Los restos de Franco salen del Valle de los Caídos cuatro décadas después de la muerte del dictador
Una página de la Historia de España se ha cerrado este jueves al mediodía. El féretro con los restos de Francisco Franco ya ha salido de la basílica del Valle de los Caídos, donde había pasado los últimos 44 años en una sepultura de honor, desde su muerte en noviembre de 1975, para su posterior inhumación en el cementerio de Mingorrubio, según informa eldiario.es.
La expectación ha estado a la altura de la noticia. Desde cerca de las seis y media de la mañana unos dos centenares de periodistas seguían el histórico momento desde la puerta del monumento que ofició de mausoleo del dictador durante más de cuatro décadas. Un día frío y nuboso en Cuelgamuros ha visto despegar el helicóptero Súper Puma del Ejército del Aire con el féretro rumbo al cementerio de Mingorrubio, donde ya estaba enterrada la esposa de Franco, Carmen Polo.
Tejero se sumó a los nostálgicos en El Pardo
Unos pocos nostálgicos de la dictadura se acercaron hasta la entrada al Valle para protestar por la exhumación, con el himno de la Legión como música de fondo. Algunos desplegaron una pancarta con el lema 'Sánchez desokupa, deja a Franco en paz'. En el cementerio de El Pardo también comenzaron a reunirse franquistas desde primera hora para aguardar la llegada de los restos, a los que se sumó, entre vítores, el golpista Antonio Tejero.
Pasadas las 9.30 horas, la comitiva de autoridades, encabezada por la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que ejerce en la operación como Notaria Mayor del Reino, llegaban a la basílica. Junto a ella, el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, que ha coordinado todo el dispositivo; y el subsecretario de Vicepresidencia, Antonio Hidalgo. Los familiares del dictador –dos de ellos han presenciado la extracción del féretro bajo una carpa– hicieron lo propio en dos minibuses. También el prior del Valle, Santiago Cantera, ha asistido a la exhumación y ha bendecido los restos a petición de la familia.
Pasadas las 12.30 horas se confirmó que se había conseguido extraer el féretro tras levantar la lápida de 1.500 kilos. A pesar de que presentaba daños por el paso del tiempo, los representantes de los familiares decidieron que el traslado se realizara en el ataúd original. Salió a hombros de la basílica hasta el coche fúnebre que lo acercaría al helicóptero.
Un camino lleno de obstáculos
Franco está fuera del Valle de los Caídos, pero la mayor fosa común de España aún alberga los restos de 33.815 víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura. De ellas, 21.423 están identificadas, pero aún ninguno de los familiares de estos represaliados del franquismo ha podido recuperar sus restos, a pesar de que una sentencia en 2016 reconoció el derecho a la familia de dos de ellos, los hermanos Lapeña.
No sin pocos obstáculos y 17 meses después de que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunciara el plan, el cadáver de quien ordenara construir el Valle de los Caídos para conmemorar su “gloriosa cruzada” y a los caídos por ella, ha sido desalojado rumbo a una sepultura familiar en El Pardo (Madrid).
La exhumación ha tenido que superar los recursos legales de la familia que ha llevado el asunto hasta el Tribunal Supremo y la estrategia de sus aliados que diseminaron acciones jurídicas hasta dar con un juez que detuvo el plan de obras por una supuesta falta de licencia. El responsable de la basílica del Valle, el prior Santiago Cantera, ha sido uno de los líderes de la resistencia. Ha bendecido el féretro al ser evacuado.
La operación, desarrollada entre fuertes medidas de seguridad, culminará con el entierro en el cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, donde está sepultada la viuda en un panteón propiedad del Estado muy cercano al palacio que fue la residencia oficial del militar mientras se mantuvo en el poder.
Entre los arroyos de Puentellanos y el Boquerón, en el extremo sur de la sierra de Guadarrama y al pie de una mole de granito, Francisco Franco decidió erigir este monumento donde terminó enterrado. El complejo apenas dista 10 kilómetros al norte del Monasterio de El Escorial –sepultura de los reyes de España–. La salida de Franco abre este paraje serrano a la resignificación tras pasar 44 años como polo central de la memoria franquista.
Más de cuatro décadas han transcurrido desde que el abad del Valle recibiera los restos del general sublevado contra la II República en 1936. Entre medias, el régimen autoritario franquista fue sustituido por la Constitución de 1978 y la democracia. El Gobierno ha sido dirigido por una coalición de conveniencia como la UCD, por el PSOE –que fue clandestino durante la dictadura– y el Partido Popular. La tumba en la basílica permaneció todo ese tiempo como lugar de culto y honra de la figura del dictador situada por encima de todos los enterrados allí, todos fallecidos durante la Guerra Civil, menos él.
Desde este octubre de 2019, la marcha anual de cada noviembre para exaltar a Franco que llegaba al templo benedictino y desplegaba toda una batería de parafernalia franquista no tendrá destino. Al menos en el valle de Cuelgamuros, el paraje de la sierra madrileña donde se erigió el monumento a base de trabajo esclavo entre 1940 y 1958.