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Una bandada de 72.000 estorninos 'trolea' al Ayuntamiento de León

Los estorninos contados por miles, como se cuentan de manera habitual en varios puntos de la capital leonesa, son un problema de suciedad y ruido para los vecinos. Algo que comenzó el equipo de Gobierno del PP en el Ayuntamiento de León a frenar en seco el año pasado al contabilizar una serie de bandadas estables en la ciudad que se cifraron en 72.000 ejemplares.
La Concejalía de Comercio, Consumo y Fiestas, que dirige el concejal Pedro Llamas, consideró un éxito la campaña, contratada con la empresa coruñesa Locus Avis S.L. Porque según datos oficiales en el mes de enero de 2017 apenas quedaban menos de 500 estorninos y en una rueda de prensa de balance en febrero se consideró ya a León libre de esta molesta especie.
Había costado exactamente 10.950 euros a las arcas municipales, con cargo la mitad al presupuesto del pasado ejercicio y la otra mitad al de 2017. La iniciativa dejó 'barridas' zonas enteras de la capital leonesa (Paseo de La Condesa, el Parque de San Mamés, Paseo de Salamanca, Parque de Quevedo, Paseo de Papalaguinda, Parque del Cid, Parque de San Francisco, zona del Campus Universitario de León y el Parque de los Reyes de España), en las cuales esta especie había causado mayores problemas, como intensos ruidos nocturnos, cúmulo de excrementos en la vía pública, especialmente en los vehículos o en el mobiliario urbano.
Sin embargo, las medidas incruentas anunciadas, aunque efectivas, han sido temporales. Porque la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de León aprobó en su última sesión una nueva campaña a desarrollar este otoño e invierno, con un nuevo coste de casi 10.000 euros a mayores (en concreto 9.830 euros). El objetivo anunciado: volver a expulsar a una población exactamente igual que la del año anterior, es decir, nuevamente 72.000 estorninos.
Son una especie migratoria
Está claro que la solución del pasado otoño fue temporal. Y es que de los dos tipos de estorninos que forman las enormes bandadas de León, el estornino pinto o gris (sturnus vulgaris) y estornino negro (sturnus unicolor), sólo este último es una ave no migratoria.
El estornino común abandona de manera natural sus lugares de nidificación, alejándose entre 1.000 y 1.500 kilómetros en busca de climas más cálidos en la época de reproducción, dejando así de manifestarse en sus vuelos en grupos masivos de esa peculiar manera de enjambre que crea formas complejas recortadas contra el cielo, fenómeno denominado 'sol negro'.
La empresa contratada, que se compromete a usar aves rapaces -sobre todo halcones- adiestradas para realizar vuelos de intimidación, así como equipos de reproducción de sonidos de alarma, aboga por garantizar la ausencia de daños a las molestas bandadas. Sin embargo, cabe recordar que legalmente en España esta especie es considerada un alimento, e incluso se caza para fines comerciales, a través de un período de veda.
Caza permitida en otros países
En otros países próximos se consideran una plaga (Francia), y al igual que en Reino Unido se pueden cazar todo el año. Porque la ciencia ha demostrado que, como demuestra el caso de León, cualquier intento de control tienen un mero efecto temporal. De manera que el gasto público iniciado hace un año y que se repetirá nuevamente necesariamente tiene sólo la ventaja de alejar a los ejemplares, muchos de los cuales ya se irían en la época migratoria igualmente, pero con la seguridad de que los 72.000 estorninos 'leoneses' o más terminarán por volver.