¿Cuántos litros de pintura rosa hacen falta para resignificar el Valle de los Caídos?

El Valle de los Caídos en tono rosa.

Hay que estar loco para ponerle un título así a este artículo, pero es que la locura ingeniosa y la escritura son dos caras de la misma moneda desde el Elogio de la locura de Erasmo de Roterdam, y sobre todo desde El Quijote. Por eso, ahora que con este título he llamado tu atención, quiero hablarte sobre la feria del libro con menos presupuesto de toda España (eso un hecho probado) y la que tiene peor ubicación (eso es una opinión): la Feria del Libro de León, la cual acaba de arrancar.

“Ya no queda buen gusto, ni siquiera en provincias” escribió Álvaro Cunqueiro en El laberinto habitado. ¿Será por eso que este año la Feria del Libro de León la han pregonado cocineros en vez de escritores?

Sea como fuere esta semana en León, esta ciudad urbana a su manera pero tan literaria e hipnótica que Juan Pedro Aparicio la ha llamado con acierto La ciudad inventada (de Aparicio es el título del magnífico libro de José Enrique Martínez que estamos deseando que este insigne estudioso amplíe) están de fiesta los libros.

Un libro es un almacén de sueños, un botín compartido, y una guerra contra el tiempo más barata y efectiva que la cirugía estética.

En efecto, leer es entre otras cosas una forma individual pero no solitaria de descubrir que, cuando a veces estamos hartos de lo posible y lo de siempre, nos queda el recurso de volver a soñar. Pero vivimos en un mundo cada vez más empequeñecido y estúpido. En este sentido leer es también un modo efectivo de aprender, de crecer de verdad, de saber. Como cuenta en sus memorias tituladas Vivir para contarla, le decía cuando niño su padre al futuro novelista y Premio Nobel Gabriel García Márquez, “cuanto más sepas menos te mandarán”.

Es muy necesaria una fiesta anual de los libros pues la inteligencia, ya que escasea, está mal vista hoy y lo que se ha puesto de moda es la exterioridad, la pose, la superficialidad y la tontería (la falta de alma en cualquier caso). Pero se trata del engaño de una época que ha olvidado que los espejos están sobrestimados, pues son los libros que una persona ha leído los que en verdad la reflejan por completo.

Por eso bueno es saber o recordar de vez en vez que leer nos hermana con lo humano, y que a quien lee se le nota cuando habla, ya que, ahora que cada vez se piensa menos y se le llama pensar a repetir los pensamientos de otros, es necesario, en una sociedad decadente como la nuestra, leer para ser un poco original y no pasar desapercibido.

Lo escribió Borges y yo se lo repito mucho a mi hija teleadicta: “Una biblioteca es un desierto sin soledad” ¡Y lo mismo es una feria del libro.

De hecho hoy más que nunca la televisión está reduciendo el espacio mental sano del mundo. Por eso toda Feria del Libro, y todo artículo que elogie la lectura hacen falta para que nos demos cuenta de que no estamos pasando sólo por una crisis económica y bélica, sino que estamos en crisis como sociedad. Que esto es el fin de una era. Agárrese a la primera tabla de salvación ya todo naufrago… Pero al menos leer nos mantiene un rato a flote. Lo dijo Tomas Moro cuando Enrique VIII ordenó que fuera encarcelado con sus libros en la Torre de Londres: “Pueden reducirme el despacio pero no la libertad”.

¡Como una incubadora, un libro es una esperanza con algo vivo dentro!

Sea pues para aprender, para entrenar nuestra capacidad de soñar, para evadirnos y divertirnos, para entender mejor la historia y a los demás habitantes de este enloquecido mundo, bueno es leer. Leer es un modo excitante de estar más formados e informados, y por eso es un modo de poder llegar a ser más libre y a ser más.

De hecho un libro es una ventana: mira, ábrela, respira hondo, piérdete en el paisaje, salta y comprueba así que sabes volar…

¡Buen viaje!

Luis Artigue, “el Kurt Vonnegut español”, es un escritor leonés con seis poemarios y ocho novelas a sus espaldas. La última, Trumpsilvania, editada por Eolas este mismo año año 2025. “Solo una novela como ésta puede ser a la vez una película escrita y dirigida a cuatro manos por George A. Romero y Dario Argento, protagonizada por Brad Pitt y Marilyn Monroe y con música compuesta expresamente por Johan Sebastian Bach”, afirma la crítica.

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