A ver, igual me estoy liando o me he perdido algo... En serio. No lo entiendo. La derecha quiere quitar los impuestos a las grandes fortunas porque a las grandes fortunas no les gusta pagar impuestos y si se les obliga, por lo que sea, pues se espantan como un cervatillo y se van. Bien. ¿Para qué queremos entonces que las grandes fortunas permanezcan aquí disfrutando de nuestros servicios SI NO PAGAN IMPUESTOS? ¿Para que los de la plebe veamos cómo se casan entre ellos, así, desde más cerca? Ver, digo, porque no suelen invitar y los cortadores de jamón tórnanse inexpugnables en sus casamatas. El argumento de los cojones (y es a lo que iba) consiste en que las grandes fortunas gotean dinero (en serio: hay una teoría con nombre y todo: el trickel-down, goteo hacia abajo o derrame o supuración... hacia las hambrientas masas); supone que los ricos exudan riquezas que, gracias a la ley de la gravedad... [Ojo. Otro inciso: en la naturaleza se dan cuatro fuerzas: la gravitacional, la nuclear débil, la electromagnética y la nuclear fuerte. Si en el universo mundo ya la ley de la gravedad es una birria, en Economía, se lo juro, ni siquiera cuentan con ella. Fin del inciso o digresión]... gracias a ley de la gravedad, retomo, esas riquezas que las grandes fortunas no pueden sujetar porque les faltan manos o una bolsa grande, pues... vierten o desaguan en los necesitados. Esto, es comprobable, no ha sucedido jamás. Conocí a un fulano que hacía prospecciones para encontrar pozos (lo de buscar acuíferos con un palito le daba mucho la risa). Me contó que el agua subterránea suele estar (otra ocasión en que la gravedad pierde como el Real Valladolid) en alto y, ante mi pregunta de si no podría disponer de toda el agua del mundo viviendo al lado del caudaloso Esla, me respondió que él residía al lado de una sucursal del Santander y que jamás había visto un euro traspasando sus paredes. Los bancos, el dinero, las grandes fortunas... son absolutamente impermeables. La gente que jalea esta iniciativa de perdonarles (más) impuestos a la gente que posee la pasta es o bien porque creen que ellos mismos pertenecen a ese diminuto grupo (y van a platós de televisión como espectadores porque se aburren de jugar al polo) o bien porque esperan lamer el benéfico (e ilusorio) sudor de los millonarios. Esas personas, desgraciadas y deliradas, pobres, ciegas, desnudas, cuitadas, inocentes... votan. 

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