Las normas del burdel
El mismo modelo de pensadores que niega el cambio climático cree que los mercados se autorregulan. Hay cierta lógica en ello. No en tales pensadores ni en su razonamiento: HAY cambio climático y los acaparadores mercados se autorregulan como los cojones míos. Estos filósofos manejan más bien la pueril idea de que tanto clima como mercados son tan grandes e impresionantes que a la fuerza tienen que ser listísimos y no podemos —ni debemos— darles consejos. Ellos controlan. Hay cierta lógica, digo, en relacionar —en que relacionen—ambos conceptos. Tanto el clima como la economía son entornos que intercambian sin cesar energía pero no materia. No producen ni engendran nada pero desencadenan fuerzas poderosísimas. En la Tierra, por ejemplo, siempre hay la misma agua. Desde hace millones de años. Y la seguirá habiendo. Solo que envenenada. Concepto difícil de explicar a alguien que dice que el CO2 es bueno porque se lo comen los árboles; y luego las vaquitas que ven en sus excursiones. Estas personas asimismo utilizan autócrata y tirano como insulto, pero les agradan muchísimo los autócratas y los tiranos, no ven nada de malo en tal modelo político e incluso les gustaría de mayores convertirse en alguno especialmente aterrador y omnipotente. ¿Si tienes razón —articulan—, por qué vas a perder el tiempo discutiendo con gente de mala calidad o que ni siquiera es española? ¿Cómo vamos a cambiar los cielos siendo nosotros tan pequeñines? ¿Por qué vamos a molestar a los corpulentos mercados? Son cosas de mayores. Papá —pronúnciese popó— sabe.