Procrastinación y redes sociales, la combinación perfecta para la depresión y la ansiedad

Teléfonos móviles.

María Fernanda Ortega Morfin / The Conversation

Cada vez más personas cuentan con al menos una red social. Los jóvenes en su etapa universitaria son los que dedican mayor número de horas a ver publicaciones y a enviar mensajes desde diferentes aplicaciones utilizando su teléfono inteligente.

Los estudiantes universitarios son el grupo más activo en la nueva era de internet. En México, los jóvenes entre 18 a 24 años presentan el mayor promedio de uso de internet con 6,3 horas al día, muy por encima del promedio nacional de 4,8 horas. Este grupo de población las usa sobre todo para ver publicaciones, vídeos cortos y contenido gracioso. Son datos que coinciden con otros países, como España.

Utilizar nuestro teléfono inteligente nos permite llenar vacíos de tiempo, es un escape de nuestros pensamientos y nos facilita interactuar con personas o realidades alternativas. Nada de ello debiera resultar negativo, a no ser que nos lleve a la procrastinación de nuestras actividades personales o académicas.

Procrastinación académica

La procrastinación académica se caracteriza por una tendencia irrazonable al retraso en el inicio o en la finalización de tareas académicas que sabemos debemos realizar, como escribir un ensayo, estudiar para un examen, realizar una lectura, etc.

Se ha demostrado que el uso excesivo del teléfono móvil se asocia a mayor procrastinación académica. Esto conlleva a un bajo rendimiento escolar y puede acarrear alteraciones psicológicas, como autoculpa y baja autoestima, además de producir ansiedad por dependencia del teléfono móvil.

Parte del día a día

Para los nativos digitales, jóvenes nacidos después de 1990, la tecnología y el uso de teléfonos móviles es parte de su día a día. La mayoría de ellos lo utiliza para navegar en redes sociales, donde la oferta es ilimitada, variada y tramposamente atractiva.

No es casualidad que el contenido con el que nos atrapan las redes sociales nos resulte tan cautivador, pues utilizan algoritmos de programación basados en nuestros “me gusta” y tiempos de interacción para elegir qué mostrarnos, cómo presentarlo y cuándo hacerlo.

Nuestro procesamiento de la información se ha transformado y tendemos a cambiar nuestro foco de atención rápidamente, convirtiéndonos en personas multitarea. Esto afecta nuestra capacidad de atención y concentración, eleva nuestro nivel de ansiedad y perjudica nuestra productividad, ya sea escolar o laboral.

Herramienta útil y elemento de distracción

Para los jóvenes estudiantes, Internet y los smartphones pueden significar una herramienta útil para realizar sus actividades académicas, pero también un elemento de distracción en clase.

Su uso inadecuado y excesivo interfiere en los procesos de atención, reduce la memoria de trabajo y afecta el rendimiento en tareas cognitivas, por lo que aumenta su tendencia a procrastinar. Esto además, tiene impacto en el aprendizaje y productividad, y eleva el riesgo de presentar comportamientos problemáticos, relacionados con la pérdida del autocontrol, la ansiedad y la depresión.

El uso excesivo de internet y de las redes sociales por lo tanto puede afectar negativamente la salud mental de los jóvenes, disminuir sus interacciones sociales cara a cara y relacionarse con mala calidad del sueño y deficiente gestión del tiempo.

Mejorar los hábitos de navegación

La capacidad de autocontrol y de gestión del tiempo permite mayor rendimiento académico y una menor tendencia a la procrastinación.

Para mejorar nuestra tendencia al uso excesivo del teléfono móvil y de las redes sociales podemos:

  1. Identificar cuántas horas utilizamos diariamente el teléfono y en qué aplicaciones pasamos mayor tiempo.
  2. Establecer límites de tiempo de uso y reflexionar sobre qué cosas nos hacen querer utilizarlo sin necesidad; por ejemplo, cuando estamos aburridos, cuando recibimos una notificación o cuando nos sentimos estresados.
  3. Para evitar experimentar ansiedad por la separación del teléfono, resulta de mucha utilidad desactivar las notificaciones y alejarnos del teléfono siempre que estemos interactuando con alguien en persona, por ejemplo, en reuniones con amigos y principalmente durante las clases.

Alternativas para el tiempo libre

Diversificar las actividades durante el tiempo libre también puede resultar de utilidad para disminuir los periodos que pasamos en redes sociales. Por ejemplo: leer un libro, meditar, escuchar música o salir a caminar o practicar algún deporte.

Es importante tener en cuenta que pasar más de cinco horas al día navegando en internet puede ser un factor de riesgo a tener conductas relacionadas con su uso problemático, como podría ser una adicción al internet, un bajo rendimiento académico y una tendencia mayor a la procrastinación.

Pero en está ardua tarea, los jóvenes universitarios no deben ir solos. Las instituciones deben visibilizar el problema y ayudar al desarrollo de habilidades asociadas a la gestión del tiempo, el autocontrol y los hábitos saludables, para fomentar el uso adecuado de los teléfonos y regular la interacción en redes sociales.

María Fernanda Ortega Morfin es profesora de Psicología de la Universidad de Guadalajara. Artículo publicado originalmente en The Conversation.

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