Igüeña recopila y recuerda su memoria minera de más de un siglo

Eloy, Secundino y Evaristo (Rodrigatos-1970)

Abel Aparicio

A escasos metros de la atenta mirada de un minero —ya convertido en uno de los símbolos de Igüeña— y bajo el relajante sonido del río Boeza que riega una de las mejores playas fluviales de la provincia leonesa, acaba de abrir sus puertas el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Igüeña para mostrar la exposición 'La minería en el municipio de Igüeña'.

En una mesa situada a la entrada se encuentra Valeria Rodríguez Álvarez, estudiante de historia del arte y que comisiona esta exposición. Valeria, vecina de Igüeña y nieta de minero, explica que este proyecto nace gracias a una beca de la Universidad de León (ULE) con el fin de dinamizar los municipios de la provincia de menos de dos mil habitantes. “Al conocer la beca rápidamente me vino a la cabeza presentar un proyecto sobre el impacto y la historia de la minería en mi municipio. Cuando paseo con mis padres y vemos los restos de la minería pienso que todo lo que albergamos es necesario mostrarlo y dentro de nuestras posibilidades sacarle partida”, afirma Rodríguez mientras varias personas se acercan a visitar la recién inaugurada exposición.

El proyecto que presento esta joven estudiante quedó el tercero de los doce presentados, lo que le supuso una enorme alegría y a la vez un reto importante, tal y como ella describe. “Al ser una beca necesitaba una institución que la albergara, se lo propuse al alcalde, Alider Presa, que acogió la idea con gran entusiasmo y comenzamos con los trámites de convenio, que me tienen aquí desde el 1 de julio hasta el 31 de agosto”, explica Valeria. El proceso de investigación no fue sencillo, ya que hasta el año 1980 no hay muchos documentos. “Me serví de la documentación municipal, de libros publicados, de testimonios y de las fotografías que vecinos y vecinas amablemente nos han cedido, aunque no siempre fue fácil. Ahora, al ver la exposición que solo lleva abierta unas horas, la gente que se acerca me está ofreciendo más fotografías e información”, explica ilusionada al ver que su trabajo está recibiendo una acogida satisfactoria.

La exposición fotográfica va acompañada de unos carteles explicativos en los que se detalla la historia de la minería tanto en el Bierzo como en el resto de la provincia, pero prestando especial atención a lo local. La primera referencia sobre minería en el Bierzo data de 1764 y pertenece al ingeniero militar Carlos Lemaur; el primer registro sobre una mina en el Bierzo tiene fecha de 1843 y la primera concesión en el término municipal de Igüeña ocurrió en 1896 en la localidad de Espina de Tremor. Los paneles explicativos siguen la línea histórica pasando por la época republicana, la guerra civil y la dictadura franquista y termina con los años ochenta y noventa hasta el cierre del Pozo Casares de Tremor de Arriba en 2014, último reducto de la actividad en el municipio. En estos paneles se detalla tanto la actividad en interior como en cielo abierto, el incremento desmedido de la población con el consiguiente problema de la vivienda y los encierros que se produjeron en Mina Josefita en 1983 y en 1986

Una parte importante de la exposición se centra en las herramientas que utilizaban los mineros, decidas para la ocasión por Fernando García, Félix Rodríguez y Sofía Ramos. En ella se aprecian grandes trozos de carbón en los que se pueden ver distintos restos vegetales, como helechos por ejemplo.

Visitando la exposición se encontraba Isabel Fernández, nacida en Rodrigatos de las Regueras e hija de la minera Dolores Fernández, que llegó a Almagarinos con tres años proveniente de Galicia. En una de las fotografías aparece con apenas quince años y su vida como minera finalizó en 1955, año en el que contrajo matrimonio. “A mi madre, como a todas, a todas las mineras, al casarse las echaban de la mina. Eso unido al sueldo de miseria que le pagaban, la mitad que a los hombres, hacía que las mujeres fueran tratadas como personas de segunda, dentro de las malas condiciones que tenían todos los mineros, así que imagínate”, resalta Isabel.

Valeria se resiste a que tanto su trabajo de investigación como la exposición cierre la puerta el día 31 de agosto, ya que considera que este tipo de proyectos ayudan a difundir su pueblo y todo el municipio: “Tenemos mucho que mostrar tanto a la gente que vive aquí como a los que vienen de fuera. Es una forma de conocernos y de darnos a conocer. Estoy buscando diferentes fórmulas, pero me gusta mucho este trabajo y espero que tenga continuidad”.

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