Sierra de Gistreo: aquí no
La amenaza de los proyectos extractivos se cierne otra vez sobre la provincia de León. Un nuevo episodio que nos recuerda a épocas pasadas del siglo XX. Para todos aquellos que valoramos vivir en un entorno con un alta calidad medioambiental, los macroproyectos de energías renovables suponen una amenaza para las zonas en las que se proyectan.
Así, recientemente nos hemos enterado de cómo la multinacional Repsol quiere instalar molinos eólicos en la Sierra de Gistreo (Xistréu en leonés), entorno en el que se encuentran montañas tan emblemáticas como el Valdiglesia o el Catoute, amenazando con ello un medio donde el oso, el urogallo y las brañas dejan huella en la identidad de la zona.
Lo que viene a evidenciar, una vez más, es que la provincia de León es tierra de sacrificio (como indica en este artículo mi amigo Alejandro Díez, autor del blog lasendadelhayedo.com). De esta manera, volvemos a estar en la órbita de grandes capitales que buscan expoliar nuestros recursos naturales, degradando nuestro medio ambiente (quién sabe si de manera irreversible) para una vez explotado el recurso, acabar soltando un “si te vi ya no me acuerdo”.
Paradigma de esta situación fue la construcción de grandes embalses en la provincia de León, representando un claro ejemplo de explotación del medio en favor de intereses ajenos al territorio. Estas infraestructuras supusieron la inundación de valles fértiles, la destrucción de ecosistemas, el desplazamiento forzado de sus gentes y la desarticulación de la vida socioeconómica de comarcas enteras. Sin embargo, los beneficios generados por estas presas, especialmente en forma de energía hidroeléctrica, no han quedado en León, sino que fueron a parar a multinacionales con sedes en lugares lejanos. Un modelo extractivista que ha dejado un gran impacto ambiental y generado un “progreso” del que apenas fuimos partícipes.
Por tanto, la instalación de aerogeneradores en la Sierra de Xistréu plantea un conflicto moral, ambiental y económico que no podemos pasar por alto. Este proyecto no solo afectará a paisajes que han permanecido prácticamente inalterados durante siglos, donde los modos de vida han estado en sintonía con un equilibro medioambiental, sino que también pone en grave peligro la fauna de la zona, en especial del urogallo cantábrico, una de las aves más amenazadas de Europa, que podría sufrir consecuencias devastadoras al ver degradado uno de sus hábitats de extraordinario valor ambiental.
Además, sorprende la postura adoptada por algunos alcaldes de la comarca del Bierzo Alto, quienes parecen dispuestos a sacrificar el incalculable patrimonio natural de la zona a cambio de unos supuestos beneficios que el proyecto de Repsol podría generar en sus municipios. Esta actitud encarnada por los alcaldes socialistas de Bembibre, Noceda e Igüeña, denota una visión a corto plazo que ignora los daños irreparables al medio ambiente, comprometiendo el tan cacareado desarrollo sostenible que aparece en la Agenda 2030 y que su propio partido hace suya en su ideario. En consecuencia, resulta preocupante que se apueste por el dinero rápido en lugar de proteger un legado natural que pertenece no solo a los leoneses, sino a las generaciones futuras.
Por otro lado, es necesario subrayar que el problema no radica en las energías renovables en sí, cuya transición es ineludible para enfrentar la crisis climática. El problema reside en la dimensión y ubicación de estos proyectos, algunos con un coste ecológico desmesurado que grandes empresas con técnicas de ‘greenwhasing’ maquillan con el cumplimiento de unos presuntos objetivos de descarbonización. En este punto cabe decir que existen alternativas viables y menos invasivas para la instalación de aerogeneradores que no comprometen áreas de tan alto valor ecológico, enfocadas en el autoconsumo de las comunidades y no en la generación masiva de electricidad para abastecer a grandes centros consumidores que se encuentran a gran distancia.
La provincia de León, considerada uno de los territorios de mayor valor ambiental en Europa Occidental, no puede permitirse el impacto devastador de proyectos que amenacen su riqueza natural. Hablamos de un territorio que alberga ecosistemas de altísimo valor ecológico, reconocidos internacionalmente, como son las Reservas de la Biosfera o el reciente reconocimiento de las Montañas de León como Sistema de Patrimonio Agrícola de Importancia Mundial (SIPAM). De este modo, León no reúne los requisitos para albergar planes que sean invasivos con el medio, al menos los que comprometan hábitats fundamentales para la supervivencia de una fauna única.
En conclusión, las comarcas leonesas no pueden volver a escribirse con tinta del abuso a sus recursos naturales. Las heridas abiertas por décadas de proyectos extractivistas, sobre todo los relacionados con la minería del carbón, aún están presentes en la memoria del territorio. La instalación de aerogeneradores en la Sierra de Xistréu es un ejemplo más de esa visión cortoplacista que busca beneficios inmediatos a costa de recursos que deberían ser eternos. En un mundo que se enfrenta a la crisis climática, la transición energética debe basarse en un modelo que respete tanto la biodiversidad como el legado de territorios de valor único. León no necesita más sacrificios, León necesita ser un ejemplo de cómo el desarrollo puede ir de la mano de la protección de su incalculable patrimonio natural y cultural.