'Un banco vacío'

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Alfonso Sánchez Sánchez

In memoriam de Angelín 'el Aceitunero' de Hospital de Órbigo, fallecido el 30 de marzo de 2020

Solíamos hablar casi todas las mañanas del privilegio de vivir, lod dos jubilados, de la utopía de soñar un futuro incierto para tus nietas, del verde del césped que tanto cuidabas, de la belleza de las flores a las que tanto amor ponías con tu mujer, de la fruta del cerezo que alargaba las ramas a tu jardín y hasta del perro que no quería regresar a casa porque su libertad le permitía fugarse por el camino y regresar a su antojo, sin obedecer. Bueno, después...sumiso, acataba tu orden. Hablábamos de lo corta que es la vida desde la perspectiva de los años pasados. Tú me hablabas del entusiasmo que habías puesto en la banda de tambores y cornetas con las majorettes, hito histórico en la zona, de la peña, de las vaquillas en La Vega, del tiro al plato, de la piscifactoría, del CIT del Órbigo, de la Semana de la Trucha, de las justas medievales. Yo te hablaba de tu tesón en las iniciativas, de tu cordialidad, de tu simpatía, de tu sencillez en el trato, de lo mucho que habías trabajado con más suerte en unos casos que en otros y con ese puntito obsesivo por tu Hospital de Órbigo, sin renunciar a tu Villoria natal. Todo y esto y más sentados en ese banco que también guardaba historias de otros vecinos que el calor de las tardes de verano les obligaba a ocupar.

Pero ni tú ni yo sospechamos que un enemigo mortal, que pululaba por todos los sitios, acechaba a tu vera, con la malsana intención de alejarte de nosotros, de tu esposa, de tus hijos y de tus nietos. Y lo que no consiguió el tiempo y los avatares propios de la edad, lo consigue un agente acelular invisible, minúsculo, dañino y perverso que sólo ha dejado soledad, melancolía y dolor, mucho dolor. No nos vemos, el banco está vacío, se va a quedar desierto, ya no aparca tu coche al lado. Quiero dejar el banco cojo, manco y destartalado, porque ya no es necesario. Ahora, al atardecer, me quedaré mirando al cielo, a ver si en esas figuras que dibujan las nubes, apareces sonriendo; o espero a la nochepara ver si esa luna tranquila ilumina tu llegada de incógnito. Porque mañana, cuando llegues y me preguntes, «¿pero qué estás haciendo?» , y te conteste «¿No ves...?» No. Ya no lo verás, pero yo te lo contaré en una noche de insomnio y yo me reiré y tú sonreirás, porque tu sonrisa antes y ahora es sobrenatural. No me recuerdes, ya te recuerdo yo, llegando con el coche, sacando a Lenny, plantando las flores, limpiando el césped, pasando por el camino con el carretillo y mirando el reloj para ir a buscar a tus nietas. «Que queda sólo un cuarto de hora... »

Quería darte las frambuesas, pero aún no están maduras. Te espero en agosto, o cuando pase este confinamiento. Y si no nos vemos, es que yo me he despistado. Persona, amigo, porque sé que si pudieras vendrías y como no puedes te buscaré en la memoria de mis recuerdos donde permanecerás “hasta que san Juan baje el dedo”, como las últimas adelfas que plantaste.

Buen viaje amigo

* 'Un banco vacío' es un relato publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger escritos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Alfonso Sánchez Sánchez es originario de Santa Marina del Rey. Licenciado en Filosofía y Letras está jubilado tras una vida laboral en el sector bancario. Amante de la lectura, le gustan las tradiciones populares y escribe porque le relaja y le impulsa a mejorar intelectualmente ya que “la vida es un continuo aprendizaje”.

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