Los anacronismos siempre son cómicos porque, ya lo decía Borges, presuponen que los tiempos han sido iguales o que han sido diferentes. Cuando acudo al relax termal de la sauna –yo acudo casi a diario al relax termal de la sauna– echo de menos el estrígil o estrígile y así no hay manera de relajarse. Claro que yo no me relajo nunca. Por mi puta cabeza. Podía estar tranquilín y sudar y hablar de coches y restaurantes con los otros usuarios del relax termal de mi club deportivo a los que me une el mismo nivel cultural –no somos partidarios– y económico –pobres como ratas–, pero no. Me pongo a pensar en las rascaderas que ya usaban los etruscos para eliminar aceite, arena y sudor después de sus etruscos duelos a espada. Y que Aristóteles e Hipócrates –ojo, cuidao. ¡Hipócrates!– recomendaban para eliminar la piel muerta incluso sin aplicarse aceites. Hipócrates aconsejaba más bien la esponja en vez del estrígil o estrígile para casos de dermatitis graves. ¡¿Y a qué viene, vive el cielo, esta conseja endiablada del estrígil y la espada y del aceite y del duelo?! Pues a que hay épocas y civilizaciones que molan más que otras y eso es así y por ello nos entretienen y atormentan con unas y no sabemos nada de otras. A ver, que lo de Arsuaga con los cavernícolas y su lucha contra los dinosaurios es vistoso y se inventa una cosa cada verano para que visiten y patrocinen su yacimiento personas con pañuelo y chalequín, que no es fácil. O la tuna, que también cubre varios estratos geológicos… A lo que voy: no hay ferias etruscas o visigodas. Por ejemplo. Se dan sesudas y campaniformes exhibiciones museísticas, sí, pero no cubren los huecos. Parece ser que hay trozos –largos– de historia donde no ha pasado nada sexi. Los que tienen espadinas y traje chulo y melenas son los vikingos –o los celtas, que son los mismos en gallego– y los romanos. Aunque yo veo imposible que los druidas cobraran esos disparates por un tapita de pulpo no solo en la Baja Edad Media, sino en la Alta. Y que hubiera tanta gente en zancos. Por alta que fuese. Aquí moros no tuvimos nunca. Bueno. Pocos. Y andaban liados inventando los números y poniéndole nombre a las estrellas los tíos fanáticos. ¿Qué vas a hacer en una feria moro/árabe? ¿Enseñar matemáticas o astronomía a los ninios? Menudo coñazo. O sea, te disfrazas de moro y cristiano ¡¿y te pones a reproducir cómo intercambiaban conocimientos?! No. Haces cómo se daban de hostias. Con caballos. Y cuadrigas. Eso sí. En cambio durante el Reino de León se construyó el estadio de fútbol ese tan grande que tenemos. No me extraña que lo echemos de menos y ahí sí hay romería ¡hombre ya! ¡Reinos! ¡Y romanos! ¡Y cosas! ¡Y la Virgen María! Porque Jálogüin, no. Pero la Virgen María sí es lo nuestro. De la tierrina. Bueno. De al lado. Y de toda la vida. Desde el Segundo Concilio de Constantinopla. ¡Si hay una en todos los pueblos! Pero estas criaturas entrañables –vírgenes y cristos y santos y tal– disponen en efecto de abundantes establecimientos y hangares y procesiones. Es un tema muy otro.