Fernández-Llamazares: “Únicamente se debe escribir cuando hay algo que realmente es necesario contar”
El investigador y escritor leonés Javier Fernández-Llamazares, responsable y propietario del Archivo Privado de la Banca Fernández-Llamazares, además de autor de 'Los leoneses que financiaron a Franco' o 'Crónicas de la Burguesía Leonesa', intenta ahora dar una “vuelta de tuerca” más a los estudios que ha publicado, profundizando, exponiendo casos particulares que demuestran irrefutablemente lo revelado hasta el momento.
Apasionado de la literatura e investigador, el leonés Javier Fernández-Llamazares está convencido de la interrelación que existe entre la investigación histórica y la creación literaria, porque no concibe ninguna expresión creativa si previamente no existe investigación. “Están íntimamente entrelazadas (o deberían estarlo), junto a la música, el ajedrez, la pintura, la escultura y otras muchas actividades. La investigación es el elemento primordial para poder avanzar en cualquier actividad (particularmente en la poesía), convirtiéndose en motor fundamental de conocimiento. Y el conocimiento sólo es la inesperada consecuencia de la increíble aventura de investigar. Lamentablemente, en el mayor de los casos esto no se realiza, porque se copia, no se investiga. Por eso más del 95% de las publicaciones literarias actuales no me interesan, como no me interesan el 99% de las denominadas históricas”, se expresa con contundencia Javier, al que le gustan los libros que pueden cambiarle de verdad su vida, su forma de actuar, su forma de pensar. Como le ocurre por ejemplo con 'El lobo estepario', de Hesse, o bien con las obras de Bukowski. Algunos libros –aclara él– le producen placer estético, y otros muchos no le dicen nada. “Que no me digan nada no significa que sean malos”, añade con cautela, sabedor de no lee ni siquiera todo lo que se publica en la provincia de León, aunque asegura que ha leído más a los escritores leoneses que la mayoría de los profesionales que presumen de ello. Y algún día, cuando sea mayor –señala con humor–, escribirá una novela. “Sólo una, una nada más. Únicamente se debe escribir cuando hay algo que realmente es necesario contar”. Algo así pensaba el gran Rulfo, que nos legó una obra magistral, breve e insuperable.
Enamorado del Bierzo –no en vano vivió en Balboa y en Villafranca– y de la obra de algunos autores como Mestre, Guerra Garrido, Pereira o el músico y cantautor Amancio Prada, Javier cree que en la provincia de León hay muy buenos escritores, “pero no grandes escritores”, puntualiza. “Hay buenos poetas, pero no grandes poetas, por muchos premios nacionales que les otorguen”. Le encanta José Luis Puerto, “pero es tan salmantino como leonés”. Le gusta mucho Julio Llamazares, “pero (con el mayor respeto) hace muchos años que no aporta nada innovador”. Y le aburren soberanamente los narradores “'técnicamente perfectos', como Luis Mateo, Merino o Aparicio; de hecho, no los distingo, no les veo personalidad propia, ni criterio”, precisa de un modo categórico a la vez que se despacha a gusto diciendo que: “El mundillo de la cultura provincial es, no nos engañemos, un reflejo más de las miserias de nuestra sociedad. Por cada buen poeta o narrador leonés (que es cierto, hay muchos), pululan decenas de mequetrefes, aspirantes a intelectualillos, editores sin criterio, profesores universitarios que copian a los alumnos, 'profesionales de la libertad', maestros fracasados, jubilados aburridos... Todo es un negocio; y las redes sociales, además, lo fomentan más que nunca”. En su propio libro, 'Los leoneses que financiaron a Franco' (en su apartado de agradecimientos), lo expresa de este modo:
“[...] Porque hay ciudades tan descabaladas, tan carentes de mar, tan faltas de rigor histórico pero con tanta historia, tan sobradas de injustificado rencor, tan pobladas de resabiados paletos, tan carentes de hidalguía, tan presumidas de nada, tan parecidas por fuera a cualquier ciudad castellana, tan hipócritas por dentro, tan formalmente educadas, tan envidiosas e incapacitadas de aspirar a lo que es verdaderamente innovador, tan atestadas de pueblerinos que presumen de conocer su historia mientras reniegan de sus padres y sus pueblos, tan pedantes de extrarradio, tan carentes de personalidad y criterio, tan poblados sus parques por ancianos —no por niños—, tan redactadas por periodistas sumisos, tan plagadas de profesores universitarios que copian a los alumnos —sin reparar siquiera en corregir los errores a la hora de publicar los trabajos—, tan saturadas de poetas que plagian a los franceses —y son premiados por las instituciones—, tan aulladas por perros hortelanos, tan borrachas de intelectualillos que —para alcanzar su fugaz momento de gloria—escanean los libros de otros y publican en Internet como si hubieran sido ellos quienes descubrieron el Mediterráneo, tan soberbias de funcionarios que —no contentos con el sueldo inmerecido— utilizan las instituciones como si fueran su coto de recreo privado... Hay ciudades tan hermosas, digo, que hasta tienen catedral. Gracias”. A su ciudad natal, León, que emocionalmente representa gran parte de su vida, le ha dedicado al menos dos libros, 'Crónicas de la burguesía leonesa' y 'Los leoneses que financiaron a Franco', editados ambos por Eolas.
Por cada buen poeta o narrador leonés (que es cierto, hay muchos), pululan decenas de mequetrefes, aspirantes a intelectualillos, editores sin criterio, profesores universitarios que copian a los alumnos, 'profesionales de la libertad', maestros fracasados, jubilados aburridos... Todo es un negocio; y las redes sociales, además, lo fomentan más que nunca
Con 'Crónicas de la burguesía leonesa' obtuvo en el año de 2012 el premio al mejor libro de investigación concedido por la Diputación de León. Una obra que, en su opinión, demuestra que las documentaciones privadas son imprescindibles para recomponer y reescribir con acierto la Historia, porque “la realidad histórica es mucho más compleja y profunda que lo que nos han mostrado la mayoría de los politizados manuales al uso”.
Respecto a 'Los leoneses que financiaron a Franco' se trata de una documentación jamás consultada, exhaustiva, según Javier, que hoy por hoy, con su método, abre una autopista al esclarecimiento de la verdadera financiación interior de la Guerra Civil/Incivil española. “Que se quiera hacer o no, ya no depende de mí”, apostilla el responsable y propietario del Archivo Privado de la Banca Fernández-Llamazares, que lleva catalogando desde hace más de un cuarto de siglo y espera seguir publicando en esta línea de investigación al menos otros dos volúmenes, habida cuenta de que es un investigador nato, “un privilegiado”, que cuenta con este magnífico archivo familiar. Y que, además, ha tenido acceso a diversos archivos y documentos esenciales, entre otros muchos el Archivo Histórico Provincial de León, para poder arrojar luz sobre la historia leonesa.
En 'Los leoneses que financiaron a Franco', “un libro de Historia”, nos cuenta aspectos desconocidos hasta ahora acerca de cómo se financió, de un modo “irregular” la Guerra Civil en la zona Nacional en León (y en España), cómo el dictador puso en marcha un engranaje económico-represivo, de tal modo que obligó -para costear la Guerra Incivil y de este modo alzarse con la victoria-, a la población leonesa (sobre todo a comerciantes, empresarios, directores de banco, aparte de intelectuales, al margen de sus ideologías) a poner su dinero y propiedades al servicio de los militares golpistas. El sistema de recaudación, sin el cual Franco no habría aguantado ni cuatro meses -como recuerda el propio autor-, era a través de la incautación de bienes, pagos a mediante suscripciones patrióticas o nacionales, y sobre todo mediante multas a la gente con posibles económicos. “La mayoría de las multas gubernativas recaudadas por la Delegación de Orden Público y por los juzgados militares eventuales no han dejado huella documental”, escribe Javier. Aquello fue una extorsión en toda desregla, que permitió al bando franquista ganar esta guerra fratricida. Tiempos terroríficos (de pillaje, “paseos”, encarcelamientos y ejecuciones), donde algunas personas, personajes incluso ilustres e ilustrados, ejercieron como chivatos, con el fin de salvar su propio pellejo, algo por lo demás habitual en los sistemas represivos y dictatoriales. Una obra fundamental (a la vez que arriesgada, valiente) para entender la historia leonesa de la primera mitad del siglo XX.
La investigación, esencial en cualquier ámbito
En la provincia de León hay muy buenos escritores, pero no grandes escritores. Hay buenos poetas, pero no grandes poetas, por muchos premios nacionales que les otorguen
Como buen investigador, cree que lo importante en una investigación es el método deductivo, la coherencia, el sentido común y la honestidad. “Investigar es reunir miles de piezas y esperar a que ellas te digan dónde debes colocarlas para conseguir completar el rompecabezas (del que previamente no existe imagen a reconstruir). A pesar de esto, cito literalmente de mi libro 'Los leoneses...': Siempre pensé que para escribir sobre Historia (con mayúscula) hay que hacerlo ”desde abajo“ o ”desde dentro“: es la intrahistoria de la que hablaba Unamuno, o la esencia castellana que pudo captar Azorín. Unamuno, sin embargo, ”encorsetaba“ estructuralmente sus ideas con implacable y premeditada meticulosidad. Este mismo asunto o debate literario se me presenta a la hora de escribir sobre Historia y viene de muy antiguo. ¿La novela que discurre por sí sola como en Pío Baroja (El árbol de la vida), o la novela de idea rígida y preconcebida como en Unamuno (San Manuel Bueno, mártir)? Sin embargo, los tres autores (Unamuno, Azorín Y Pío Baroja) están académicamente clasificados en la misma Generación del 98 porque no son incompatibles; es más: se complementan. Hace tiempo que dije que para escribir honestamente sobre Historia hay que mostrar y demostrar los hechos concretos con nombres y apellidos, y siempre desde el plano de la época que se estudia, jamás desde nuestra perspectiva (tal vez la idea ya la llevaron a efecto los historiadores de la 'escuela francesa' posterior a la II Guerra Mundial). Los nombres de las personas (las vidas reales), por ser tan numerosas, aparecerán a lo largo de este libro como 'en cascada'; es decir, de forma espontánea y no forzada. Los protagonistas 'se colarán' en el argumento de mi estudio sin prácticamente pedir permiso. He de reconocer, a pesar del riesgo a la dispersión, que soy más devoto del método utilizado por Pío Baroja. Los expedientes de incautación y los archivos particulares nos permiten, en buena parte, afrontar la Historia (o intrahistoria) a través de las declaraciones de los propios afectados. Porque sólo pueden ser nuestros olvidados protagonistas quienes nos enseñen la Historia; jamás los sesudos, aburridos y preconcebidos estudios académicos de nuestra época. La pena es que esos ”actores“ reales que nos aparecen en los documentos son tan numerosos que sólo unos pocos tendrán cabida en las páginas de nuestro libro. Aun así, descubriremos a través de ellos patrones comunes: esa será mi aportación. Las conclusiones, que deben llegar solas, son tarea y patrimonio del lector”.
El mundillo de la cultura provincial es, no nos engañemos, un reflejo más de las miserias de nuestra sociedad
En estos momentos, Fernández-Llamazares intenta dar una “vuelta de tuerca” más a los estudios que ha publicado, profundizando, exponiendo casos particulares que demuestran irrefutablemente lo revelado hasta el momento (Hugo Miranda de Tuya, María Sánchez Miñambres, Luis González Roldán, Modesto Sánchez Cadenas...). “Además, antes de situar a los personajes, localizo a sus ancestros ya desde el siglo XIX para la correcta comprensión del porqué de su situación económica heredada de antiguos patrimonios” a través del empleo de varias fuentes documentales sobre el personaje estudiado (expedientes/causas militares, diarios personales, expedientes de incautación, documentación privada de su archivo, fotografías y prensa, protocolos notariales). “El resultado, creo no equivocarme, profundiza de una manera no conseguida hasta el momento a nivel nacional”, remata.
Entrevista breve a Javier Fernández-Llamazares
“Las redes sociales, por lo general, sólo son la consecuencia de la vanidad más ignorante, cobarde y barriobajera”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
'El lobo estepario', de Hesse.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
D. Quijote, pero lo sigo buscando.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
No soporto la obra de Lucía Etxebarría, ni la Espido Freire, ni la de tantas otras mujeres que se creen “progres”. En realidad, hay muchas obras que no soporto.
Un rasgo que defina tu personalidad.
Insobornable. Al menos, es mi aspiración. Lo estoy intentando.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
El sentido del humor.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
La de una insoportable y suicida hipocresía.
¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
Que me hagan reír. Y si lo hace una mujer, mucho más divertido, porque entonces, además, me enamoro.
¿Por qué escribes?
Yo nunca quise escribir, pero Dios me llamó un día por teléfono y me obligó. Escribo porque es mi obligación y mi deber. En prueba de agradecimiento, Dios me inyectó “un chute” del conocimiento y el tesón que carecía, es decir: de vida en vena. También puso las herramientas necesarias a mi disposición, y me obligó a ser honesto. Ahora sé, por primera vez en mi vida, que estoy haciendo lo que debo hacer. Y que sé hacerlo. Ahora ya no quiero salir. Lo necesito para poder vivir.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
Para el mío, hoy por hoy, no lo creo, aunque en un futuro no descarto la posibilidad. Las redes sociales, por lo general, sólo son la consecuencia de la vanidad más ignorante, cobarde y barriobajera.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Para escribir sobre Historia son, principalmente, las anteriormente citadas. Pero siempre tengo presente, por ejemplo, a Bukowski, aunque, evidentemente, no lo pueda utilizar directamente en un estudio de investigación. Bukowski sólo me acompaña, me aconseja, se ríe...
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
No, pero tampoco lo descarto en un futuro muy cercano.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
“¡Cuidado, esto es la conjura de los necios: todo es mentira!”