Las (enormes) diferencias entre las reforma de la Gran Vía de Madrid y Ordoño II en León

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C.J. Domínguez

Este viernes una de las noticias del día ha sido, sin lugar a dudas, la reinauguración por parte del Ayuntamiento de Madrid de la nueva Gran Vía de la capital de España tras una importante remodelación que gana más espacio para los peatones, cede metros para las bicicletas, apuesta por abundante mobiliario y todo ello, no sin controversia, lo hace a costa del tráfico rodado.

Esa controversia y el hecho de que se trata de la arteria principal, más comercial y más reconocible de ambas capitales son casi los únicos puntos en los que esta obra encuentra parecidos razonables con la remodelación, también ejecutada por el Ayuntamiento leonés este año, de la avenida Ordoño II de León. Aunque hay otro punto de similitud: el plazo de ejecución. En Madrid, la inversión de 6,5 millones de euros decidida por la alcaldesa Manuela Carmena se ha culminado en nueve meses, mientras que la obra defendida por el alcalde Antonio Silván en León duró algo más de ocho meses para inyectar 429.000 euros.

El criticado proyecto leonés, diseñado por el arquitecto municipal Miguel Martínez Puente, ahora imputado en la Operación Enredadera contra la corrupción en el Consistorio, apostó finalmente por sustituir las dos calzadas para el paso de tráfico rodado ejecutadas con adoquines por asfalto, pero sin reducir el espacio para los vehículos a motor. Y así en su medio kilómetro de longitud, que siguen contando con los mismos pasos de peatones.

Madrid, un 31% más espacio para el peatón

En el centro de Madrid, en cambio, sí se han limitado los metros para el tráfico, prescindiendo de uno de los carriles, ampliando hasta en seis el número de pasos de peatones y consiguiendo ganar tres metros de aceras para el paseo. Esto significa que en la Gran Vía madrileña el peatón ha ganado 6.800 metros cuadrados, lo que supone un incremento de espacio peatonal del 31,24% a lo largo de sus 1.300 metros.

El exigido carril bici

En Madrid quedan desde hoy dos carriles de circulación por cada sentido: uno para transporte público y uno para coches y bicicletas, habilitando una parte del espacio para un carril bici. En Ordoño II, en cambio, siguen quedando los mismos dos carriles y al menos se consiguió, tras una serie de protestas de colectivos por la movilidad sotenible, que uno de ellos se habilitara como ciclovía. La velocidad ha quedado desde su culminación el pasado mes de agosto limitada a 30 kilómetros por hora.

En el espacio ganado al tráfico, Gran Vía ha visto reordenado las marquesinas de autobús para optimizar el transporte público, acercándolas a los pasos de peatones, aspecto que en Ordoño II no varió en modo alguno. Madrid, además, apostó por plantar 89 árboles, frente a los 23 que suma León contando como tales algunos arbustos de gran tamaño.

143 bancos en Gran Vía frente a 10 en Ordoño

En la principal arteria madrileña, además, se ha instalado nuevo mobiliario urbano y no sólo los semáforos de original diseño, que han llamado mucho la atención. En total, Gran Vía cuenta desde hoy con 143 bancos, cuando antes apenas existían, y de ellos 110 son bancos de granito, aunque también destacan otros “bancos para compartir” de madera elegido a través de un concurso de ideas, 33 unidades en total.

En cambio, en la avenida principal leonesa ofrece desde su reapertura en agosto un total de diez bancos, ocho grandes y dos más reducidor. De ellos, sólo dos presentan alguna característica de tipo artístico u original, situados ambos en el inicio en Santo Domingo, con un juego de colores que aparenta ciertos diseños de Gaudí.

9 papeleras en León, 70 en Madrid

En cuanto al alumbrado, se instalaron 228 luminarias de última generación con tecnología led que cumple los requisitos actuales de eficiencia energética, algo que aún no ha llegado a León, aunque se prevé en la millonaria privatización por 21 millones del alumbrado público de la ciudad.

El mobiliario madrileño se completa en su trazado de 1.300 metros con 70 papeleras, frente a las 9 que ofrecen los 500 metros de Ordoño II. Y por último, el Ayuntamiento de Madrid abogó por instalar tres fuentes para de agua potable para consumo humano, situados estratégicamente. León ni las tuvo ni las tiene.

Otra diferencia, en este caso a favor de León, son los dos puntos de recarga eléctrica de vehículos, las llamadas electrolineras, que permiten también a los ciudadanos cargar otros muchos dispositivos móviles.

En Madrid, fiesta inaugural; en León, nadie

Pero si hay una diferencia definitiva es la de cómo han afrontado sendos equipos de Gobierno, el de Carmena y el de Silván, la reapertura de ambas avenidas tras la conclusión de las obras. Porque mientras en Madrid se ha organizado para esta misma jornada una gran fiesta popular, en León jamás se celebró ni siquiera una inauguración oficial: simplemente el 7 de agosto, tras varias semanas de retraso respecto al plazo previsto, se abrió el nuevo asfalto al tráfico y listo.

No es de extrañar, porque si bien en Madrid se han escuchado estos meses críticas por el proyecto municipal, en León la controversia fue en muchos sentidos, también el comercial, pero adquirió tintes mucho más dramáticos, especialmente políticos. Porque en numerosas ocasiones se vivieron auténticas trifulcas entre los diferentes grupos municipales sobre si León debería haber aprovechado o no esta inversión para peatonalizar por completo Ordoño II.

La oportunidad perdida de la peatonalización

Todos los grupos de oposición, en mayor o menor medida, lo solicitaron: desde el PSOE, que llegó a ofrecer sus votos a Silván para sacar esta alternativa adelante, hasta León en Común (IU), León Despierta (Podemos) y Unión del Pueblo Leonés (UPL). La ausencia de problemas relevantes de tráfico en el centro de la capital durante los largos ocho meses de ejecución vinieron a darles la razón, según destacaron. Pero enfrente se situaron el equipo de Gobierno del PP y, sobre todo, Ciudadanos, cerrados en banda con la solución del doble carril y el asfalto.

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