La Fundación Oso Pardo plantará 12.000 castaños en 108 hectáreas de la Cordillera Cantábrica

Plantación de árboles en Anllares del Sil, en una imagen de archivo.

Agencia ICAL

La Fundación Oso Pardo recuperará un total de 108 hectáreas de bosques de castaños y plantará 12.000 nuevos ejemplares de estos árboles en la Cordillera Cantábrica, hábitat de este animal, gracias a la iniciativa Castañas, osos y desarrollo rural que cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico con un presupuesto de 2 millones de euros. 

El programa cuenta con la participación de la Universidad de Oviedo, SEO BirdLife, la Fundación Oso de Asturias y la Fundación Camino Lebaniego, y se desarrollará hasta diciembre de 2025 con la idea de implicar también a los habitantes de la Cordillera Cantábrica. Además, se enmarca dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la Unión Europea. 

Este proyecto pondrá en valor los castañares tradicionales que están abandonados con la intención de recuperarlos, mejorar su salud y vitalidad y aumentar la producción de fruto. Un total de 108 hectáreas en Asturias, Cantabria y Castilla y León, donde se actuará en los municipios leoneses de Páramo, Palacios del Sil y Villablino. También se plantarán 12.000 árboles injertados con variedades locales, algunas en riesgo de desaparición

Gracias a ello se creará empleo y se dinamizarán las zonas rurales, priorizando además la contratación de mujeres. También se ofrecerá el proyecto ofrecerá formación a propietarios y trabajadores forestales sobre la gestión y manejo del castaño, la lucha contra plagas y enfermedades, y procesos y canales de comercialización. 

La castaña es además un fruto indispensable para la alimentación de los osos, que cada otoño recorren los bosques en su búsqueda, así como las bellotas, fuentes de grasa para su hibernación. Son un alimento seguro, nutritivo y energético en la dieta del plantígrado. 

Además, según diversos estudios científicos, los castañares podrán expandir su hábitat óptimo a áreas de mayor altitud. Por eso serán claves para la conservación del oso y de otras especies que se alimentan de frutos, como las aves forestales. Estas, a su vez, proveen de importantes servicios ecosistémicos, como es el control biológico de las plagas de insectos que pueden afectar a los castaños.

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