Conoce la Nochevieja Universitaria de Salamanca desde dentro

Noche Vieja Universitaria Salamanca 2022

Nuria V. Martín

Yo supe que maduré el día que antepuse mi temperatura corporal a lo que opinaran los demás. Así que con unos años más de experiencia vital a mis espaldas y mucha madurez me preparo a para ir a la Nochevieja Universitaria de Salamanca. Lejos queda la chaquetita y el eyeliner que me acompañaron en 2011, última vez que me dispuse a poner un pie en La Plaza Mayor de Salamanca una noche como esta. Digo “me dispuse”, que no que lo consiguiera porque, de aquella, mis pies no tocaron el suelo ni antes ni después de las campanadas.

Lo de tocar el suelo ya se verá. De momento, vamos controlando lo que está de nuestra mano, que es el frío, con toda la equitación de dos amigas que, a pesar de ser de aquí, la edad nos hace decir eso de: “total, si aquí no nos conoce nadie”. Y en la otra mano tenemos nuestra chuches, sin gluten.

Sí, somos unas nostálgicas que recurrimos a nuestros dulces clásicos. Sí somos. Corría diciembre del 2003 cuando asistí a mi primera nochevieja universitaria. Hacía pocos años -1999- que había empezado, por casualidad, una tradición que se convertiría en una cita obligatoria para la noche salmantina. La idea nació de la necesidad de despedirse de aquellos desconocidos que, en cosa de un trimestre, se habían hecho imprescindibles en tu vida. Y si las Navidades son para pasarlas en familia, hay amigos de los años universitarios que terminan formando parte de ella. Licenciada, por primera vez, en 2008 puedo decir bien orgullosa que algunos de mis mejores amigos de ahora son de esa época.

Una grata sorpresa

Pero volviendo al presente. Antes, incluso, de cruzar el doble cordón policial me di cuenta en lo equivocada que estaba con algunas ideas preconcebidas con las que me reencontraba con esta fiesta.

La primera es que no aparentamos la edad que tenemos. Antes de llegar a la Plaza, en varias ocasiones, la Cruz Roja nos ofreció condones. Una buena iniciativa de prevención, aunque muchos de ellos terminaros como globos decorativos de la multitud. Y del cielo nuestra mirada se dirigieron al suelo, de donde rescatamos una caja de cartón con el logo de Turismo de Salamanca que quería #con-cienciar de una noche divertida, pero responsable.

Y retomando lo de nuestra joven apariencia, de verdad que no lo decimos nosotras, es que ante la repetida pregunta de: “¿vosotras qué estudiáis?” ¿Qué puedes pensar? Pues que esto lo tienes que repetir más veces para volver a casa con la autoestima reconstruida.  

Otra llamativa apreciación es que este año el aforo era mucho más reducido, cosa que agradecí, aunque parece que los asistentes no tanto según me trasladaron algunos charros veteranos, “hay bastante menos gente y son mucho más jóvenes”, bromean Álvaro y Alberto. Sin embargo, novatas como Paloma y sus amigas zamoranas opinan que “aunque la gente que han traído no es tan guay -refiriéndose al maestro de ceremonia y músicos- el ambiente está muy bien porque después de la pandemia ya tenemos ganas de una fiesta así de grande”.

Sorprendida me hallo al descubrir que eso de las golosinas ya no lleva. Vamos, que no las lleva nadie. “Decían que las daban”, aseguran Álvaro y Alberto, que a pesar de sus años de experiencia no vinieron preparados para la ocasión. Cierto es, tengo que decir, que repartieron algunas. Tiraron cuatro bolsas desde el escenario... Y llámame loca, pero creo que se quedaron un poquito cortos para tanta gente. Gente, que por cierto, iba como recién salida de la cena familiar el 31 de diciembre.

Rodeada de tanta gente joven, me doy cuenta de que ir tan abrigada llega a rozar el concepto de mala idea. Y es que escuchar temas que yo bailaba con su edad me hace dar que algún otro brinco, lo reconozco. Lo que me termina colocando delante de un grupo de estudiantes portuguesas de Erasmus. “No sabíamos que existía esto y hemos descubierto que viene mucha gente de Portugal”, me confiesan Alexandra, Flavia y Patricia. Sin saberlo, ellas son la verdadera esencia de esta fiesta, ya que en unos días se despiden de Salamanca y de los amigos que han hecho en el semestre que duraba su aventura en el país vecino.

Y es cierto que la Nochevieja Universitaria conecta todos los puntos de nuestro país, y parte del extranjero, porque en un mismo grupo me rodeo de jóvenes de Granada, Ávila, Galicia y Segovia que tenían claro cuál era su plan de hoy, “me hubiese pegado un tiro si no no vengo porque es la primera vez. Hay que vivirlo”.

Gominolas en mano (les dimos algunas a las chicas del Erasmus) nos dispusimos a no morir en el intento de comer las 12, aunque la organización no tenía muy claro el funcionamiento del reloj. Minuto arriba, minuto abajo, dimos por bienvenido el “nuevo año” con temazos como 'Física o Química' o 'Los Hombres de Paco', aunque seguimos sin entender por qué todos las conocían cuando dudo de la existencia de algunos cuando se emitían. Quince minutos de la hora en la que la carroza de Cenicienta se convierte en calabaza acabó la fiesta en la Plaza para dar paso a los bares. No olvidemos, que este evento está organizado por los Hosteleros.

“Está feo”

Es una expresión muy extendida entre los jóvenes y, aunque esta noche en su mayoría es diversión y buen rollo, hay un par de cositas que no están muy acertadas. La primera, nos la cuentan Lucía, Carmen, Patricia, Carolina, María y Sara mientras aguardan cola para entrar la discoteca Camelot, “una agencia vendía por 13€ invitaciones para varias discotecas con dos consumiciones, pero esto es una estafa porque nos hacen pasar frío y si no cumples con el dress code -código de vestimenta- no te dejan pasar y según el día te piden tener más edad”.

Al ver que nosotras no cumplíamos con algunas de las normas de la noche decidimos emprender la retirada antes de la 1:00 AM. No sin antes pasarnos por última vez por la Plaza Mayor y comprobar, lo que nos temíamos, 'Lo que natura non da, Salamanca no presta'.

Etiquetas
stats