Para un perfecto engaño egocentrista

Restauración del cuadro de 'Los Comuneros de Castilla', de Joan Planella, en las Cortes de Valladolid.

La Junta autonómica se recrea en su mensaje, nunca dinamizador y de hermanamiento, entre dos pueblos con empuje político distinto. Uno, el leonés, encerrado 'entre paredes de un castillo', con razones porra en mano RMV, sometido, sin identidad y a empellones en plan decretazo. Y el otro, facción castellana, absorbente, centrista, usurpadora de historia ajena, en la que sus políticos muestran todo el encanto colonizador ya sin cortapisas.

Pollán, Vox, y voz al dictado, para mantener el gran escaño de presidente de las Cortes autonómicas, ha querido mostrarse como anfitrión dulce, ofreciendo “su casa” legislativa, donde en el gran vestíbulo de las Cortes autonómicas, han montado el ayer castellano, obras de arte bien colgadas o presentadas con estudiada intencionalidad historicista, para reforzamiento político castellano

Lo que pretenden transmitir no es otra cosa que lo castellano, festejado por el ente autonómico en una supervalorada faceta comunera, sellada en la degollina de Villalar. Lugar perfecto, por estar en dominio vallisoletano, embudo centralista y cómo no, para lo festero del ente autonómico. A propósito de esto diré que mañana, en próxima entrega, hablaré de Mañueco…

Puerta abierta para la exposición, pero con hora, día y número de personas para el espacio vestibular de sus Cortes, donde un cuadro de casi 30 metros cuadrados, bajo el control del Museo del Prado, que de paso y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, lo están restaurando con mimo artístico, viene a dar prestancia, marcando de paso decisión y poder al legislativo que allí impera.

Data la ejecución, la pictórica del cuadro, pues la degollina del año 1877 es otra cosa (¡Atención al dato!) el del título que el autor lo dedicó: Los Comuneros de Castilla. El artista, un catalán llamado Joan Planella, en su día presentó la obra como un episodio de la guerra comunera de Castilla. Con su pan de harina castellana se lo coman hoy otros, la intencionalidad, por supuesto, no la obra, que empezó hablando en catalán. Y aquí entra en juego el recuerdo, que para frenar a los que en esta lengua se expresaban, la gran Castilla con León sometido, querían que actuara de ¡contrapeso a las autonomías nacionalistas!

No podía faltar en su hall de altas cumbres, otro interesante título para sus conveniencias: La Batalla de Villalar. En este caso el autor es murciano, Manuel Picolo López, quien no nos muestra en imágenes la batalla, sino a vencedores y vencidos, momento estelar del que parece que se sienten 'fervientes' defensores los castellanos impulsores del ente autonómico. Pretenden que valga como ejemplo donde se muestre la lucha popular contra la tiranía. La de Carlos I. Esto es, la paja en el ojo ajeno, entonces; no ven la viga en el suyo, hoy; que es imposición, esquilmación y sometimiento autonómico al que abocan a los leoneses.

No todo iban a ser lienzos, el arte escultórico tenía que estar presente. Acuden a una obra de Venancio Blanco, dicen que: Formas para el espíritu de Castilla es una gran escultura. Aunque para la ocasión, y se les venía escapando el detalle, ahora lo quieren transformar nominalmente… en espíritu de Castilla y León. Y sin pudor añaden “fiel reflejo de la esencia de los castellanos y leoneses”.

En este caso, pues, el autor es salmantino. Al que no faltan quienes, desde el ente, y aún más próximos, le asignen la condición de un buen castellano. Mas, perdonen, ¡en puridad no hay tal, Salamanca puede ser lo que sus ciudadanos determinen, si es que se ponen a ello oficialmente, pero en tanto son pueblo leonés, heredero de la historia de un gran reino, y desde 1833, oficialmente, y en un 'tanto monta triprovincial', Región Leonesa.

Con total prudencia digo que la figura compuesta, la silueta, a mí personalmente no me causa impresión representativa de espíritu castellanoleonés, en principio por una razón de gran peso: Porque éste no existe… 

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