Villadangos quita “capas de miedo y silencio” con un recuerdo permanente a los fusilados por el franquismo

Homenaje a los fusilados por el franquismo en Villadangos del Páramo

Antonio Vega

Este sábado, en la localidad leonesa Villadangos del Páramo se ha cerrado una herida en la memoria, o al menos ha dejado de supurar. “Esto ayuda a quitar las capas de miedo y silencio”, expresaba la sobrina de los fusilados más jóvenes -18 y 16 años- hace 86 años en los montes del municipio y cuyos restos se encuentran en la fosa común del cementerio, donde desde hoy una placa recuerda por primera vez a quienes nunca tuvieron derecho a una sepultura digna. Con intensa emoción han vivido los familiares de las más de 80 víctimas que fueron fusiladas en 1936, y cuyos restos fueron repartidos por cementerios próximos, principalmente el de Villadangos, el acto que ha tenido lugar para descubrir la placa con sus nombres, con la alegría de poder poner fin a un camino que ha transitado por las familias por generaciones.

La 'familia de memoria' que ha constituido en los últimos años quienes buscaban respuestas a los asesinatos franquistas han vivido un largo proceso en los que han sufrido negaciones, una ignominiosa votación vecinal que denegaba ilegalmente el permiso para la exhumación y una dolorosa pero esperanzadora excavación el pasado mes de febrero de la que salieron los restos de 10 personas. Con la placa instalada este sábado los familiares de los desaparecidos en Villadangos han comenzado a “sembrar la semilla del recuerdo” de sus decenas de asesinados. La música, interpretada por bisnietas de desaparecidos, con canciones como la antifascista 'Bella Ciao' y eternas letras del cancionero en español, han acompañado un acto en el que no han faltado menciones de homenaje a la segunda República.

En la tapia del cementerio figuran solo medio centenar de nombres ya que de otra veintena larga no se sabe su filiación, siguen constando en los registros como 'desconocidos' que fueron asesinados en 1936 y cuyas familias no saben que allí fueron enterrados. La memoria ha quedado registrada además para siempre, ya que la fosa del cementerio de Villadangos no constaba en los mapas oficiales que manejaba el Gobierno para buscar a los desaparecidos.

“Verdad, justicia y reparación” han sido las palabras más pronunciadas en algunos de los testimonios de los familiares que han querido homenajear a sus seres queridos en el lugar donde la búsqueda ha finalizado. En el recuerdo especial de todos ellos la figura de Rufino Juárez, que buscaba a su padre asesinado en 1936 y que falleció el año pasado antes de que se iniciara la búsqueda de los restos de sus seres queridos. Su nieto, Marcos García Juárez, lamentó que para Rufino el acto llegó tarde pero aseguró que estaba presente “porque hoy está su legado, un recuerdo”.

Las lágrimas de este frío sábado en Villadangos del Páramo no han sido solo de recuerdo de los seres queridos, sino también de felicidad de poder cerrar una búsqueda de décadas. Así lo expresaba Mari Carmen, nuera de Benigno Esteban, que tomó la palabra para recordar la promesa que le hizo a su suegra, encontrar los restos de su esposo para poder ponerle unas flores ya que ella no lo pudo hacer en vida. Un hecho que esta búsqueda y excavación ha podido hacer realidad.

La periodista Olga Rodríguez, bisnieta del desaparecido Santos Francisco, recordó que este día “ha sido muy esperado durante años y décadas”, poniendo en valor la unión de los familiares para lograr superar los obstáculos que hicieron posible la exhumación, “solos no podíamos haberlo hecho” y dando las gracias a la labor de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) que ha realizado y financiado las excavaciones y a los vecinos de Villadangos que son sus pistas facilitaron la búsqueda.

José Cabañas, historiador de la ARMH, puso datos a los crímenes de Villadangos. Al menos 85 personas fusiladas, entre ellas una mujer, que fueron enterrados 73 en Villadangos, 13 en Fojedo y 2 en Celadilla. Las sacas con los cadáveres eran transportadas de noche hasta las fosas comunes gracias a la acción de varios vecinos, entre ellos el médico y el maestro de la escuela, que recopilaron objetos y testimonios para su identificación, una acción sin la que es probable que no se hubiera podido realizar el acto de este sábado. “Con este acto volvemos a torcer la voluntad de sus asesinos”, señaló para recordar la falta de juicios justos a los fusilados.

“Vamos a hacer lo que nuestros familiares no pudieron hacer”, expresaba Susana, nieta del maestro Tomás Toral, ante el homenaje que simbolizaba el duelo pendiente en las familias tras años y décadas buscando y muchas veces guardando un silencio que no dejaba avanzar. “Ya toca que descansen en paz”, expresó para simbolizar la sanación de un proceso de duelo que ha llevado décadas. Un mensaje que repitieron otros familiares, que lamentaron que muchos de los suyos no pudieron llegar hasta este momento de sentido homenaje.

El actor Juan Diego Botto participó en el homenaje a los desaparecidos de Villadangos recordando su propia historia personal, con su padre asesinado en la dictadura de Videla en Argentina, “hay pocas cosas más emocionantes que ver salir de la tierra la memoria, los recuerdos, las pruebas evidentes de que aquellos que los familiares venían buscando estaba ahí, estamos para terminar de dar justicia y dar reparación a los familiares”. Y advirtió, “Estemos atentos a las señales para que esto no nos vuelva a suceder”.

Dos canciones, himnos más bien, pusieron fin al acto de Villadangos con emoción y esperanza en la justicia a las víctimas del franquismo, 'Todo cambia' de Mercedes Sosa y el 'Canto a la libertad' de José Antonio Labordeta. Porque como dicen los versos del inmortal cantautor aragonés, que cantaron a coro todos asistentes congregados, 'Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad'.

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