'La Popular' de Sosas de Laciana quiere volver a ser famosa

Lechería 'La Popular' en Sosas de Laciana

Luis Álvarez

La lechería de Sosas de Laciana fue construida inicialmente por los vecinos del pueblo hace ya casi un siglo, en 1920, dentro de un ambiente de cooperativismo desarrollado en Laciana e iniciado con el modelo de la Cooperativa Lacianiega (1914) de Villablino; y promovida por la escuela de la Fundación Sierra Pambley, que ya fabricaba, envasaba y vendía en el mercado nacional, mantequilla salada y quesos. 'La Popular', como era conocida, comenzó siendo una sucursal de la de Villablino, lo mismo que otras que se construyeron en otros pueblos.

Los problemas de gestión y económicos, que se manifestaron en 1927 en la Cooperativa Lacianiega, llevaron a su desaparición definitiva. Motivaron entonces que 49 vecinos de Sosa aprobaran y firmaran el acta de Constitución de la 'Cooperativa Popular de Sosas' el 10 de mayo de 1931, que solo exigía dos requisitos para acceder a ser socios: ser vecino del pueblo y respetar las normas de los estatutos. Así siguió funcionando hasta 1968, produciendo mantequilla que vendían a Mantequerías Leonesas, empresa que tenía su fábrica en Villager y posteriormente la comercializaba en sus tiendas propias o a través de otros distribuidores.

Desde el 1968 hasta el 2000, durante 32 años, el abandono se adueñó del edificio e instalaciones, momento en que por fortuna no existía en aquellos años la perversa costumbre tan extendida hoy en día de afanar o destrozar cualquier instalación que se considere abandonada o incluso activa si goza de poca vigilancia. Eso permitió que todo el material, maquinaría incluso en piezas sueltas, se pudiese recuperar de entre la tierra y las cenizas que rellenaban el edificio, hasta dos carrocitas se sacaron de estos desechos del interior del edificio.

Un vecino de Sosas, Abel, le comentó a un trabajador del Ayuntamiento de Villablino en 1999 que existía ese edificio y parte de su historia. Punto de arranque para el vuelo de este nuevo Ave Fénix del siglo XXI. En los años 2000, 2001 y 2002 se incluyó la recuperación de las instalaciones en los campos de trabajo internacionales, que promovió el Ayuntamiento de Villablino y financió la Junta de Castilla y León. 139 voluntarios españoles y extranjeros aportaron su tiempo y esfuerzo, además de algunos vecinos del pueblo, que ante estos hechos se animaron a trabajar codo con codo con esos grupos de jóvenes a los que a veces ni entendían. Los dos alcaldes pedáneos, que presidieron la junta vecinal en esos años, Gustavo y José Luis, tampoco se echaron atrás en su apoyo al entusiasmo juvenil.

Durante algunos años, sin finalizar la recuperación, ya se incluyó la visita a la lechería en una ruta organizada por la asociación de municipios Cuatro Valles denominada 'Ruta de Los molinos', que incluía dos molinos también en el pueblo, pero en el año 2013 finalizó este ciclo.

En 2014 la Junta Vecinal de Sosas asume la gestión de las instalaciones y se propone finalizar la restauración y recuperación total, para su musealización. Eso es lo que ahora ya casi dan por concluido, solo les falta volver a fabricar mantequilla, “una o dos veces al año en muestras abiertas al público”, como celebraciones de un evento.

La propia Junta Vecinal, en colaboración con un grupo de vecinos, han realizado la captación y canalización del agua del río, unos 40 metros aguas arriba, que permite que todo el sistema mecánico de la lechería impulsado por el agua ponga en movimiento la maquinaria. Han realizado trabajos en la mejora del edificio, señalización, paneles explicativos, editado trípticos con una ruta de 6 kilómetros por el pueblo y sus alrededores, con hasta 14 puntos de interés etnográfico y paisajístico, que tiene como punto final la lechería. Han puesto en marcha una página web -sosasdelaciana.com- y tienen también perfil en Facebook Lechería La Popular. En ellos se pueden concertar las citas para visitas de grupo y tener acceso a cuanta información se necesite sobre esta instalación tan singular y en tan excelente estado de recuperación, que un siglo después de su construcción ha recuperado por fin todo su esplendor. Durante el año se puede visitar sin concertar cita todos los domingos y festivos de 12 a 14 horas.

Comentan los vecinos que “este verano ha sido muy bueno”, durante los meses de julio y agoste, que las instalaciones han abierto a diario, han alcanzado la cifra de 1.500 visitantes, “que creemos, no está mal”.

Pero no se dan por satisfechos y creen que sería “algo muy importante y que daría mayor valor a todo el conjunto del pueblo”, poder recuperar y ofrecer a los visitantes las instalaciones del molino, que al otro lado del camino, a apenas ses metros de la lechería han compartido alegrías y desventuras durante casi un siglo. El molino es de propiedad particular, de una familia del pueblo, con los que pretenden reunirse para tratar de alcanzar un acuerdo en el sentido deseado de hacerlo también partícipe de este nuevo resurgir de los valores y labores de antaño.

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