Cambiar el mono azul por el blanco, clave para reducir accidentes en obras

Efe

Industrializar las obras y con ello utilizar más sistemas prefabricados mejoraría las condiciones de la construcción y supondría una reducción de los accidentes laborales en esta profesión, cuyos empleados podrían cambiar su mono azul por el del blanco típico de las fábricas de producción en serie.

Sustituir paulatinamente el ladrillo y el cemento por estos nuevos materiales, como obliga para el futuro el Código Técnico de la Edificación, dará como resultado unas casas más sostenibles y mejor construidas y contribuirá a reducir la siniestralidad, ha explicado el jefe de la Unidad de Seguridad y Salud Laboral de la Oficina Territorial de Trabajo de Ávila, Joaquín Ortega.

El experto ha participado esta mañana en la conferencia 'Reducción de la siniestralidad en el sector de la construcción', incluida dentro del programa del cuarto Congreso de Prevención de Riesgos Laborales de Castilla y León, que concluye hoy en la capital leonesa.

La crisis ha reducido los accidentes

Ortega ha incidido en que durante los últimos años se ha reducido sensiblemente el índice de accidentes en la construcción, pero no porque haya una mayor consideración por parte de las empresas hacia esta materia, sino porque la crisis económica y, en concreto, la del ladrillo, ha reducido el número de obras.

Eso ha permitido que los inspectores, que antes no llegaban a todas ellas ahora puedan controlar la práctica totalidad, ha destacado.

Esta crisis “absoluta” y de la que no se prevé una recuperación “inmediata” ha hecho, asimismo, que se haya terminado con las horas extraordinarias, así como que los trabajadores que quedan activos sean profesionales “muy buenos”, dos factores que también han contribuido a reducir la siniestralidad laboral.

Hace unos años, las empresas contrataron a un gran número de empleados que no habían trabajado en la obra anteriormente y, en muchos casos, su única formación en prevención de riesgos laborales era impartida a través de un curso de ocho horas en castellano, sin que muchos de ellos supieran siquiera hablarlo, ha recordado Ortega.

Aproximadamente el 70% de los accidentes que se producen en la construcción se deben a caídas desde alturas, lo que lleva a los técnicos a extremar su celo con el estado de los andamios, las barandillas, redes y líneas de vida -cuerdas o arneses, por ejemplo-.

Ortega ha concretado que normalmente la obra pública y las grandes empresas constructoras suelen tener una sensibilización alta hacia la prevención de los riesgos laborales, algo que no suele ocurrir en el caso de determinadas promotoras privadas que se encargan de todo el proceso de construcción y cuya principal pretensión es ahorrar costes para obtener el mayor beneficio posible.

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