Castaños y frutales a más de mil metros para salvar al oso pardo del cambio climático

Plantación de castaños en Anllares del Sil del proyecto ‘LIFE Osos con Futuro’.

Elisabet Alba / D. Álvarez / Agencia ICAL

La Fundación Oso Pardo junto a la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León están llevando a cabo el proyecto LIFE ‘Osos con futuro’, que supondrá la plantación en la Cordillera Cantábrica leonesa de 150.000 árboles y arbustos frutales y 25.000 castaños injertados con variedades autóctonas en cotas más altas de lo habitual, por encima de los mil metros, para dar alimento al oso pardo en un escenario de cambio climático.

El objetivo es que estas 210 hectáreas de nueva plantación en la provincia de León aumenten la disponibilidad de alimento para la especie protegida en altitud, para mantener a la población de más de 370 ejemplares censados en la actualidad alejada del ser humano, de los cuales más de la mitad están en León, mayormente en Laciana.

En un momento de “indudable” cambio climático, en el que las temperaturas cada vez son más altas y podrían superar los 2 grados positivos de diferencia en alta montaña durante el invierno antes de 2040, “nos hace pensar que las especies que estamos plantando y que fructificaban por debajo de los 800 metros empiecen a hacerlo a más de mil”, explica el presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), Guillermo Palomero.

Las especies que se han escogido para plantar son autóctonas de cada zona, “para asegurar su adaptación al medio”, y se están ejecutando con mano de obra local. De esta manera, los castaños que se están plantando en montes de utilidad pública de la junta vecinal de Anllarinos del Sil, en el término municipal de Páramo del Sil, son de la variedad parede, más resistente al frío. “El castaño va a adquirir cada vez más importancia en la dieta del oso pardo, por su producción de cosechas más constantes y el cambio climático podría incluso generar oportunidades para su desarrollo y fructificación en áreas actualmente poco viables y a mayores altitudes”.

La importancia de los castaños adquiere especial relieve en escenarios de cambio climático puesto que su fruto, las castañas, son un fruto seco de alto poder calorífico, un requisito indispensable para que los osos engorden y pasen el invierno. Sin embargo, los sotos de castaños ocupan menos del diez por ciento del área de distribución del oso pardo cantábrico. De este modo, aumentar esta superficie en las áreas oseras y conservar y mejorar las masas ya existentes resulta esencial para la conservación de la especie.

De este modo, los osos dispondrán de frutos que sustituyan a su tradicional dieta de arándanos silvestres, un arbusto que ha reducido su producción en los últimos años debido al aumento de las temperaturas, lo que adelanta la floración y expone al arbusto a heladas tardías. Con este mismo objetivo, el proyecto prevé plantar arbustos de especies autóctonas y productoras de fruto que sirvan de alimento al oso, como cerezos, manzanos, arraclanes, mostajos y serbales en 155 hectáreas.

Se calcula que en un plazo de entre ocho y doce años, estos árboles de nueva plantación habrán crecido lo suficiente y podrán ofrecer ya alimento a los plantígrados y al resto de especies que habitan los montes, explicó la ingeniera de montes de la FOP María Gómez.

La base científica del proyecto reside en más de cincuenta documentos y distintos estudios de universidades como la de Oviedo, Valladolid, Cantabria y Extremadura. Y “si, como parece, funciona bien las administraciones tendrán que tomar nota”, apostilla Palomero.

El proyecto y el cambio climático

En opinión del presidente de FOP, los efectos del cambio climático sobre la población de osos se dejarán sentir especialmente en dos ámbitos. El aumento de las temperaturas provocará que la especie reduzca sus periodos de hibernación, lo que previsiblemente se traduzca a su vez en una mayor presencia de osos activos en invierno.

Esto puede suponer que el plantígrado se encuentre con una escasez de fuentes de alimentación, una cuestión que se aborda a través de estas plantaciones. Desde el pasado mes de octubre, ya se han plantado cerca de 30.000 árboles y arbustos, con la previsión de que esa cifra alcance a principios de abril el umbral de 70.000 frutales plantados. Además, las plantaciones corren a cargo de dos cuadrillas forestales formadas por tres mujeres y tres hombres, todos vecinos de las zonas, lo que contribuye a la creación de empleo local.

Además, el proyecto trabaja también en el ámbito de la divulgación y la información, mediante acuerdos con las federaciones de caza y de deportes de montaña para difundir una serie de recomendaciones y consejos de qué hacer si te encuentras un oso o ves sus huellas mientras practicas deportes de montaña, a través de infografías y vídeos de dibujos animados. De este modo, se pretende promover la “convivencia pacífica” con el ser humano, para que “el oso sea un activo económico para estos territorios sin accidentes”, explicó el presidente de FOP.

Por su parte, el representante de la Fundación Biodiversidad, Víctor Gutiérrez, señaló que el proyecto pretende favorecer la biodiversidad en estos ecosistemas para hacerlos “más resilientes” ante el escenario del cambio climático. Gutiérrez destacó el “momento de oportunidad” que supone la puesta en marcha de planes de recuperación y subrayó que los 900 proyectos impulsados por el programa LIFE gracias a una inversión global de 1.600 millones de euros han resultado “una herramienta clave para la conservación” de otras especies como el lince ibérico, el águila imperial o el buitre negro.

En la misma línea, el técnico de la Fundación Patrimonio Natural Eduardo Álvarez explicó que la iniciativa prevé crear seis bosques demostrativos, tres de ellos en la provincia de Palencia y otros tres en las zonas del Alto Sil y de la sierra de Ancares, en la provincia de León. Álvarez valoró la oportunidad que ofrecen estos “bosques modelo” a la hora de establecer directrices de gestión para las masas forestales donde vive el oso pardo.

Hasta la primavera de 2025, el proyecto invertirá 2.580.000 euros en sus diversas acciones, en un presupuesto financiado al 75% por la Comisión Europea. Al respecto, el proyecto prevé comprar una superficie de 15 hectáreas de sotos de castaños, de la mano de acuerdos de custodia con propietarios particulares. También se llevarán a cabo tratamientos selvícolas experimentales para mejorar la regeneración natural y la producción de frutos, así como campañas de sensibilización y otras actividades de difusión.

Qué hacer si te encuentras un oso

En los últimos 50 años, la primavera se ha adelantado cinco días por década. Al mismo tiempo, los inviernos se han calentado cuatro décimas por década. Los escenarios climáticos prevén que esta dinámica se prolongue varias décadas más.

Esta situación provocará que haya más osos activos en invierno, con lo que puedan aumentar los encuentros con ellos, explican los responsables del proyecto, que insisten en que “las actividades invernales de ocio son compatibles con la presencia de osos. Hay que administrar que los osos sean un atractivo económico, pero que la convivencia sea pacífica. Cada vez hay más gente en nuestras montañas pero hay que saber que estamos en el 'país de los osos' ”. En definitiva, “se trata de saber lo que hacer y lo que no hacer para evitar incidentes”, recalcan.

En ese sentido, las recomendaciones para los aficionados a la montaña pasan por caminar por las rutas señalizadas, evitar seguir sus rastros, recoger la basura para que no se convierta en un reclamo para los animales y mantenerse a distancia y sin causar molestias en caso de observarlo, sobre todo si se trata de hembras con crías.

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