El efecto del apagón eléctrico a pie de calle en León: del cierre de los negocios a llenar las terrazas al sol

Uno de los negocios de la avenida Ordoño II, en la ciudad de León, echando el cierre durante el apagón eléctrico nacional.

Sara Lombas

España nunca había sufrido un apagón eléctrico como este en su historia. Cuando cerca de las 12.30 horas del lunes 28 de abril la luz y las comunicaciones cayeron de golpe en toda la península ibérica todos los ciudadanos de España fueron conscientes de un modo u otro. Lo que durante los primeros minutos parecía ser una caída de la luz localizada, poco a poco se fue denotando como una caída provincial, luego autonómica, después nacional y, finalmente, internacional, afectando íntegramente a España, Portugal y partes del sur de Francia.

En ciudades como León los ciudadanos se asomaban a las ventanas para comprobar cómo sus vecinos hacían lo mismo. Así, el día soleado del lunes vivía una oscuridad eléctrica histórica. Las llamadas se cortaban, los mensajes dejaban de llegar, la música dejaba de sonar en auriculares y las televisiones se apagaban en las casas y cafeterías. En la calle, los locales se quedaban a oscuras y los semáforos dejaban de lucir. En la principal arteria comercial de los leoneses, la avenida Ordoño II, solo se habla del apagón, por encima de las sirenas de ambulancias, bomberos y pitidos de los agentes de policía local que tratan de controlar el tráfico, ya sea en la glorieta de Guzmán como en Santo Domingo.

Un vehículo de bomberos atraviesa la avenida Ordoño II, en la ciudad de León.

En farmacias como la de Sirera, en el centro de la capital leonesa y una de las más concurridas de la ciudad, dos dependientes atienden en la puerta a los ciudadanos que se acercan para intentar, sin éxito, obtener algún medicamento minutos después del inicio del apagón: “No tenemos forma de autoabastecernos, ni siquiera podemos cobrar porque la caja es automática, con un sistema digital. No podemos dar nada, ni con receta ni sin receta”, explica una de las farmacéuticas. En el interior, el normalmente luminoso local, hoy se mantiene a oscuras, con todas sus pantallas en negro.

Ocurre lo mismo a las puertas de las oficinas de la entidad Caja Rural, donde una trabajadora explica desde la puerta la imposibilidad de realizar ninguna operación desde el cajero o la propia oficina: “Informáticamente no tenemos sistema, pero la banca online de momento parece que está activa”, afirma.

“No podemos hacer nada”, es la frase más repetida en los comercios leoneses. Así lo aseveran también en una óptica, donde un hombre todavía aprovecha para probarse las gafas expuestas, aunque sea a oscuras, y una mujer espera sentada después de hacerse una revisión óptica, con cierto apuro: “Acabamos de graduarle la vista, hemos guardado los datos y justo el sistema se ha caído. Solo podemos enseñarle la montura, que se hará por encargo, pero no podemos cobrar ni nada”.

Un poco más allá, frente a la sede del Ayuntamiento de León, se acumula una multitud entre concejales, funcionarios y curiosos. Un hombre que ha salido a la calle después de intentar hacer un trámite en la oficina bancaria frente al Consistorio observa un poco apartado el ambiente de la calle: “Lo que sé es que es un ciberataque en España, Francia y Portugal”, afirma con rotundidad, aunque en ese momento no se haya confirmado el origen del apagón, “Me lo han mandado por WhatsApp”, especifica. “No recuerdo algo así en mis años de vida, y ya tengo 64 años. Se ha cortado la luz, pero en una manzana. Así, a nivel nacional, nunca”.

En la misma calle un grupo de tres mujeres comentan la situación entre sí. Una de ellas, de hecho, se encontraba comprando en una farmacia cuando, de repente, se ha quedado a oscuras: “Me han guardado los medicamentos porque me han dicho que no me lo podían cobrar”. Por ahora, ninguna ha recibido un mensaje que apunte un supuesto origen del apagón, concretamente aludiendo a un ciberataque y, ante la mención del mismo, las tres se sorprenden: “¡Qué horror!”. “Se me ha puesto la piel de gallina”, exclama otra de ellas.

Ambiente en la avenida Ordoño II de la ciudad de León.

En comercios como Zara ya han tomado la precaución de cerrar sus puertas con una verja, aunque las puertas de cristal se han quedado bloqueadas, abiertas. Poco a poco, los comercios y bares bajan sus trapas. Al menos aquellos que pueden, ya que otros, por su sistema eléctrico, son incapaces de conseguirlo, de modo que se mantienen a la puerta de sus negocios, salvaguardando la entrada.

En las dependencias oficiales de la Policía Nacional para renovar el DNI, NIF y Pasaportes, la situación ya se ha calmado, a pesar de que todavía queda un nutrido grupo de gente al que una agente está llamando, uno por uno, para informarles de una nueva fecha para llevar a cabo sus trámites. Una mujer sale acompañada de una joven, con una nueva fecha para renovar su DNI: “Al principio parecía que sí se iba a poder hacer y que fallaba solo el sistema de pasaportes pero ahora ya nada. Probaremos mañana a ver si podemos hacerlo”. En su caso, el apagón les ha pillado de camino, cuando se dieron cuenta de que ya no podían hacer llamadas.

“Esto no suena bien”, comenta la mujer. “Recordaba algún corte de luz por algún fenómeno meteorológico, pero para nada algo así”.

A pesar de la situación, varios bares siguen sirviendo cafés y cañas de cerveza, con los camareros llevando bandejas cargadas de bebidas y tapas hasta las terrazas, que se mantienen todavía repletas de gente disfrutando del sol, aparentemente ajenos al apagón eléctrico. En otros locales hosteleros, los camareros ya han optado por cerrar, con la barra atestada de vajilla usada de la que, por ahora, no se pueden hacer cargo: “Había mucha gente dentro y seguía habiendo gente durante el apagón”, explican.

Uno de los bares de León, todavía funcionando a pesar del apagón nacional.

“La gente no lo comprende, no les importaba que no se pudiese pagar. Me han llegado a pedir que les de la tapa en la mano para llevársela”. Una de las clientas que quedan a la puerta del bar pregunta si se conoce ya un origen del apagón: “Seguramente sea en una central de Francia”, opina uno de los camareros; una idea que replica a uno de los pocos mensajes que han circulado durante el apagón, que apunta a un incendio en una central de Perpiñán, a pesar de que, de nuevo, en ese momento no se ha confirmado un origen. 

“Nos hemos acostumbrado tanto a estas nuevas tecnologías que si nos falla alguna pues estamos fatal”, reflexiona una de estas tres mujeres. “¿Y en el supermercado? Si normalmente a estas horas hay una cola tremenda…”, recuerda otra, preguntándose cómo hará la comida; una duda que sin duda ha asaltado a más de uno durante este lunes. 

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