Rosa Cobo: “Tenemos que colocar la cuestión de la pornografía en la agenda de los partidos”

Rosa Cobo

Abel Aparicio

La pornografía, tal y como señala Rosa Cobo Bedia, tuvo su origen en el siglo XVIII y su edad de oro entre los años 1957 y 1973. El inicio de esta dudosa época dorada llegó a través de revistas de desnudos de mujeres durante la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, un 70% de varones entre los dieciocho y veinticuatro años consume pornografía. La diferencia entre adolescentes es abismal en cuanto a sexos, un 76% masculino frente a un 36% femenino reconoce consumirla. La primera vez que un adolescente se acerca al porno, según la Red Jóvenes e Inclusión y la Universitat de les Illes Balears es a los 8 años.

Para analizar tanto este fenómeno, como las relaciones entre pornografía y prostitución y pornografía y neoliberalismo hablamos con Rosa Cobo, autora del libro 'Pornografía. El placer del poder' (Ediciones B, 2020), profesora de Sociología del Género y directora de la revista internacional de estudios feministas Atlánticas de la Universidad de A Coruña.

En las primeras páginas del libro dices algo que marcará el guión de lo que nos encontraremos a lo largo de tu estudio: que el porno debe ser definido como un dispositivo disciplinador de las mujeres. ¿Puedes desarrollar esto?

La pornografía tiene un poderoso subtexto patriarcal formado por un conjunto de mandatos socializadores para las mujeres. El primero de ellos es el de la creación de una normatividad femenina alrededor de la sexualización y del atractivo sexual de las mujeres. El segundo es un mandato de que abdiquemos de nuestros deseos para asumir los masculinos. El tercero es la rotunda afirmación de la soberanía del deseo masculino. El cuarto es que esa sexualización extrema de las mujeres en las representaciones pornográficas está envuelta en violencia sexual. El disciplinamiento viene de construirnos fundamentalmente como seres sexuales, en servir a los deseos masculinos, abdicando de los propios y en alcanzar esos objetivos a través de la violencia. Esta propuesta de feminidad normativa que aparece en el universo pornográfico se proyecta sobre sectores de la sociedad y alimenta el imaginario de la sexualidad.

Capitalismo y pornografía van de la mano, esto creo que es una obviedad, ambos se necesitan. En el libro enumeras algunas grandes empresas que como el Banco de Irlanda o General Motors invierten en distribuidoras y productoras de pornografía, ya que esto le reporta grandes beneficios.

No se puede entender la industria de la explotación sexual –la prostitución y la pornografía son las dos caras de esa moneda- si no comprendemos que el capitalismo neoliberal ha creado un mercado con los cuerpos de las mujeres. Por eso, la pornografía ha de analizarse en el marco de la economía política. La prostitución y la pornografía se han convertido en una industria ilícita internacional porque el capitalismo neoliberal ha creado un mercado global con los cuerpos y la sexualidad de las mujeres.

En la gran mayoría del porno mainstream el papel de la mujer es el de mero objeto cuya misión es proporcionarle placer al varón. Entiendo que el mensaje es claro para ellos, y sobre todo, para ellas.

Las representaciones pornográficas contienen poderosos mandatos patriarcales. Todas las realidades sociales tienen una estructura normativa y quizá la más significativa es el mandato de sexualización extrema al que someten a las mujeres, cuya función fundamental es proporcionar placer y poder, el placer del poder, a los varones. En el porno las mujeres están representadas como objetos al servicio del deseo masculino.

El porno es la antesala de la prostitución, si se me acepta esta expresión. Lo que los varones ven en el porno lo quieren hacer como puteros con las mujeres prostituidas. Como indicas en tu libro, las prácticas cada vez son más salvajes.

Sí, la pornografía es la pedagogía de la prostitución, de la violencia sexual y de la masculinidad hegemónica. Y, sí, se están endureciendo los contenidos cada día más. El imaginario pornográfico está lleno de violencia y abuso sexual. La cultura de la violación está en el corazón de la pornografía.

Cuentas que la gran mayoría del porno se produce en países con índices de pobreza extrema como Camboya. Esto demuestra, al igual que la prostitución, que estos negocios se mantienen explotando a las mujeres y a las niñas de las clases más bajas.

Sí, es así. La principal productora de porno es estadounidense, pero suelen rodar en países con altas tasas de pobreza donde las necesidades de las mujeres son extremas para que así acepten prácticas enormemente violentas sobre sus cuerpos. La feminización de la pobreza y el crecimiento de la prostitución y de la pornografía van de la mano.

Algo que me sorprendió fue el papel que tienen los estudios universitarios sobre la pornografía, digamos, blanqueándola de alguna manera. ¿Por qué ocurre esto?

La universidad es la institución que detenta la legitimidad del conocimiento. De modo que sectores académicos que consideran que la pornografía es una manifestación de la libertad sexual están interesados en hacer de la normalización de la prostitución y de la pornografía una potente línea de investigación. Algunas facultades de derecho y de antropología son las que encabezan este tipo de estudios. Esas investigaciones contribuyen al blanqueamiento de la pornografía y de la prostitución al argumentar que es trabajo sexual y una dimensión de la libertad sexual.

Por otra parte, el lobby de la industria de la explotación sexual está también muy interesado en encontrar tanto usuarios como chicas para esa industria. Hay estudiantes que no tienen suficientes recursos para pagar sus estudios y recurren, por ejemplo, a Only Fans.

Hay un movimiento, y le dedicas a esto un apartado, que considera la pornografía como algo liberador, igual que en la prostitución hay quien defiende la regulación frente a la abolición. Con los datos en la mano, se ve como la inmensa mayoría de las mujeres prostituidas y las mujeres de la industria del porno pertenecen a una clase social muy baja. A nadie se lo ocurre decir que es lícito trabajar por debajo del salario mínimo o que si los niños quieren trabajar son libres, sin embargo, con el porno y la prostitución...

A mí me parece incomprensible que se entienda la prostitución y la pornografía como manifestaciones de la libertad sexual. Más de la mitad de las mujeres que están en prostitución entraron antes de cumplir 14 años. ¿Las niñas que habitan las representaciones pornográficas son libres? ¿Eso es empoderante o es libertad? La práctica totalidad de las mujeres que están en prostitución y que hacen videos pornográficos provienen de situaciones de falta de recursos y de vulnerabilidad. ¿A quién le gusta que le penetren por boca, vagina y ano a la vez? ¿A quién empodera la pornografía: a las mujeres vulnerables o a los consumidores de pornografía?

Hay un apartado que se titula 'Otras pornografías'. ¿Existe un porno amable y educativo?

Hay intentos, yo diría que testimoniales, de hacer una pornografía alternativa a la mainstream, pero no está funcionando porque apenas se consume. A los varones que consumen pornografía les excita la violencia y el abuso. Erotizan la violencia sexual. Aquella pornografía que no erotiza la violencia apenas es consumida. El corazón del imaginario pornográfico es el dominio sexual, el abuso y la violencia. Cuando el porno sale de ese universo, deja de ser consumido.

Hablemos sobre la distribución. A día de hoy basta una conexión a internet para visualizar porno. Según estudios que nombras, la edad de iniciación son los trece años, bajando esa edad en algunos casos a los ocho, es decir, los y las jóvenes llegan a su primera experiencia sexual habiendo visualizado escenas sexuales duras. ¿Lo trasladan luego a sus parejas?, ¿esto es algo aleccionador para ellas?

El mayor impacto negativo de la pornografía recae sobre las adolescentes. A mí me preocupa mucho que nuestros jóvenes se socialicen en la sexualidad a través del porno porque la pornografía les enseña a ellos y a ellas que la sexualidad no se negocia entre las dos partes de la pareja, sino que una de las partes, los varones, tienen el derecho a imponer sus deseos sexuales y de poder a la otra parte, a las chicas. La pornografía condiciona la vida sexual y sentimental de millones de jóvenes en todo el mundo. Y yo mantengo que lo peor del porno aún no ha llegado.

Sobre la pornografía infantil siempre estuvo clara la postura, sin embargo, con el beneplácito de algunas empresas y canales si sigue distribuyendo. ¿Estamos ante un todo vale?

Estamos ante un sistema patriarcal, ante un sistema capitalista neoliberal y ante unos estados que no quieren detener ni el negocio de la pornografía infantil ni quieren poner límites a los deseos de poder masculinos. Hay varones que quieren normalizar el abuso sexual y hacer en público y con legitimidad lo que hasta ahora han hecho en privado. ¿Y si no cómo podríamos interpretar el aluvión de videos pornográficos sobre incesto? Existen posiciones que defienden el 'amor' entre un niño o una niña y un hombre adulto como un hecho legítimo. La ideología de la sacralidad de los deseos está en la base de esta postura criminal.

1Para finalizar, ¿cómo crees que hay que luchar contra la pornografía? Frases como las que mencionas en el libro y que están en el imaginario colectivo, como por ejemplo “todos los hombres ven porno” o “el porno existe y no se puede acabar con él” demuestran hasta qué punto el enemigo va ganando la batalla.

Lo primero que tenemos que hacer es colocar la pornografía en la agenda política de los partidos. Nuestros hijos e hijas consumen porno porque está en su cotidianidad, porque está normalizado y porque es la manera de iniciarse en la sexualidad. Los partidos y el poder político tienen que tomar conciencia del daño que provoca la pornografía en las generaciones más jóvenes. La pornografía solo está en la agenda política feminista y en algunas ong's que trabajan con la población infantil. Tenemos que colocarla en el escenario político y público y, por supuesto, impedir que a un golpe de click cualquier crio o cría pueda consumir pornografía. La educación afectivo-sexual y la formación en igualdad deben formar parte del curriculum educativo. El horizonte bajo mi punto de vista es acabar con el porno. La pornografía es una celebración de la violencia sexual. Y eso no puede ser entendido socialmente como una forma inocua de consumo.

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