Un belén contra los recortes y el empobrecimiento ciudadano

Belén reivindicativo dentro

Antonio Vega

Seguramente nunca unas ovejas fueron tan reivindicativas. Un grupo de organizaciones y ciudadanos han montado este martes un Belén reivindicativo en la plaza de San Marcelo de la capital leonesa. Un belén con ovejas protestonas, un San José minero en paro y unos Reyes Magos hartos de los recortes en la sanidad pública.

La convocatoria estaba organizada por la Plataforma por la Sanidad Pública junto a la Asaciación de Desempleados y Precarios y ha sido secundada por los sindicatos CCOO y UGT, organizaciones políticas como IU y otras como Stop Desahucios o la Plataforma No al TTIP de León.

La finalidad de la protesta era “hacer visible la necesidad de muchas personas a la vez que el derroche en estas fechas, especialmente las instituciones que no han hecho caso en nada de lo que se ha solicitado, usando el dinero público al margen de las carencias de los más desfavorecidos y colocan belenes y parafernalia en un sentido hipócrita”.

La acción reivindicativa ha transcurrido incluso con los tradicionales villancicos, con letras-protesta adaptadas con críticas a los políticos y a la la Troika y sus políticas económicas. En la misma se ha leído también un manifiesto reivindicativo que reproducimos a continuación por su indudable interés:

BELÉN PACIENTE

Llegados somos hasta este Belén siguiendo una estrella. No cualquier estrella, no una estrella cargada de referencias legendarias, ni siquiera la más luminosa de entre los astros seguramente. Llegados somos en pos de la estrella de los servicios públicos, que es, o debiera ser, la guía de la clase trabajadora y de los gobiernos justos. No sucede tal cosa en estos tiempos y por eso son necesarias acciones que sumen al almibarado espíritu de la navidad un poco de luz sensata y reivindicativa.

Tanto da que hablemos de enseñanza pública, de pensiones públicas, de servicios sociales públicos o de sanidad pública. Todo es uno en realidad. Aunque aquí la criatura que descansa entre pajas y que merece todos nuestros cuidados no es otra que la sanidad pública. Como patrimonio nuestro que es, su padre y su madre, dos trabajadores corrientes, la han llevado de pediatra en pediatra hasta que las largas listas de espera y la escasez de profesionales les hicieron desesperar. El hombre, cariacontecido, como se puede observar, no se cree aún lo que les ocurre. Nadie se cree lo que ocurre hasta que nos ocurre. La mujer, doblemente discriminada, lo acompaña de consultorio en consultorio, de centro de salud en centro de salud, demandando atención. Finalmente, han desembocado en esta plaza, donde, a la vera de un Belén, bastante feo francamente, representamos este otro Belén paciente.

No es un Belén viviente, como los que lucen estos días hasta la saciedad los telediarios. Tampoco es un Belén estático o animado como los que también llenan estos días los mismos telediarios. Es un Belén paciente: de pacientes y de paciencia. Pero también de lucha y de reivindicación. No todo en Navidad ha de ser orgía y comercio.

La cohorte de pastores y pastoras con sus letreros han venido a denunciar la mala salud de nuestra sanidad pública, acosada desde los intereses más turbios por privatizaciones, ajustes, unidades de gestión clínica, externalizaciones, escasa renovación de plantillas, cierre de camas y de centros de urgencias y un sinfín de enfermedades mercantiles. Porque el Herodes de nuestros días, acomodado calentito en los salones de su palacio, tiene en realidad dos rostros: el de unas administraciones serviles a los intereses de los poderosos y el de los mercaderes, sean estos las multinacionales farmacéuticas o los fondos buitre, que de todo hay. No importa, sea lo que sea, este nuevo Herodes continúa matando inocentes o poniendo en riesgo sus vidas. Lo vemos y lo padecemos en los

enfermos de hepatitis, a quienes se regatea el tratamiento; también en los operados para implantarles unas prótesis de cadera que ahora se han revelado no recomendables; así mismo en cuantos son obligados a aguardar meses para atender sus dolencias sin importar muchas veces la gravedad de las mismas. Decimos, en fin, que son pastores y pastoras y debiéramos decir mejor que son rebaño, pues no de otros modo los considera nuestra Consejería y nuestro Ministerio del ramo.

Y por todo esto, naturalmente, los presuntos Reyes Magos son también en nuestro caso ciudadanos normales que no aportan regalos sino demandas. He ahí, pues, a don Melchor, pensionista él, sometido al atraco del copago de sus medicamentos, o mejor dicho al repago, pues ya abona lo que le corresponde a través de sus impuestos. Le acompaña el señor Gaspar, buen conocedor de clínicas privadas concertadas, adonde suele ser derivado cada vez que necesita alguna reparación o cuando algún especialista se sirve del doble ejercicio en la doble red y se queda tan ancho. Y, por último, junto a ellos aparece el monarca Baltasar, ejemplo en esta ocasión de cuantos son despreciados y desatendidos por nuestro sistema de salud a causa de su situación, como si no se tratase de seres humanos con todos los derechos.

Es, en suma, el Belén paciente y de la paciencia el que hoy se asoma a esta plaza y que debería llevarnos a reflexionar y a actuar. Porque todo esto que aquí mostramos sucede a la vez que los telediarios oficiales se llenan de reportajes sobre grandes comercios y escaparates luminosos, sobre fiestas y banquetes abundantes, y, curiosamente, también sobre la conveniencia de que cuidemos nuestra salud. Nunca hubo, si lo pensamos bien, tanta propaganda sobre esto último, que contrasta con una realidad terrible y nada saludable. El capital nos quiere sanos para producir, no importa a qué precio, y mucho mejor si el precio sale de nuestros salarios o de nuestras miserias. Esa criatura a la que hoy hemos venido a ensalzar, la dichosa Sanidad Pública, no es cosa menor, es un derecho universal que debe alcanzar a todos en igualdad y eficacia, que debe contar con presupuestos y dotaciones suficientes, y que debe ser una prioridad mayor que cualquier pago de deudas u objetivo de déficit. Pero, eso sí, no olvide nadie tampoco que este derecho no se hereda así como así. Se pelea de generación en generación. También en Navidad.

En fin, la Plataforma Social para la Defensa de la Sanidad Pública y las organizaciones que la integran agradecen vuestra presencia y colaboración en este acto. También a la Plataforma STOP Desahucios y a Parados Precarios que son parte necesaria en la idea. Y a la Plataforma No al TTIP de León, que también se ha sumado a la concentración. Nada termina aquí. Seguimos en la senda de la rebeldía.

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