La castaña del Bierzo sufre la peor campaña de la Marca de Garantía en el año en que recupera los magostos sociales

Castañas en sus erizos.

César Fernández

En época de cosecha, toca sacar la balanza. La castaña del Bierzo se enfrenta a una campaña de contrapesos marcada por la climatología y la resaca de la pandemia. La primera deja en negativo una sequía y altas temperaturas que reducirán en torno a la mitad la producción, mientras que la segunda reabre los magostos sociales con el fin de las restricciones por la crisis sanitaria del coronavirus. El incremento de precios tampoco sirve para compensar la merma de kilos de fruto. Y los avances palpables en la lucha contra la avispilla no esconden que la asignatura pendiente sigue siendo la transformación para quedarse con el valor añadido.

El primer titular es que la Marca de Garantía de la Castaña del Bierzo, nacida en el año 2008, se enfrenta a su peor campaña, en la que una producción potencial de 8 millones de kilogramos quedará reducida en torno a los “4 como mucho”, según los cálculos todavía aproximados a casi un mes para el cierre de la recolección de su director técnico, Pablo Linares. Las lluvias caídas en las últimas fechas ya no llegaron a tiempo para paliar los daños provocados no sólo por la sequía, sino por la sucesión de temperaturas “extremadamente cálidas” para la zona, precisa Linares.

¿Cuáles son las consecuencias del calor extremo y la sequía para los castaños y las castañas? El primero produce un “estrés” en el árbol. “La sucesión de días con altas temperaturas para su metabolismo y dificulta el crecimiento del fruto”, responde el director técnico de la Marca de Garantía, quien añade que el clima seco es caldo de cultivo para la aparición del temido “agusanado”. Además de pocas, las castañas están este año más 'cocosas'. A los sotos de castaños les da, en sentido contrario, un respiro el buen resultado de la lucha contra la avispilla. Las sueltas del depredador Torymus sinensis ya está produciendo “un retroceso palpable de la plaga”. “La evolución en el control es muy positiva”, añade Pablo Linares, que habla en similares términos de la batalla contra enfermedades con mayor antigüedad como el chancro.

Con las incertidumbres generadas por el cambio climático y en un cultivo mayoritariamente de secano, la Marca de Garantía sugiere que las nuevas plantaciones deberían pensar en sistemas de riego

 

Los vaivenes derivados del cambio climático ponen interrogantes cada año a las previsiones de cosecha. “También pueden venir años extremadamente húmedos. Estamos viviendo años en dientes de sierra”, ilustra Linares, quien advierte de que, con este panorama y en un cultivo mayoritariamente de secano, lo ideal sería que “las nuevas plantaciones se hicieran teniendo en cuenta el riego”. La parte positiva es que gran parte de las 19.000 hectáreas plantadas corresponde a castaños tradicionales. “Y eso garantiza la pervivencia de la especie. El árbol se busca la vida; otra cosa es lo que sucede con la castaña”, contrapesa.

Una subida de precios que no compensa

Dado que la sequía y las altas temperaturas reinantes durante el verano y la primera parte del otoño fueron generalizadas en toda España, la consecuencia ha sido una merma en la producción que hace subir los precios. “Son más altos, pero no compensan la falta de cosecha”, vuelve a poner la balanza Pablo Linares sin dar un precio de referencia en el mercado de este campaña para un producto que venía de sumar buenas cosechas. “Venimos de años en los que ha habido buenos precios, de modo que el cultivo sí estaba resultando rentable”, valora.

En este escenario de incertidumbres, una de las caras más amables la pone el retorno de los magostos, aparcados durante las dos campañas precedentes por una pandemia que prescribía como receta una distancia social incompatible con estas celebraciones tan arraigadas que, más allá de un impacto económico limitado, ofrecen un considerable eco promocional. “Son muy importantes. Y no sólo desde el punto de vista promocional, sino también por lo que representan como elemento social y cultural del territorio”, sostiene el director técnico de la Marca de Garantía justo en el ecuador de los fines de semana que pivotan en torno a la festividad de Todos los Santos, las fechas más recurrentes para los magostos sociales, y con la Feria de las Castañas Biocastanea ya en el horizonte.

Y la asignatura pendiente sigue siendo la transformación del producto. “Es un camino que tenemos que recorrer sí o sí”, sentencia Linares sin obviar que ya el congelado ya se ha sumado al secado que produce la harina de castañas. “Pero nos quedaría hacer la segunda transformación para podernos quedar con gran parte del valor añadido que ahora estamos perdiendo”, cuenta con la vista puesta en el papel del fruto como ingrediente de algunas pastas en Italia o la conversión en marrrón glacé en Francia para cerrar la valoración de una campaña llena de contrapesos para la castaña del Bierzo. 

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