Los 'babiecas' del siglo XXI, la raza equina hispano bretona que se cría en León

Un ejemplar de caballo hispano bretón cruzado con asturcón. Foto: Contino111 (CC BY-SA 4.0).

Jesús María López de Uribe

Es de todos conocido que uno de los caballos de batalla del Cid Campeador fue el famosísimo 'Babieca', muy probablemente una montura proveniente de la comarca de Babia, en León.

Pocos nombres de caballos se conocen en la Historia, más allá del 'Bucéfalo' de Alejandro Magno o 'Incitatus', el equino que 'nombró' senador Calígula; o 'Othar' el caballo de Atila, del que su dueño decía que allí donde pisaba no volvía a crecer la hierba; o ese caballo blanco de Santiago que no necesita nombre. Y si un 'Babieca' quedó en la leyenda, también podría deberse a la fama que tenía la zona leonesa de cría caballar.

Allí se criaban desde antes de los romanos los asturcones, una raza mítica de pequeños caballos de montaña muy resistentes que sirvieron a astures y cántabros a ponérselo más que difícil, casi imposible, a Augusto en la primera guerra en la que perdió un águila de legión (treinta años antes que en la famosísima derrota de Teotoburgo).

Y no es improbable que en tiempos de Rodrigo Diaz, un noble de alta alcurnia leonesa que terminaría convirtiéndose en la leyenda del victorioso guerrero medieval llamado Campeador, alguna mezcla entre caballos hispanoárabes y francos más uno de los pequeños pero fuertes asturcones fuera a dar con el 'Babieca' legendario, ya que para la guerra se necesitaban caballos de gran potencia y resistencia, no sólo para cabalgar veloz sino también para arrollar. Es decir, que los grandes guerreros llevarían más de un tipo de equino y el tipo babiano debía tener una gran estima por su corpulencia.

Pero a lo largo de los siglos la caballería medieval dejó de existir al cambiar los usos de la guerra, por otra que necesitaba animales más veloces y de galope, con lo que los criadores dejaron de trabajar ese tipo de razas y, además, la guerra se había alejado mucho de las montañas cantábricas como para seguir con aquella línea de crianza. La crianza de animales de tiro se trasladó a otros lugares y con otras razas distintas del pequeño caballo astur.

Pero fue ya tras la revolución industrial, cuando el raciocinio se quería imponer en el siglo XX, cuando se comenzó a trabajar en planes ya determinados, y en los años treinta del pasado se impulsó el cruce de yeguas españolas con sementales bretones importados desde Francia.

El futuro del hispano-bretón

Gracias a que León disponía de un depósito militar de sementales en San Marcos, se pudo iniciar el programa de cruce. Sin embargo, tan sólo tres décadas después, con la mecanización a partir de la década de 1960 la llegada de los tractores al campo español hizo que se dejaran de utilizar para esas labores agrícolas, y sólo en Babia se mantuvo algo su producción porque su mayor uso es el de ser criados para carne.

Una raza “bien conformada y de gran corpulencia”

“Con un peso medio de 715 kilos en los machos y 702 kilos en las hembras, son animales con un perfil recto, hipermétrico, sublongilíneo, bien conformado y gran corpulencia. La cabeza presenta un perfil recto y tronco piramidal. El cuello, espalda, grupa y pecho son musculados y robustos, otorgándole una apariencia redondeada. Con una crinera abundante. Y unas extremidades fuertes y bien aplomadas. La alzada a la cruz varía en función de las áreas geográficas variando entre 145 y 154 centímetros”, explican en esta vieja versión de la web del Ministerio de Agricultura.

Según el ministerio, “la capa más frecuente y valorada es la alazana, también castaña y negra. Cada vez son menos frecuentes los animales ruanos, overos y tordos. Las particularidades más frecuentes en la cabeza, son el lunar, estrella o lucero. En las extremidades las cebraduras y los calzados bajos”.

“Actualmente la raza Hispano-Bretón está catalogada como raza en recesión según el catálogo oficial de razas de ganado de España. Geográficamente se distribuye por el norte de la Península Ibérica, fundamentalmente a lo largo de la cornisa cantábrica [...] Aunque inicialmente esta raza se originó con un doble propósito de trabajo-carne, en la actualidad su uso en las labores de campo ha disminuido y su principal orientación productiva es la carne de potro, y en menor medida como caballos de picadores o el tiro deportivo”, explican en este estudio genético de la raza Hispano-Bretona de la Universidad Complutense de Madrid.

“Morfológicamente son animales voluminosos, de amplias masas musculares, con extremidades fuertes y bien aplomadas [...] El sistema de explotación es extensivo en zonas de montaña aprovechando los pastos y en invierno se bajan a los valles con suplementación puntual a base de paja y heno. Su explotación suele ir asociada al vacuno de carne, en explotaciones familiares de pequeño tamaño. La cubrición se realiza generalmente con sementales de la misma raza, mediante monta natural. Los potros se destetan en invierno cuando bajan de la montaña”, asegura esa investigación.

Doce mil ejemplares

Los datos del ministerio de Agricultura apuntan a que en España quedaban, a 31 de diciembre de 2018, 12.195 ejemplares en toda España, la mayoría de ellos (10.494) hembras; sólo el 14% (1.701) son machos. Esto garantiza que se pueda seguir con esta raza equina sin excesiva dificultad al disponer de más reproductoras. Sólo están destinados a monta natural 440 y se han seleccionado 18 sementales, según estos datos.

En la actualidad hay Hispano Bretones de color castaño y negra que arrastran en la Batería Real una Sección de Cañones con piezas Schneider 76/28 mm de 1906 fabricados en Trubia (Asturias) y Sevilla; y una Sección de Salvas con obuses OTO Melara del 105/14, que es la encargada de efectuar las salvas de ordenanza. De los cuales quedarían 530 en Aragón, en el centro de Garrapinillos, en la provincia de Zaragoza, perteneciente al programa de cría caballar de las Fuerzas Armadas.

“La sección hipomóvil monta caballos hispano-bretones de capa alazana y negra. Son los encargados de tirar de las piezas Schneider y sus carrillos de munición”, explican en la propia página de la Guardia Real. Éstos se crían en el Centro Militar de Cría Caballar de Ibio (en Cantabria). Precisamente en esta comunidad autónoma había 4.050 ejemplares de este magnífico animal a final del año pasado.

Y en Castilla y León, siempre según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, Pesca y Agricultura (que no los especifica por provincias), quedarían 7.615. Se supone que la mayoría en Babia y algunos en la provincia de Palencia, limítrofe con la comunidad autónoma santanderina.

“En Babia es fácil ver pastar a ejemplares Hispano-Bretones en condiciones meteorológicas muy diversas, que pueden oscilar desde temperaturas bajo cero acompañadas de grandes nevadas durante el invierno, hasta los 30 grados en las horas centrales del día durante el verano. El otoño y la primavera son las estaciones del año más favorables con lluvias que permiten el crecimiento de los pastos”, cuentan en el blog de Terránea; donde, sin tapujos, nombran a la comarca leonesa como “la capital del hispano bretón”.

No es para menos. Una zona tan bonita tenía que dar por necesidad un animal hermoso. Los 'babiecas' del siglo XXI son otro producto más de una tierra mítica y legendaria como lo es León. Sólo hace falta que se conozca.

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