El cierre por sorpresa de Los Pelayos deja 'huérfana' la Plaza de las Palomas
Ha cerrado el bar Los Pelayos de la Plaza de las Palomas, la Plaza de San Marcelo. El Boli ha echado la trapa. Los enormes carteles de 'Se alquila' en sus dos ventanales no dejan lugar a dudas y provoca mayúscula sorpresa y crecientes comentarios. No en vano, el pequeño y entrañable establecimiento en el corazón de la capital era no uno de los más antiguos pero sí uno de los más concurridos atraídos por sus opíparos desayunos, tertulias políticas, cafés de agentes de policía, cañas bien tiradas, tapas y raciones convertidas en alimento de culto y sobre todo charla, charla y más charla: la que tenía su conocido dueño, José Manuel Flecha, el 'Boli' para todos.
No resulta fácil saber el motivo del cierre, que se produjo de la noche a la mañana y la semana pasada. “Tal día como hoy tomamos café, y al día siguiente vimos todo cerrado y los carteles puestos”, relataba esta misma mañana un parroquiano. Contactar con El Boli ha sido misión imposible y ningún 'vecino' hostelero ha podido arrojar más luz, más allá del comentario generalizado de que el fin de la renta antigua tiene algo que ver. Sólo fuentes cercanas a la propiedad del inmueble confirman que el trasfondo del cierre se debe a insalvables inconvenientes económicos.
La verdad es que el cierre de Los Pelayos deja huérfana la céntrica plaza y más en concreto toda acera situada frente al antiguo Consistorio de San Marcelo, frente de donde ahora tiene sede la Policía Local de León. Y es que hoy mismo la cafetería contigua, El Rincón de San Marcelo, permanecía también cerrada, en este caso por reformas -indica un cartel- y más allá el Restaurante Principal ya cercano al Nuevo Recrero Industrial también tenía la verja echada.
Si se le suma que continúa en alquiler el local que albergó una tienda de telefonía en sus últimos tiempos, la escena de este tramo de vía es desoladora, y más teniendo en cuenta la animación que había cobrado este verano sin ir más lejos al permitirles el Ayuntamiento instalar amplias terrazas en la plaza, sacrificando con ello algunos aparcamientos.
A las dudas del motivo del cierre decidido por El Boli, un hostelero de raza al que muchos le recuerdan años atrás en El Garbanzo Negro del Barrio Húmedo, se suma la duda de si será un adiós definitivo o un 'hasta luego'. Pero serán siempre inolvidables sus cañas y vinos, una limonada que era celebrada cada Semana Santa, aquellas tapas de pimientos de piquillo rellenos de morcilla, las croquetas de jamón, las empanadillas de bonito, el huevo encapotado, los guisos de setas, los callos a la leonesa o pulpo a la gallega. Y no menos, la interminable cháchara de El Boli, que de todo sabía y opinaba con esa ironía tan suya.
Aquí os dejamos un vídeo de hace 5 años en el que El Boli más auténtico explicaba ante las cámaras de televisión los secretos de su limonada: