Los 'pequeños motetes' protagonistas del concierto de La Bellemont en el Auditorio
El XIII Ciclo de Músicas Históricas continúa mañana en el Auditorio 'Ciudad de León' con el concierto de La Bellemont, con un programa que recoge obras de François Couperin, Sainte Colombe y Guillaume Gabriel Nivers, a partir de las 20.30 horas. La fascinación de Couperin por la música italiana tiene antecedentes e Charpentier y es posible advertirla en los 'motetes' titulados 'Venite exultemos Domino' y 'Regina coeli laetare' donde sus secuencias melódicas y brillantes pasajes melismáticos reflejan una concepción instrumental de la voz a la manera de una triosonata italiana.
François Couperin es uno de los más grandes exponentes la música barroca francesa. Conocido sobre todo por su vasta producción para teclado, fue también un conspicuo autor de música sacra, si bien es esta una faceta bastante menos conocida. El Auditorio de León acoge mañana el concierto de La Bellemont, con el programa 'Plaisir sacré', que pivota precisamente sobre los 'pequeños motetes' de Couperin, que se articulan en torno a preludios e intermedios instrumentales de otros dos compositores barrocos franceses: Sainte-Colombe y Guillaume Gabriel Nivers, a los que se añade la 'Primera Suite' del propio Couperin.
Es en estas obras sacras donde mejor se aprecia la síntesis perfecta que Couperin hace de los estilos francés e italiano. El programa incluye la tercera de sus 'Leçons de Ténèbres' (1713- 1717), definitivamente la obra maestra sacra de François Couperin. ´La Bellemont' nació en 2007 a partir del trabajo conjunto de Sara Ruiz, Rafael Muñoz y Laura Puerto, tres músicos fascinados por el repertorio barroco francés.
Couperin destacó también como compositor de música instrumental, aunando aquí también los estilos italiano y francés. Un ejemplo de su maestría compositiva en este ámbito es la 'Suite en mi menor' para para viola da gamba y continuo, donde un 'Prélude' sublime con una escritura inédita para la viola da paso a las danzas habituales de la suite francesa. Es también notable el equilibrio entre el tratamiento refinado y vitalista de los ritmos propios de cada danza y la escritura retórica y gestual del discurso melódico.
La versión de François Couperin del 'motete' comienza con un ostinato en tretacordos descendentes, característico de los lamentos italianos, y que otorga gran dramatismo a la obra. El verset de motete 'Audiam quid loquator' está escrito para una plantilla instrumental muy querida y empleada por Couperin: una voz solista, bajo continuo y dos instrumentos melódicos, los cuales amplían las posibilidades imitativas del discurso, estableciendo un diálogo permanente con el cantante y enriqueciendo la textura general. La parte del barítono fluctúa entre las partes independientes y aquellas en las que duplica al bajo continuo, creando con esta alternancia una rica variedad de texturas y timbres.