Magosto en la Cepeda: la llama de la tradición que surge desde abajo

El numeroso público asistente al filandón en el magosto de Villamejil.

Abel Aparicio

Este sábado el pueblo de Villamejil, en la comarca de la Cepeda, acogió un evento social y cultural de lo más animado al sabor de las castañas y las sopas de trucha.

Sobre las siete de la tarde dio comienzo en la cantina un filandón con forma de mesa redonda. Jorge Aller, alma mater de la jornada, que contó con el apoyo de Farrapos y la Asociación Cultural Rey Ordoño I, amigos de la Cepeda, dio la bienvenida al numeroso público asistente y presentó a los intervinientes. El primero en hacerlo fue Jesús Palmero, que junto a Cristina Pimentel son los responsables de la editorial Marciano Sonoro Ediciones, asentada en San Román de la Vega.

Palmero puso de manifiesto que en la editorial apuestan por la autogestión, aunque no se cierran a colaborar en algún proyecto institucional: “Consideramos que la divulgación histórica, sección por la que estamos apostando últimamente, hay que entenderla de abajo a arriba”. Defendió que “la gran historia no se entiende sin las pequeñas historias, y en eso estamos, recogiendo testimonios en primera persona de aquellos y aquellas que vivieron procesos históricos, como por ejemplo, Conquistar el pan y la libertad, sobre la formación de las Comisiones Obreras en el Bierzo y Laciana”.

Otro de los proyectos que forma parte de su biblioteca es “Tierra de lobos”, del cepedano José Serrano. Un libro “formado por un conjunto de historias reales, recogidas en la propia fuente, cotidianas, pero que si no las ponemos negro sobre blando, corremos el riesgo de que se pierdan”. Jesús defendió que lo global se hace desde lo local, porque si no, al no tener raíz, no prende.

Los siguientes en hacerlo fueron Alejandro y Carlos, del Colectivo el Regachón, con base en Veguellina de Órbigo. Carlos explicó que el origen del colectivo, fundado por unas quince personas y que ya cuenta con más de doscientos socios, no fue otro que tener una oferta tanto cultural como deportiva no solo en Veguellina, sino en todo el Órbigo. “Pusimos en marcha el Festival Urbikoa, que arrancó el año pasado y que en esta segunda edición superó todas nuestras expectativas”. Alejandro habló del proyecto Mujeres Majaras, una apuesta para conocer y dar a conocer a las mujeres que viven o desarrollan su actividad en el medio rural.

Pasando el micrófono, le llegó el turno a Sara Álvarez, del proyecto Camminus, con sede en el Centro Cultural de los Castros (Riescuru) y cuyo ámbito de actuación es la comarca de Ḷḷaciana. Sara quiso dejar claro que este proyecto está formado por los vecinos y vecinas del valle, y su objetivo es fomentar la participación y la producción. Con eventos tan potentes como el Samhain o la Feria del Libro en el Pozu Maria. “Ḷḷaciana fue una comarca ganadera y agrícola, luego minera y ahora, con el fin del carbón, tiene que buscarse. No podemos pensar todo el día en lo que fuimos, nos reinventamos varias veces y lo haremos tantas como haga falta”, señaló.

Sara quiso ser incisiva en un punto clave: recuperar el poder de decisión de las instituciones pequeñas. “No puede ser que desde Europa, el Gobierno de España, la Junta de Castilla y León y la Diputación de León nos digan: tomad, tenéis este dinero para hacer esto. Perdona un momento, ¿me preguntaste cuáles son mis necesidades?”, lamentó. También señaló que pasa algo similar con la cultura, porque las instituciones piden “elegir entre tales fechas quién de estas personas quieres que venga... Nos tratan con un infantilismo que resulta insultante, nos sentimos totalmente tuteladas”.

Álvarez quiso finalizar su turno de palabra hablando de una mesa redonda a la que fue invitada en Medina de Rioseco y que llevaba por título La atención a las demandas de la España rural, en la que quiso dejar claro que no es necesario que desde los medios de comunicación se hagan piezas para que valide al mundo rural en las ciudades, sino que“las decisiones se tienen que tomar aquí, en los pueblos, por eso son tan importantes las juntas vecinales”.

Los últimos en tomar la palabra fueron Bruno Bodelón, Lucía Suárez y Raúl Ochoa, de El Filandón Berciano. El primero, entre risas, empezó diciendo que venían del otro lado del Manzanal, una frase que escucha tanto allí en el Bierzo como al otro lado del puerto y a la que no acaba de encontrarle la gracia, ya que es el mismo territorio y comparten los mismos problemas. “En el filandón berciano hacemos actividades que van desde potenciar el asturllionés en el Bierzo, un taller de máscaras en el Entroido Berciano de Valtuille hasta una cata de vinos”, quiso señalar, para a continuación, decir que “nacimos a causa de la rabia que sentimos por la situación de esta tierra, y lo que nos une, que fundamentalmente es ser jóvenes bercianos y de una clase social baja y rural”. 

Por su parte, Lucía Suárez reiteró varias veces que no se debe olvidar el pasado minero del Bierzo, pero lo que no se puede hacer es lamentarse de lo que fuimos y ya no somos. Y Ochoa destacó, desde el mismo prisma de Sara, que si Filandón Berciano tiene algo claro es la defensa de las instituciones pequeñas, desde juntas vecinales hasta pequeños ayuntamientos.

El filandón finalizó con el problema de la vivienda en los pueblos o los requisitos para abrir un pequeño negocio. “No puedes exigir lo mismo para abrir un restaurante en el Húmedo de León que para abrir una cantina en Villlagatón”, señaló Bruno.

Luego, las palabras dichas dieron paso a las cantadas, en primer lugar, por parte de Ruxideira, pandereteiras de Llión. Entre canción y canción iban llegando bandejas de castañas acompañadas de bailes por parte de los vecinos y vecinas. A continuación Edilberto Rodríguez, músico y pastor de Pombriego, mostró sus dotes tanto a la pandereta, como al cante y al baile.

Avanzada la noche, mientras Harina de otro costal le daba paso a Segis y Nacho, las sopas caseras de trucha y la empana regada por vino y otros licores hicieron las delicias del respetable. Dj Rob Bop puso el fin de fiesta a una jornada que los organizadores esperan repetir debido al éxito cosechado.

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