Historias de veraneo

Tú a Suecia y yo contigo a Gotenburg

Los gemelos Luis Juan y Julio Aitor López Iglesias, uno a cada lado del grupo.

Nuria V. Martín

Luis Juan y Julio Aitor López Iglesias son dos hermanos iguales, dos gemelos. Ambos tienen muchas inquietudes deportivas, culinarias e intelectuales. Entre ellas destaca el balonmano, deporte del que son árbitros de categorías base y, actualmente, dirigen el canal de streaming Twins Life World, donde retransmiten partidos de equipos y deportes minoritarios. La suya es una aventura de verano digna de ser contada.

“En el invierno del 2014 decidimos ir a ‘Partille Cup’, una competición que se celebra en Gotenburg -Suecia- donde participan cientos de equipos de diferentes edades -desde alevines hasta senior- y de todas las partes del mundo”, explican los hermanos. La experiencia les cautivo tanto que se inscribieron para volver a asistir al evento como árbitros.

Aceptaron su solicitud para participar en verano, así que prepararon el viaje, que comenzó el 30 de junio desde Madrid, con escala en Bruselas. “Cogimos otro avión hacia Gotenburg. Fue muy divertido porque era más pequeño y al más puro estilo ‘Indiana Jones’. El avión se movía más y el equipaje en la parte de atrás. Todo muy de película”, relatan su primer viaje a un país tan septentrional, casi boreal.

Nada más llegar

Pero las aventuras siguieron al aterrizar, ya que llegar a la ciudad fue una verdadera Odisea. “No teníamos cómo llegar, así que vimos un autobús de uno de los equipos. Como buenos españoles fuimos a echarle cara a ver si nos podían ayudar. Muy amables nos acercaron hasta el centro de la ciudad donde tenían el hospedaje de ellos”, comentan agradecidos.

Aunque la gratitud les duró poco, ya que las personas locales no les ayudaron mucho cuando vieron que para coger un autobús hasta la concentración de árbitros tenían que comprar una tarjeta de transporte con dinero local, ya que Suecia no pertenece a la Comunidad Económica Europea. “Tocó volver a tirar de genes españoles. Entrar al autobús como polizones a riesgo de que nos pusieran multa. Allí no tienes que pagar al conductor solo hay que pasar la tarjeta por unos lectores y es el interventor el que comprueba que todo está en regla. Sí, llegó el interventor, con sudores tocó explicar la situación y nos dejó el viaje gratis, aunque con sospechas”, narran aliviados, pero victoriosos por llegar al objetivo, aunque con retraso y solo se enteraron de la mitad de la reunión.

Como suele pasar, siempre que estás en el extranjero los españoles tendemos a juntarnos para sentirnos como en casa, seguramente al resto de países les pase lo mismo, solo que a los españoles se nos identifica y, especialmente, se nos oye. Eso les ocurrió a los gemelos con unos riojanos, con los que compartían habitación. Pero como chicos responsables se fueron pronto a su ‘spanish territory’ a descansar para el día siguiente.

Primera jornada

Día que comenzó con todo el desayuno indicado en un perfecto sueco. “Lástima que el día que se daba sueco falté a clase porque al coger tetrabrick, que parece de leche, y a ‘jugaaaar’, era un yogur casi líquido”, comparte Luis entre risas. Cuando llegan al campo de juego se llevan la sorpresa de que hay treinta campos. Después de ubicarse en la zona de información se fueron a arbitrar. Los campos eran de hierba artificial, “una experiencia nueva con un calzado no era el bueno para esta situación”, confiesan.

Pero las sorpresas no cesaban, ya que en cuanto hicieron sonar el silbato comprobaron que el nivel de los jugadores era alto para lo jóvenes que eran. Ese nivel necesita un poco de descanso, así que cada dos partidos paraban al mismo tiempo, cuando aprovechaban a reponer fuerzas a gastos pagos y con todo lujo de detalle. “Lo único malo es la concentración del olor de todos los árbitros sudados por allí”, dicen los hermanos, que no se guardan ningún detalle.

Al término de los encuentros se podía ir al campo de fútbol de la ciudad para ver el evento de inauguración del torneo, al cual llegaron tarde porque tenían que arbitrar los últimos partidos de la tarde. “Era un gran escenario con banderas de todos los países, equipos saludando y una música muy buena, vamos como unas mini olimpiadas”, comparan.

Segunda jornada

“Madrugamos un poquito para coger nuestro carruaje urbano para desplazarnos a un nuevo campo que nos desveló la belleza de la ciudad que estábamos visitando”, recuerdan. Pero no todo fue tan bonito, ya que un sol de justicia les pasó factura con un golpe de calor que sufrió Julio. Su hermano Luis encontró algo cerca con buena música rock y algo que les saciara la sed.

Ya al resguardo en el hotel a intercambiar impresiones e intentar dormir. Y esta bien dicho intentar, ya que a las 4 de la mañana de noche no era, ya que en verano los países nórdicos no ven la luz de la luna.

Tercera jornada

Les tocó madrugar más porque los campos estaban más lejos ese día. Cuando llegaron a destino creían que el cansancio les estaba pasando una mala pasada porque parecía que estaban a ‘Hogwarts’, la escuela de Harry Potter. Después de un intenso día de arbitraje volvieron al centro de reunión para arreglarse.

“Los árbitros junto a los entrenadores y staff teníamos cena de adultos en un pabellón, ‘Scandinavium’. Había mesas al más estilo ‘oktoberfest’, donde nos dieron de cenar comidas típicas de Suecia. Y después tocó concierto estilo rock, con canciones de Abba”, rememoran una noche con mucha lucha luz y diversión.

Cuarta jornada

En el cuarto día de torneo volvieron a los campos originales del primer día, con el calor de compañero perpetuo, pero con el alivio de alguna lluvia. La tarde la tuvieron más libre, oportunidad que supieron aprovechas. “Por participar en el torneo tenían entrada libre al parque de atracciones de la ciudad que fuimos sin dudarlo ni un momento”, explican emocionados como niños.

Última jornada

Ellos no tenían designaciones en las finales, pero les dio igual porque se pasearon por todos los campos. “Lo agradecimos porque en el cuerpo ya había ampollas y muchos dolores musculares de tanto partido corriendo, aproximadamente unos 30”, reconocen.

El agotamiento nos les impidió alargar su estancia un día más para poder patear la ciudad, con un poco más de calma, y comprar souvenirs. En ese día vieron como habían desmontado todo el torneo y ya estaban preparando el siguiente torneo que tenían la semana siguiente que era de hockey. “Estos suecos no paran ni un momento de hacer cosas en la ciudad, ya que estaba un poco muerta cuando no se celebraba algo”, apuntan.

Los gemelos recuerdan este evento como una experiencia única que recomiendan que se viva una vez en la vida. “Fueron unas vacaciones diferentes e irrepetibles. Tuvimos la oportunidad de conocer una cultural diferente y lo bien recibidos que nos encontramos en un lugar tan diferente porque nos quisimos integrar en la zona”, afirman Luis y Julio.

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