, “Los profesores precedían del franquismo, porque los demás fueron represaliados y, los estudiantes, por lo general, eran de clases acomodadas. Yo tuve la suerte de vivir en casa de una tía, concretamente en la calle Bravo Murillo número 3, que es donde me detuvieron”, destacaba Albina. Tras su detención, Albina fue trasladada a Gobernación, donde estuvo ocho días incomunicada y sin apenas comer nada. El juez instructor de la causa fue el coronel Enrique Eymar Fernández, una persona descentrada psicológicamente y vengativa, como definió en sus memorias Nicolás Sánchez Albornoz. La otra persona que interrogó a los detenidos entre el 17 de marzo y el 12 de abril fue el coronel Roberto Conesa.

Otra pintada en una universidad, Sevilla en este caso, ha tomado actualidad estos días con las amenazas fascistas recibidas por un profesor, Joaquín Urías, por pronunciarse a favor de la desaparición del antiguo Valle de los Caídos en un contexto de una denuncia contra una exdiputada que pidió “dinamitarlo” y ha sido denunciada por una organización ultracatólica por un presunto delito de odio.

El juicio fue llevado a cabo por personal militar y los miembros de la FUE fueron acusados de rebelión, “cuando los que se rebelaron fueron ellos dando un golpe de Estado”, aclaraba Pérez Fernández. A Albina la condenaron a dos años en la cárcel de Ventas, aunque salió a los veinte meses por realizar unos cursos de cocina. Otra detenida fue su amiga Mercedes Vega, que estaba enferma y se pasó una buena parte de la condena en la enfermería, mientras que ella estaba alojada con las presas comunes. Al salir de presión, aclaraba Albina para la Universidad de Sevilla, “Franco no se enteró de nuestra salida y pudimos seguir estudiando. Yo empecé a hacer un doctorado en el que me ayudó el profesor Santiago Montero Díaz”. En el libro ‘Cárceles y exilios’ (Anagrama, 2012), escrito por Nicolás Sánchez-Albornoz se puede ver a Albina y Mercedes.

De raza le viene al galgo, reza otro dicho popular, y en el caso de Albina fue así. Su padre, Esteban Pérez, fue detenido el 20 de julio de 1936, según la documentación consultada, por disparar desde la catedral y el seminario, algo que él siempre negó. Posteriormente fue trasladado al campo de concentración de San Marcos y desposeído del bar Aterrizaje que regentaba, tal y como cuenta la periodista Ana Gaitero. Albina, remarcó en la entrevista para la Universidad de Sevilla que nunca podrá borrar de su cabeza el recuerdo de San Marcos, lleno de presos tirados por el suelo. Fue gracias a su madre, Nemesia Fernández, que pagando una fianza consiguió sacar a su marido de la cárcel.

A su salida de la cárcel, como relata en una entrevista concedida a Ana Gaitero en Diario de León, regresó a la ciudad leonesa, donde estuvo trabajando sin cobrar. En el año 1953 entró de bibliotecaria en Antibióticos gracias a Mercedes Vega, su excompañera de presidio, que arribó a León debido a su trabajo como química. Al casarse, tal y como obligaba la ley de la dictadura, tuvo que abandonar su trabajo. Años más tarde, ya en la década de los años sesenta se reincorporó al instituto femenino, jubilándose en 1990.

García Prieto destaca que, “siendo una mujer, la acción de la pintada le dio más valor. Es conocido el papel que el régimen le asignaba a las mujeres, y no era otro que adquirir unos escasos conocimientos y luego recluirla en casa. Esta acción nos demuestra quién y cómo era Albina, al permanecer en un ámbito que no estaba abierto a las mujeres”. Sobre la pregunta de si llegamos tarde a este tipo de actos, la doctora de historia responde que sí. “En la década de los años ochenta fue muy complicado, pero llevamos muchos años de democracia. La primera ley, conocida como Ley de Memoria Histórica data de 2007, y la segunda, Ley de Memoria Democrática, de 2022 Es cierto que hubo reparaciones económicas, pero no reconocimientos públicos por parte de organismos oficiales”.

Finaliza García Prieto destacando que “un homenaje póstumo es algo frío, en incluso triste. Hay gente que se olvida de que la Segunda República fue una democracia. Como sociedad llegamos tarde. Hay un compromiso claro por pate de la secretaría de estado y el ministerio, pero no sabemos cuánto durará este tipo de medidas. Corremos el riesgo de volver al famoso presupuesto cero”.

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