HUMOR GRÁFICO Los accidentes del verbo

Líquido

Cuando estrenaron la película de Guillermo del Toro La forma del agua yo contestaba siempre: ¡la del recipiente! Nadie me preguntaba, pero tenía razón. El agua se adapta a la vasija que la contenga. En los formatos digitales se exige, como en las operaciones de las empresas después de salir a bolsa (es curioso que no antes), cierta liquidez. Es decir, que el formato se adapte a las diferentes pantallas variando sus dimensiones sin que su proporción se deforme. Arriba. Abajo. A los lados. ¡Hop! Este razonamiento tiene que ver con que la viñeta de arriba sea cuadrada e invulnerable. Hace tiempo los programas y promesas electorales se creaban, ampliaban o monstruizaban para un público más o menos crédulo (palabra que prefiero a creyente y que considero sinónimo) según las expectativas. Esto ha cambiado. Ahora es la persona que vota la que, tranquila, elegante, displicente y diagonal desparrama su papeleta en la urna o pecera con la seguridad de que su receptor le dará el uso, reducido e incluso inexistente, que crea apropiado. ¿Para qué pensar o elegir? Discurre como el agua. Tu cauce sabrá. Be water. Hasta el colector.

 

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