Un cielo en la tierra para los galgos

Uno de los perros de la Asociación Galgos de León necesita ayuda por un problema en las patas traseras.

Elena F. Gordón / ICAL

“Todos me van bien. Siendo feto creo que ya tenía los perros en la cabeza. No me imagino la vida sin ellos; te dan tanto por nada...”. Así se expresa Lorena Alonso García, ‘alma mater’ de la asociación Galgos León, que fundó hace cinco años junto a Gloria Puente Fernández.

Esta leonesa de 43 años, que se define como amante de los perros desde que tiene uso de razón, ejerce como máxima responsable, desde hace tiempo en solitario, de un colectivo que se sostiene con las cuotas de sus 88 socios colaboradores, las casas de acogida, donaciones puntuales, particulares que se ofrecen para viajes solidarios y la ayuda de su amiga Ana Isabel Morán Iglesias. No reciben ayuda pública ninguna y en su página web y a través de Facebook e Instagram ponen a la venta objetos como collares y abrigos para perros.

El resto, principalmente, lo aportan su tesón y las horas de dedicación, aunque destaca también el papel del Hotel Canino Las Lomas y de su responsable, María, que ajusta sus precios para hacérselos asequibles e incluso ejerce de casa de acogida en ocasiones para atender a los ejemplares pendientes de adopción, ya que Galgos León no cuenta con refugio propio. La Clínica Veterinaria Ricardo Díez Reyero también contribuye de forma activa al funcionamiento del colectivo y en el capítulo de menciones Lorena tampoco olvida al Hospital Veterinario de la Universidad de León.

En su primer lustro de vida, la asociación contabiliza unos 600 rescates. El primer año fueron 65 y el boca a boca ha hecho crecer la demanda. “Cada año hay más, porque somos más conocidos. Entre los mismos cazadores se corre la voz. Con eso de que no hay liebres para cazar, les sobran perros”, comenta.

Cuando recoge a un perro siente una mezcla de pena y rabia. “Se deshacen de ellos con tanta facilidad”, lamenta, y recuerda que la vida ‘útil’ de un galgo para la caza son cinco o seis años y pueden llegar a vivir 15 o 16. Lorena acumula muchas experiencias y momentos complicados, de los que dejan huella, como lo ocurrido con Ayla, que apareció quemada en el entorno de La Bañeza. Había sido rociada con un líquido abrasivo al que se prendió fuego. “Se salvó y está preciosa”, resume para quedarse con lo mejor del caso. También cita a Caramelo, que apareció “atropellado, por la misma zona, y que no se sabe cómo libró porque no le quedaba un hueso sano” y recuerda a algunos que padecían sarna “y daba pena verlos”.

Del presente destaca a Oliver y Malta, dos hermanos que llevan ya un año en el Hotel Canino Las Lomas esperando que alguien se enamore de ellos. Son los más veteranos del lugar y necesitan un adoptante que disponga de una finca y que no tenga obligación de sacarlos a la calle. Lorena explica que cuesta más dar salida a los machos. “Las hembras suelen ser más pequeñas y dicen que más cariñosas, pero al final es el carácter de cada uno. En mi caso son ellos más cariñosos”, matiza.

Los galgos son una de las razas de perro más robadas, “lo que significa que hay mucho furtivismo”, y al estar asociados al mundo de la caza mucha gente piensa que necesitan una gran actividad física y ella se esfuerza en desmentirlo. “Son todavía muy desconocidos. Los míos tienen finca, pero están dentro de casa; tienen su propia habitación. Se piensa que necesitan mucho ejercicio, pero la realidad es que no hay más vago” afirma.

“No los damos para fincas sino para estar en casa. Son muy frioleros, transmiten tranquilidad, son perfectos para un piso, por muy grandes que sean y pueden acompañar a correr. Son cariñosos, alegres y graciosos. Son especiales, la verdad, estos perros”, detalla como carta de presentación para cualquiera que pueda estar interesado en adoptar uno. “Los galgos son especiales por lo que pasa esta raza. Es complicado que cambie esto. Tienen que pasar muchos años para que cambie la mentalidad de la gente y de tratarlos como objetos. Las leyes no valen”, reflexiona.

Han recogido algunos en malas condiciones, pero denunciarlo no es una opción cuando hacerlo podría propiciar un fin fatal para otros ejemplares. “Los hijos de los cazadores ven con normalidad que se abandonen”, expone como apoyo a su idea de que se trata de un problema sin solución a la vista.

“Me llaman los galgueros directamente, acudimos a rescatarlos y a veces nos los acercan. Un 90 por ciento son de galgueros y el resto aparecen abandonados. La gran mayoría vienen cedidos de ellos... al final los están abandonando”, comenta y añade que han recibido “solamente unos pocos” procedentes de carreras. Su ámbito de actuación, aparte de León, llega a Palencia, Valladolid, Zamora y Burgos en alguna ocasión. De la vecina Asturias, donde la caza no es tan habitual, proceden muchos de los adoptantes.

Lorena predica con el ejemplo y cuenta con detalle la bonita historia de cada unos de sus galgos (Tito, Zoe, Teo, Tina, Flor y Sol) y la de sus hermanos Urko (mastín) y Lucas (mestizo). El amor hacia ellos y hacia los perros en general le lleva a pasar “todo el día colgada del teléfono, hablando con cazadores, veterinarios, adoptantes o casas de acogida”.

El 1 de febrero se celebra el Día Mundial del Galgo -es cuando concluye la temporada de caza- y el domingo 5 tendrá lugar, como cada año, un paseo reivindicativo al que se suman 44 ciudades españolas (en la capital leonesa tendrá lugar a las 12 horas en la plaza de Guzmán) para reclamar el fin de la actividad cinegética. A las personas interesadas en conocer más sobre esta raza y su realidad, Lorena les recomienda el visionado de los documentales ‘Yo galgo’ y ‘Febrero. El miedo de los galgos’.

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