La taberna Cuervo cumple 60 años y tres generaciones de matriarcado en el Barrio Húmedo de León

De I a D, Teodora, Mayte, Sara y Pedro, las tres generaciones de los últimos 60 años de la taberna Cuervo del Barrio Húmedo de León.

Elisabet Alba

“Si tengo que dar tapa por la noche cierro el bar”. Teodora Pérez tenía 27 años y un niño de tres cuando su marido 'Tino', Agustín García, la convenció para dejar su pueblo, Cimanes del Tejar, y ponerse al frente del Cuervo, la taberna del Barrio Húmedo de León que cumple 60 años y tres generaciones de matriarcado. Era 1963 y no podían siquiera imaginar que acabarían traspasando el negocio a su hija María Teresa, 'Mayte', que por aquel entonces aún no había nacido y que ha criado a sus hijos, Sara y Pedro, de la misma manera que creció ella, detrás de la barra de un bar. La suya es una historia familiar y la de la transformación del barrio más famoso de la ciudad de León.

“No estaba León en mí”, dice Teodora, con el peso emocional que le supone todavía ahora reconocer que tuvo que abandonar antes de lo que le habría gustado su casa de toda la vida “con baño” para mudarse a la gran ciudad que paradójicamente le ofrecía menos comodidades. Tampoco le hizo sentirse mejor que, a la firma del traspaso del negocio, la anterior regenta le espetara: “Venga hija, que llevo yo aquí 14 años ya. ¡A ver si duráis tantos!” Un comentario a mitad de camino entre el chascarrillo y la afrenta que se le quedó grabado a fuego y al que hoy responde orgullosa que “vaya si aguanté 14 años. ¡Estuve 30!”

De ese Cuervo original, que nació antes de la guerra con el nombre del apellido de sus fundadores -“una taberna de las de antes, como las de las películas del Oeste”- no queda nada, ni tan siquiera una foto, “¡con lo bonito que era!” “Era un negocio completo con bar, cocina para dar comidas, parte de pensión y parte de vivienda”, encajado en un edificio enorme con entrada por la calle La Paloma que fue demolido por completo a los cuatro años de su llegada, en 1967.

“Teníamos derecho a volver”, por eso, mientras construían el edificio nuevo con el nuevo Cuervo, abrieron un Cuervo en La Chantría. “Inauguramos el bar tal y como está hoy en noviembre del 70. Cuando Mayte se fue del antiguo tenía un año y cuando volvió al nuevo, exactamente en el mismo sitio pero con entrada por la Sal, cuatro”. El de esos años era “un bar de cuando en León no se daban tapas por la noche. Se daban por la mañana, a la 'hora del blanco'. El boom de la tapa surge a mediados de los 80, ¡y nos pilló!”, recuerda Teodora, que se apresura a añadir que “hasta el 90 trabajamos mucho. Se vendían 100 chivos en dos o tres meses. Muchas mollejas, callos, pulpo... ¡Tenía una señora solo para lavar los calamares!”

Coincidencia o no, “me casé en el 88 con un camarero”, sonríe Mayte. En agosto del 90 sus padres cerraron por vacaciones y ya reabrieron ella y su marido. Aprovecharon ese tiempo para hacer cambios y transformar la tradicional taberna en un café pub, con cócteles y cafés especiales, como los que se estilaban en la época. “Esa primera reforma fue poca cosa. Más mobiliario que estructural”, para deshacerse de la cocina durante 15 años.

“Éramos Club de Ajedrez Café Cuervo, bastante importante en Castilla y León”, y en sus paredes todavía exponen con orgullo los premios que cosecharon. Pero en 2005, “nos liamos la manta a la cabeza, hicimos obra y volvimos a poner cocina y restaurante”. Los bares de café de los 90 se habían ido muriendo poco a poco y empezaron a popularizarse los bares de tarde para, ya en los 2000, presenciar la auténtica masificación del Barrio Húmedo que no paró hasta convertirse en lo que es hoy. “Cambió la forma de divertirse” y, con ella, lo que antes habían sido imprenta, zapatería, mercería, sastrería, droguería, muebles y tiendas de ropa y comestibles, “hoy son todo bares”.

Sara y Pedro 'nacieron' en el Cuervo y pasaron, casi de manera natural, de estar jugando de un lado de la barra a ponerse detrás de ella, como hizo su madre Mayte. “El bar ha ido cogiendo su propio camino” si bien, resaltan orgullosos, sus clientes son “los de siempre”, lo que les permite ser independientes del turismo, “por eso trabajamos todo el año, que a lo mejor es lo bueno”. “Ha cambiado el bar, el barrio y la forma de trabajar”. Mantienen los cafés, los batidos y la 'primera copa', las tapas que ya son marca de la casa y la música en directo, aunque “menos de lo que nos gustaría”.

“Somos los que más años llevamos con el Cuervo y uno de los bares más antiguos de León con tradición familiar”, subraya Sara, a lo que su madre añade que: “Estamos El Besugo, El Benito y nosotros”. Y hay que celebrarlo. Por eso, se han propuesto celebrar el aniversario por todo lo alto, con catas de cervezas artesanales, maridajes con vinos, algún filandón, un torneo de ajedrez los días 12, 13 y 14 de julio y alguna actuación musical a lo largo del año, dejando para diciembre, “el mes del aniversario”, las cosas más grandes. “Intentaremos recuperar nuestro estilo musical tradicional, de cantautor, y también teatro”.

La de Teodora, Tino, Mayte, Sara y Pedro no es solo una historia familiar sirviendo claretes y vino caliente con sopas de ajo y cecina de chivo en el Cuervo. Es la de un bar “regentado por mujeres” durante un matriarcado que cumple ya 60 años mientras la ciudad vivía una auténtica metamorfosis y la hostelería conquistaba el que hoy es el barrio más famoso de León, el Húmedo, en el que ya es impensable que no se ponga tapa por la noche.

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