El viaje del héroe

Es ya un clásico de Internet el comienzo de La guerra de las galaxias finalizado abruptamente: una pequeña nave abandona el crucero con R2D2 y C3PO dentro llevando el mensaje de socorro de la Princesa Leia. Los soldados imperiales se percatan: —Una cápsula de salvamento se escapa. —¿Hay alguien dentro? —No se detecta presencia humana. —Destrúyela igual por si hay androides. FIN ¡Claro que sí! Ni ewoks ni hostias. Pues bien, esto se puede aplicar a gran número de películas. No podía dejar pasar un ejercicio tan tonto de irresponsabilidad narrativa. Ahí van otros seis o siete ejemplos: Uno de los nuestros: —¡Mira que había en el barrio! pero, desde que recuerdo, nunca quise ser un gangster. FIN. Blade Runner: —Unos Nexus 6 se han escapado de sus bases y han llegado a la Tierra. —¿Quieres que los elimine, Bryant? —No hace falta. Tienen un seguro de longevidad y se mueren solos. —¿Y me has hecho venir para…? —Me aburro un poco. FIN. El resplandor: —¿Qué? ¿Te gusta mi novela? —Es un poco repetitiva. ¿No quieres mejor una copa? —Me vendría fenomenal, Wendy, porque me estoy volviendo loco. FIN. Casablanca: —Hola, queríamos ver a Rick. —No, yo soy Ferrari, el nuevo propietario. Rick pilló unos salvoconductos y se marchó con el pianista. Ahora ya deben estar los dos en Nueva York. —Vaya por Dios. —¿Les pongo algo? FIN. Alien: —Dice Madre que ha encontrado un planeta y que bajemos a ver. —¿Pa eso nos despierta? ¡No tenemos más que hacer que parar cada dos por tres a mirar planetas! Venga, todos a sobar otra vez. FIN. Parque Jurásico: —Has hecho dinosaurios. Cómo mola. —Pues sí. —¿Cierran bien las puertas? —Hombre, ¡clono especies desaparecidas hace sesenta millones de años y no voy a saber hacer puertas que cierren! —Vale, vale. Perdona. FIN. El padrino: —Digo yo de matar a los de las demás familias antes de que nos la preparen. —Venga. FIN. Pues ya está. Pueden hacer ustedes mismos sus combinaciones con múltiples cintas, que suelen tratar de metomentodos que, si estuvieran a lo suyo, no pasaría nada. Qué ganas de líos. Cortar rápido antes de que pasen cosas horribles es el tema de esta columna. Eliminar el conflicto en su raíz. En el caso de viajes en el tiempo siempre sale lo de matar a Hitler. A nadie se le ocurre ir hacia atrás en el tiempo y votar a Otto Wels en las elecciones de julio de 1932. Somos viajeros temporales. No lo podemos evitar; en una sola dirección y sentido, eso sí. Pero las situaciones se repiten y podemos saber del pasado. A Otto Wels –del Partido Socialdemócrata– y al mundo en general le hubieran venido muy bien unos cuantos escaños más. Se quedó en 133 y el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán llegó a los 230. Minoría. Pero. Claro que el tiempo pasa o eso nos parece –de forma lineal– y sigue habiendo gente que dice que no vota. ¿Para qué? Son todos iguales. La palabra fin sigue estando muy lejos.