Las leyes van cambiando y se mueven rápido en el mundo de la marihuana. Si cada vez más médicos se interesan por terapias alternativas, y diferentes estados norteamericanos o países de Latinoamérica (y no solo) ponen en marcha medidas que despenalizan el uso de las llamadas drogas blandas, la posesión de semillas feminizadas empezará a estar a la orden del día. Parece que la información es capital para lograr una transición controlada hacia la “despenalización” de este tipo de sustancias. Recientemente Chile ha eliminado la marihuana de la lista de drogas duras, algo que vienen reclamando distintas comunidades desde hace años, denunciando el cinismo que hay detrás de industrias tan lucrativas (y tan demostradamente letales) como el tabaco y el alcohol. La primera consecuencia de este relajamiento es que estará permitido comprar medicamentos derivados del cannabis, aunque su cultivo, venta y transporte siguen siendo ilegales. Muchos dirán que estas restricciones son de facto una imposición que condena a esta sustancia a seguir en la sombra mientras los anuncios siguen “glorificando” el alcohol y gravándolo con impuestos, pero lo cierto es que algo se mueve en este mundo y podemos estar a las puertas de un giro cualitativo que podría tener consecuencias a nivel planetario. No sólo por la enorme dimensión que tiene el mundo del narcotráfico, sino porque casi todo lo que ocurre en el mundo es global, y debemos aprovecharnos de las medidas novedosas como esta, que como mínimo dan vía libre a la investigación médica, algo de lo que nunca tenemos suficiente. Cierta libertad para divertirse puede suponer también cierta libertad para tratar niños o adultos con dolencias crónicas a través de terapias alternativas menos invasivas y más holísticas. Reordenar nuestras prioridades y olvidar viejos estereotipos puede ayudarnos con eso, porque a veces somos esclavos de ideas obsoletas y nos acostumbramos a considerar normales sustancias permitidas y omnipresentes sin ejercer ninguna crítica.