Cómo se construye un pueblo: Villablino en la primera mitad del siglo XX

Villablino a principios de los años 60 del S. XX

Luis Álvarez

La mayoría de las poblaciones de tamaño grande o mediano de la provincia de León han experimentado a lo largo del siglo pasado un incremento considerable en población y en su extensión territorial. En el caso de Villablino el incremento poblacional en los picos más altos fue de seis veces en el municipio pasando de 2.802 (en el año 1900) a 16.795 (en 1986) habitantes, y de diecisiete veces en la capital municipal de 474 (en 1900) a 8.302 (en 1986) habitantes.

Este aumento de la población obligó también a una ampliación del espacio habitacional (casas, edificios, calles, dotaciones educativas, sanitarias y de ocio, espacios públicos de recreo o industriales), para dar cabida, ubicación, servicios y ocupación a sus nuevos habitantes. Una transformación del territorio, atendiendo no solo a las necesidades más perentorias de habitación, sino a la necesidad de dotar de infraestructuras a todas esas nuevas construcciones que se iban acumulando.

El acierto o error de cómo se produjo el desarrollo urbanístico en Laciana está influido por factores como pueden ser las situaciones de necesidad urgente, disponibilidades económicas, orografía del terreno, propiedad del mismo, condiciones climáticas, legislación, y posiblemente más condicionantes no objeto de este artículo.

Dos pueblos diferenciados: San Miguel y Villablino

A principios del siglo pasado, en el año 1900, el territorio del Villablino actual estaba claramente diferenciado en torno a dos núcleos de población bien diferentes e independientes como pueblos, que no se unificaron hasta 1956. Por una parte, al oeste San Miguel cuyo caserío se apiñaba en los alrededores del templo del mismo nombre con dos ejes principales, el de norte a sur, la actual calle Mayor, y el de este a oeste, la actual calle Real. No encontramos constancia, que los nombres de estas calles hayan variado a lo largo del siglo. La Mayor, que desciende desde la iglesia hacia el sur y la Real, que discurre por el trazado del viejo camino real, que desde Castilla se dirigía hacia Asturias a través de los puertos de Leitariegos y la Collada de Cerredo.

A un kilómetro de distancia aproximado hacia el este, Villablino se organizaba en torno a la casa consistorial y a la posteriormente denominada plaza de Sierra Pambley, con dos ejes principales también. El norte - sur, hoy calles de Juan Alvarado y García Buelta, nominadas unos años más tarde; y el este – oeste marcado por el camino real, que ascendía desde el río Sil por la actual calle de los Travesedos, para discurrir luego a través del escaso caserío local por lo que hoy son calles de Sierra Pambley y continuar en dirección oeste hacia San Miguel por la calle Pandietsa, sobre el trazado del viejo camino real, hoy cortado por una edificación particular nada más pasar las Escuelas Graduadas.

Estas dos ubicaciones de los núcleos de población, no debían diferenciarse mucho en extensión y número de almas, de lo que se encontraron en 1750 los encargados del catastro del Marqués de la Ensenada. Quienes contabilizaron en Villablino 22 vecinos, 29 casas habitadas y 110 habitantes, y en San Miguel 32 vecinos, 63 casas y 160 habitantes.

Villablino, es desde que hay constancia documental, la capital municipal, pero San Miguel tenía más población, diferenciación favorable que se mantuvo hasta los años 40. Entre ambas localidades sumaban 474 habitantes en 1900. Como capital municipal, Villablino albergaba el edificio consistorial, sobre el solar en el que los historiadores ubican la antigua torre de los Condes de Luna, las oficinas de correos y de telégrafos y el juzgado de paz. Ambos pueblos disponían de sus respectivas casas del pueblo con sus escuelas correspondientes y en Villablino ya había abierto sus puertas 14 años antes la Escuela Mercantil y Agrícola de Sierra Pambley.

Una de las primeras decisiones de ordenación urbanística de las que hemos logrado constancia es el acuerdo municipal del 2 de febrero de 1904 de expropiar las dos capillas de Villablino, dedicadas a San Roque y a Santa Bárbara por el precio de 1.000 pesetas, para derruirlas y dar con ello una mayor amplitud a las plazas del centro del pueblo. Aunque hasta veinte años más tarde no se hiciese efectivo el derribo y la eliminación de ambas capillas.

La revolución industrial en Laciana

La minería del carbón y su desarrollo son la clave de la transformación del municipio. Mientras su incidencia fue incipiente, los primeros 20 años del siglo, los pasos eran muy lentos. El impulso definitivo lo da la creación de la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), la construcción del FFCC Ponferrada–Villablino (PV) y la puesta en funcionamiento de explotaciones de carbón masivas en todo el territorio municipal, todo ello a partir del bienio 1918-1919.

La década de los años 20 representan los primeros destellos, pero el crecimiento poblacional ligado a la minería afecta más a los núcleos de población más periféricos del municipio, tendencia que se mantendrá hasta principios de los años 50, Villaseca, Orallo y Caboalles de Abajo acogerán el grueso de los nuevos habitantes, más que el propio centro geográfico en el que están San Miguel y Villablino. Poblaciones, que si se ven beneficiadas por el aporte económico que la nueva actividad industrial genera y el tránsito de personas y mercancías abierto por el FFCC.

El ferrocarril, la estación y la ubicación en sus inmediaciones de algunas instalaciones empresariales, marcan el nuevo vértice del triángulo geográfico en que se convertirá el plano de Villablino a lo largo del siglo y que se mantiene en la actualidad. Al oeste San Miguel, al este Villablino y al sur, abriendo el territorio a una zona solo usada hasta entonces como agrícola, la estación del ferrocarril Ponferrada-Villablino.

Y fuerza, además, la apertura de las dos primeras nuevas calles, que van a marcar los límites hacia el sur del futuro núcleo urbano de la capital municipal. La actual Buenverde (originariamente Conde de los Gaitanes en 1928) para dar acceso desde Villablino a la estación; y la avenida de Constantino Gancedo (1930), para unir San Miguel con la estación, ambas señaladas con placas de hierro forjado para agradecer a sus benefactores y artífices, sus gestos de altruismo hacia la sociedad local.

Es por lo tanto en esta década cuando queda delimitado el territorio del Villablino futuro, vacío en más del 80% de su extensión en ese momento, y que se mantendrá casi invariable hasta treinta años después, en un proceso de relleno lento en unas ocasiones y a marchas forzadas en otras.

En esa década de bonanza económica y alegría social, se dan muestras de ese discurrir de la vida con algunos destellos. Como son la instalación en el año 1922 del primer sistema de iluminación pública en el municipio, para los 14 pueblos con la colocación de 120 lámparas de 16 Kw. Un año más tarde se construye el edificio para cuartel de la Guardia Civil (con un coste de 58.950 pesetas).

Dinero bien empleado por el servicio que el edificio ha prestado: hasta principios de los años 40 como cuartel, luego durante treinta años como centro educativo (Academia de Ntra. Sra. De Carrasconte) y desde hace algo más de 35 años como Hogar del Pensionista. En 1925, con un presupuesto municipal de poco más de 37.000 pesetas, toma posesión como concejala Felipa Piñero Valero, una de las primeras mujeres en la provincia de León en ocupar un cargo público.

Y el 13 de febrero de 1931 se encarga por parte del Ayuntamiento al arquitecto leonés Luis Aparicio Guisasola el proyecto del edificio de las escuelas graduadas. El 15 de abril del mismo año se proclama la República en el territorio municipal y para el año siguiente cuentan en el Ayuntamiento con un presupuesto que supera en poco las 86.000 pesetas. En noviembre de 1934 se reciben las escuelas graduadas ya construidas (con tres aulas para niños y tres para niñas). La obra civil más importante, sin lugar a dudas, ejecutada en el municipio antes de la Guerra Civil.

El 15 de septiembre de 1935 se inaugura una fuente de mármol blanco, construida en la plaza de Sierra Pambley, para rendir homenaje al mismo hombre del que lleva el nombre la plaza en que se ubica. Un viejo homenaje promovido inicialmente desde el Ayuntamiento en 1915 y que por falta de financiación y diversos aplazamientos se retrasó hasta esta fecha.

La unificación

Durante el periodo de guerra se construye el mercado de ganados. En el año 1938 se compra una finca denominada “del Fútbol”, porque era el lugar habitual donde se jugaba a este deporte, y en ella se construye en ese mismo año, el recinto ferial con un presupuesto total de 44.803 pesetas. Que además de espacio para albergar los mercados ganaderos, se utilizó como campo de futbol hasta 1960, campo de festejos, pista polideportiva, almacenes municipales y patio de las escuelas públicas construidas dos décadas después en la zona sur del recinto.

Finalmente, en el presente milenio fue lugar elegido para confeccionar en torno a él, la fábula electoral socialista del Parador Nacional de Villablino. Y últimamente se ha convertido en templo apócrifo de la fauna doméstica de la villa y aparcamiento no regulado de vehículos.

Y de esa misma época data la pregunta que desde el consistorio se plantea a la Junta Vecinal de San Miguel, sobre si existía interés para su integración en Villablino (como refleja un acta municipal del 14 de enero de 1938).

Recién finalizada la contienda a mediados de 1939 se acometen dos nuevos proyectos, la construcción de un cementerio para los pueblos de Villablino, San Miguel y Villager en fincas del paraje de “Piedras Agudas”, en territorio del pueblo de Rabanal de Abajo. Para cumplir la normativa de sacar los cementerios de las poblaciones y dar cabida al ya saturado viejo cementerio de San Miguel.

Después de la cesión por parte de la Junta Vecinal de Villablino al ayuntamiento del viejo teatro del pueblo en 1942, se realizan obras de ampliación y mejora en el edificio y se inaugura con dos días de fiesta el 16 y 17 de septiembre de 1944, edificio del denominado popularmente como “cine viejo” en la calle La Pandietsa, declarado en ruina en 1957.

La escasez de viviendas es evidente y se presiente lo que va a llegar, por lo que el Ayuntamiento encarga finalmente el proyecto de ensanche de Villablino y San Miguel, a los arquitectos leoneses Felipe Merino y Prudencio J. Barrenechea a principios de 1944.

El primer empuje

La tremenda crisis económica, alimentaria, sanitaria y social provocada por la Guerra Civil comienza a remitir, o a remontarse como se diría en el lenguaje actual. Y empiezan a programarse actuaciones urbanísticas en todo el municipio, aunque vamos a centrarnos sólo en las que afectan a Villablino.  

Una cosa era programarlas o proyectarlas y otra bien distinta era la realidad de la ejecución. Entre esos proyectos del año 1944, el abastecimiento de agua, que no se terminaría de ejecutar hasta 1952; la construcción de un matadero municipal, que se acabó en 1964; construcción de 66 viviendas en la barriada de Pérez Vega, finalizadas en 1954. Instalación de teléfono público y líneas privadas, hecho realidad en 1954. Instalaciones para el recién creado juzgado comarcal, que se harán ese mismo año aprovechando un local en los bajos de la casa consistorial. Adecuación de espacios públicos para servicios sanitarios, el ambulatorio no se finalizó hasta el año 1969 con aportaciones de los propios ciudadanos y trabajadores mineros. Primera adjudicación del servicio de recogida de basuras en Villablino y San Miguel

En 1946 el Ayuntamiento compra un centro educativo privado con su edificio correspondiente y lo convierte en un instituto de enseñanza libre, de facto, en funcionamiento hasta el año 1972. Y se crea en el edificio de esta academia, la Biblioteca Municipal. Posteriormente ese edificio se destinará a partir de 1951 al Instituto Laboral creado ese año y la academia municipal se traslada al viejo cuartel de la Guardia Civil. El edificio sigue activo en la actualidad como sede del Colegio Generación del 27.

Mediada esta década comienzan a concederse licencias municipales de construcción de viviendas familiares, no solo en Villlablino y San Miguel, también en el resto de pueblos del municipio. Y la concesión de licencias de apertura de negocios es otro de los indicadores de recuperación económica. Sin embargo, las ordenanzas municipales que regularán las normas de construcción en el municipio no se aprobarán hasta un acuerdo del uno de diciembre de 1956.

La década de los años 50 es el primer gran impulso, como se puede apreciar en la fotografía de 1940 las construcciones nuevas apenas existían y todo el centro del triángulo geográfico de Villablino estaba vacío.

En esta década se finaliza la barriada de Los Vallines, nombre del paraje de su ubicación, construida por el Instituto Nacional de la Vivienda (INV) para MSP (1956). Y que popularmente recibió el nombre de Colominas, por el nombre de la empresa adjudicataria Construcciones Colomina G. Serrano, de Madrid. Con gran presencia en aquellos años en las cuencas mineras leonesas y asturianas, donde construyó numerosas barriadas sociales, y por eso proliferan en éllas los barrios llamados Colominas.

También se construye por parte del Ayuntamiento otra barrida de viviendas sociales, “Las Portiechas” (1954), nombre del paraje de su ubicación. Pero el nombre popular, que aún se mantiene hoy es barrio de Pérez Vega, apellidos del contratista gallego al que se adjudicó su construcción.

El INV construye también un grupo escolar en el recinto ferial (campo de las escuelas) finalizadas en 1957 con un coste de cuatro millones de pesetas que tendrá que pagar el Ayuntamiento con un crédito. Se pone en pie e inaugura la iglesia de Villablino en 1968, y también la escalinata hasta la avenida de Asturias y parte del parque actual, que ocupa los alrededores.

Se traslada el juzgado comarcal del Ayuntamiento a la casa del pueblo de Villablino. A principios de la década llega el agua corriente a las casas y a finales el alcantarillado, mediado el decenio es el teléfono la novedad más reseñable además de la desaparición de San Miguel como pueblo independiente al ser absorbido por Villablino (1956). En una década la población de Villablino se ha duplicado, pasando de los 2.141 habitantes de 1950 (incluido San Miguel) a los 4.361 de 1960.

Y finalizó la década con la solicitud de construcción del embalse de Las Rozas, a cargo de la empresa Hidrogalicia, cuya construcción, que se finalizó en 1968, modificó significativamente el paisaje de la parte baja y más llana del valle y obligó a un nuevo trazado de la carretera Ponferrada – La Espina. Así como el del FFCC PV, con la construcción del túnel que desde Las Rozas lleva las vías hasta la base del muro de la presa.

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