Gallardo: “Falta análisis, especialmente en la televisión”

El periodista ponferradino, en la Plaza de Mayo de Buenos Aires.

Pablo M. Bello

Su periplo comienza en la Cadena SER antes de iniciar, en 1991, la carrera de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. En 1997, entra a formar parte de la plantilla del Canal 24 Horas, en el área de Cultura y Sociedad. Dos años después pasa a la sección de Internacional. A partir de entonces, comienza a colaborar en los servicios informativos de la cadena de radio pública y en el programa cultural 'El Ojo Crítico'. También fue presentador de La 2 Noticias. Durante la entrevista, este periodista curtido en los servicios informativos de TVE, habla de los entresijos de la profesión o del papel de nuestro país en Latinoamérica.

Tus inicios fueron en la Cadena SER, en la emisora de Radio Bierzo de Ponferrada. ¿Cómo recuerdas tu comienzo en la profesión?

¡Uf, muchas veces –debe ser por eso de la edad– me acuerdo de aquella época y ya han pasado 20 años! Fíjate, no había empezado todavía a estudiar Periodismo en Madrid y yo lo que tenía claro es que quería escribir, contar historias... Aquella experiencia me abrió los ojos, descubrí que justamente lo que iba a estudiar en la universidad era lo que quería hacer en la vida. Realmente lo disfruté.

¿En ella, se hacen más amigos o enemigos?

Hay de todo, pero al margen de todas esas ambiciones personales con las que te vas encontrando a lo largo del tiempo puedo decir que yo me he encontrado con más amigos. Quizás porque nunca nunca he tratado de pisar a nadie. Es más, mi primer instinto es siempre el de la colaboración, el del espíritu de equipo. Uno no es nada sin el otro, sin los compañeros, de los que siempre aprendes algo, continuamente... Y te puedo decir que, actualmente, muchos de mis mejores amigos se dedican a esta profesión. Muchos de mis amigos los he conocido trabajando y, claro, especialmente dentro de TVE, en la que ya llevo 14 años. Y si son amigos es porque tampoco son de los que pisan a nadie, sino que se limitan a mejorar en su carrera y punto.

¿Cuáles son las amenazas del periodismo?

Sabes que la inmediatez –y más hoy en día con internet convertido en una auténtica revolución en cuanto a medio de comunicación– es característica propia del Periodismo. Pero se traduce, más habitualmente de lo que uno desearía, en rapidez y, ahí, se cometen muchos fallos. Cada vez hay menos lugar al análisis. Es más, falta análisis. Y, especialmente en televisión, donde predomina demasiado el espectáculo por encima del valor informativo. Abogo por una combinación de ambas cosas, pero sin perder el norte. Los que nos dedicamos a informativos en televisión nos tenemos que ceñir al minuto del reportaje, a los 40 segundos del directo y tampoco creo que sea bueno enmarcarse en los tiempos, creo que todo tiene que depender del criterio meramente profesional y no siempre es así. Por otro lado, la profesión periodística está herida. Cada vez hay que hacer más por menos. Y, en eso, las nuevas tecnologías tienen parte de culpa. Twitter, por ejemplo, se está empezando a incorporar ya, de pleno, en el trabajo de algunos compañeros y no estoy muy seguro de que sea bueno para la profesión. Tampoco me convence que las redes sociales sean pasto de titulares. En cualquier caso, con mi blog en rtve.es, he comprobado lo reconfortante que es estar en contacto con quienes te siguen, les gustes o no.

No me convence que las redes sociales sean pasto de titulares

¿Esta profesión es cuestión de enfoque, de honestidad, o de qué?

Por supuesto que hace falta un buen enfoque, una buena guía. La objetividad absoluta no existe, pero hay que saber diferenciar entre información y opinión, aunque yo siempre digo que en temas como la defensa de los Derechos Humanos, uno siempre tiene que tener claro de qué lado está. Y, claro, hay que ser honestos, intentando comprender –para así contarlo luego– a todas las partes de una noticia. Es necesario dar una visión global del tema que tratas. Análisis, lo que te decía antes. Es imprescindible, siempre, ir más allá del titular y de los hechos que, a priori, se presentan. Compromiso, esa es la clave.

¿Crees que aquí está demasiado politizada? ¿Ocurre en los países donde has trabajado?

Que toda información se politice es peligroso, se corre el peligro de perder la perspectiva. Hay que contar lo que ocurre y que el público saque sus conclusiones. En el Magreb –hace años tuve la ocasión de visitar la región en diversas ocasiones– te das cuenta del horror de la censura, como en tantas otras zonas del mundo. Ya no es que se politice la información, es que sólo se permite la información que no daña al que gobierna o tiene el poder. En Rusia, está tan institucionalizado el sistema de autocensura que, allí, muchos periodistas del país ya no se plantean que se pueda trabajar libremente como en España, que se pueda acceder libremente al político ó criticarlo, con argumentos, si hace falta. Allí, es para ellos un verdadero riesgo criticar, incluso, el daño que le va a hacer a un bosque la construcción de una carretera, aunque esa carretera sea necesaria. En cuanto a Argentina, donde estoy ahora, abres un periódico y parece que todo es, efectivamente, política. Hay medios a favor y en contra de cada uno de los políticos, pero es tal, en ocasiones, la confrontación, que llega a límites insospechados. Por ejemplo, hoy, es noticia la sentencia condenatoria contra la terrible represión que ejerció, en los 70, el 'Plan Cóndor' de las dictaduras del Cono Sur. Pues bien, hoy, un diario argentino de tirada nacional, uno de los más importantes, ni siquiera le ha dedicado un simple breve a esa información.

¿Qué percepción se tiene de nuestro país en el extranjero?

En Argentina, se adora a España porque quien más o quien menos tiene alguna ligazón personal, familiar, con nuestro país. Es increíble cómo se sigue, aquí, la información de España, no sólo la política. España, en Rusia, en mi opinión, es bastante desconocida. Allí, cada vez hay más interés por nuestro país, gracias al turismo, por ejemplo, pero España todavía tiene que darse más a conocer más allá del jamón, de sus playas y de las grandes empresas.

Te desplazaste en su día hasta Argelia a cubrir unas elecciones. ¿Percibiste algo allí que pudiera pensar lo que ha ocurrido con las revueltas en algunos países de su entorno, como Libia?

Cubrí allí unas elecciones legislativas, justo después de varios atentados suicidas perpetrados por 'Al Qaeda del Magreb', pero también estuve trabajando en el país en alguna otra ocasión. Y entre mi primera visita y la última, me di cuenta de que algo había cambiado... Muchos más jóvenes en la calle sin hacer nada y muchos burkas... Confieso que nunca pensé que podrían ser factibles revueltas como las que hemos visto en la región, al menos, tan a corto plazo. La situación antes y ahora, concretamente en Argelia, me la resumía hace bien poco mi amigo Yassine, de Argel: “subida de precios de los alimentos, jóvenes desesperados, calles llenas de gente, manifestaciones, muchedumbre, revuelta, coches rotos... Bajada de precios, más puestos de trabajo y tranquilidad por ahora”.

La energía nuclear ha vuelto a la palestra con el desastre en Japón. En Rusia también supieron de eso. ¿Has visto alguna diferencia, sobre todo en la reacción de la gente? ¿En Rusia se ha olvidado?

Chernóbil forma y formará parte de la memoria ex soviética y no dudo de que la tragedia de Japón ha hecho recordar lo que se vivió, entonces, en una amplia zona que se extiende en lo que hoy son Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Chernóbil fue mucho más de lo que nos contaron y todavía se podría seguir sacando información nueva de aquel terrible suceso. Pero, como en tantas otras ocasiones, también sé que no ha habido una reacción popular generalizada a lo de Japón. El ruso ha sufrido mucho, pero ha aprendido –le han hecho aprender– que no hay nada que pueda hacer el ciudadano, sino tragarse lo que toque y cuanto antes, mejor. No se les puede culpar, el sistema no les permite ir en contra. Y, si lo haces, tienes todas las de perder. Acordémonos de tantos y tantos atentados, por ejemplo, en los que las víctimas sufrieron el golpe de los terroristas y, además, el de las soluciones del poder para acabar inmediatamente con esos terroristas.

Por seguir aquí. ¿El lastre del comunismo sigue pesando en los rusos, o viven ya con normalidad la democracia?

La rusa no es una democracia perfecta. No lo digo yo, lo dicen los propios dirigentes rusos. Especialmente, el presidente Medvedev en su continuo intento por parecer públicamente un hombre transparente. Yo, personalmente, iría más allá. Faltan muchas libertades individuales. Faltan las condiciones para que un ciudadano pueda ser libre totalmente y, también, para que la oposición –que sigue siendo minoritaria, porque tampoco se lo ponen fácil– pueda iniciar el verdadero cambio hacia la democracia. Se vive mejor que hace 20 años –este año, la Perestroika cumple 2 décadas-, pero persisten muchos lastres del pasado. Y la sociedad se queja poco abiertamente... porque ni puede ni entiende que puede hacerlo. Se arrastra la corrupción del pasado. Hay todavía demasiada presencia del pasado, la clase política apenas resuelve, todavía se sigue temiendo más al policía que al ladrón.... pero yo sigo diciendo que hay esperanza. Cada vez hay más valientes. La gente se informa, viaja cada vez más y va aprendiendo que, en otros países, en la otra Europa, uno puede decir lo que quiere y acceder a lo que necesita como cualquier otro.

España es importantísima para Latinoamérica, al igual que Latinoamérica es crucial para España. Que se lo digan a las grandes firmas españolas.

Por historia, España siempre ha estado vinculada con Latinoamérica. ¿Qué papel debe jugar nuestro país en esta zona del planeta?

España es importantísima para Latinoamérica, al igual que Latinoamérica es crucial para España. Que se lo digan a las grandes firmas españolas. Nuestro país es, por ejemplo, el mayor inversor en Argentina y le beneficia seguir apostando por tener una presencia fuerte y creo que lo está haciendo. Es inevitable profundizar en esa unión que existe con pueblos como el argentino e intentar superar, todos juntos, los resquemores que todavía despierta nuestra nación, 200 años después de las independencias, en ciertos países de esta importante e imparablemente creciente zona del mundo.

Volviendo a tu tierra. Fuiste mantenedor en una edición de las Jornadas Gastronómicas del Bierzo. ¿Echas de menos la cocina berciana?

Fue un gran reconocimiento y un honor, para mí, que me invitaran a ser mantenedor de las Jornadas Gastronómicas. Ahora, aquí es más complicado, pero en Rusia ejercí de 'mochilero' y te explico: en mi discurso como mantenedor dije que un berciano siempre lleva la despensa en la mochila. Allá donde va, se lleva consigo el pimiento, el jamón y tantos otros productos de la tierra. En mi caso, sobre todo y aparte de lo rica que es nuestra cocina, porque mis padres siguen manteniendo muchas de las costumbres de antes, siguen por ejemplo haciendo la matanza del cerdo. Y si en la nevera de uno, no huele a Bierzo... ¡Bueno, es imposible!

(Foto de portada: El periodista, en la Plaza de Mayo en Buenos Aires)

Etiquetas
stats