Los Cirolines: tres generaciones de músicos leoneses que llenaron de felicidad la provincia durante décadas
Corrían los años 50 cuando el pasodoble que rezaba “Los Cirolines somos hermanos / de Benavides pueblo natal...” irrumpió en los pueblos leoneses de la mano de una familia de lo más excepcional, que se dio a conocer con la Orquesta Los Cirolines y que continúa todavía hoy con el legado musical del tí Cirolín.
Pepe, Manolo, Santiago, Miguel y Silvestre Majo aparecían por aquel entonces en los pueblos montados en su despampanante Opel Olympia negro: “Ahí llegan Los Intocables”, dirían los vecinos que recibían en sus pueblos a Los Cirolines con ese apodo debido a su llamativo vehículo.
El tí Cirolín
La historia de Los Cirolines se remonta todavía más atrás. Tenemos que retroceder a 1910 con Silvestre Majo Cubero, un joven de Benavides de Órbigo conocido por su habilidad para nadar, zambullirse en el agua y coger peces con la mano. “Decían que sacaba un pez en cada mano, de ahí su apodo 'cirolín', es como se conoce a un ave acuática en aquella zona”, especifica un sobrino nieto de Los Cirolines y también músico, Carlos Majo.
Aunque Silvestre era zapatero de profesión sintió desde muy joven una atracción hacia la música, imbuida por su hermano, que le enseñó a tocar la flauta. Los mozos de Benavides fueron quienes le dieron el primer empujón comprándole una dulzaina en Valladolid, con la que amenizaba sin buscar compensación económica bailes y domingos en el pueblo.
Animado por el éxito, Silvestre animó al primero de sus 10 hijos, Miguel, a acompañarle con el tamboril, a quienes a veces se sumaba otro de su prole. En aquella época su forma de transportarse para tocar en los pueblos cercanos a Benavides era una bicicleta, que dio paso a una Vespa, en la que montaban ellos con sus instrumentos: “Era complicado. Delante llevábamos la trompeta, el saxofón; el amplificador iba en el centro de la moto; los altavoces a un lado y el bombo atrás”, ríe Miguel Majo (Miguelín, hijo del Cirolín original Pepe) al recordar sus tiempos como integrante de aquella primera orquesta, “A veces nos paraba la Guardia Civil, y luego para volver a ponernos en marcha nos tenían que empujar”.
La orquesta original
Por aquella época era habitual encontrarlos tocando en remolques o escenarios construidos con tablas de madera, especialmente en el Páramo, la Cepeda o el Bierzo. A veces, tenían que dormir al raso, en las eras de los pueblos.
Dicen que, cuando se iban de los pueblos, algunos vecinos, que les habían recibido como a los Beatles, les despedían entre lágrimas.
Aunque también han vivido anécdotas más impactantes. Un día después del inicio de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, uno de sus alegres conciertos en Nistal se vio interrumpido por un grupo de falangistas. El pueblo protestó contra ellos, uniéndose contra los soldados, que acabaron abriendo fuego. En aquel tiroteo murió una persona.
A Silvestre y Miguel se sumaron sobre la década de los 50 de forma definitiva los demás hijos que ya conocemos: Pepe, Manolo, Santiago y Silvestre. Juntos se dieron un nombre y, en honor a su padre, se llamaron de forma oficial Los Cirolines.
Cuando Silvestre (hijo) tuvo que ir a la mili, el general de su división supo de su pasión por la música y le ayudó a formarse. De la mente de Antonio Andrada nació el ritmo de pasodoble que daría vueltas durante décadas a lo largo de toda la provincia leonesa, con la letra de Angelita Andrada y Silvestre Majo que decía: “Los Cirolines somos hermanos / de Benavides pueblo natal / con nuestros ritmos / les deseamos felicidad”.
Los Cirolines somos hermanos / de Benavides pueblo natal / con nuestros ritmos / les deseamos felicidad.
Al regresar a casa, Silvestre enseñó todo lo que había aprendido de música a sus hermanos y, desde entonces, comenzaron a trabajar como músicos. “Todos empezábamos por la percusión”, recuerda Miguelín, “Pero hacíamos de todo, lo que hiciera falta para cada actuación”.
A ellos se unió uno de los hijos de Pepe, Pepín, que tocaba el acordeón. Su padre aprovechó que su puesto en la orquesta había quedado cubierto para seguir su camino con la suya propia, desde su pueblo, Jiménez de Jamuz. Llamó a su formación Orquesta Majo-Cirolines, aunque era frecuente que ambas orquestas se uniesen para tocar juntas.
En este momento 1962 la orquesta Los Cirolines decide introducir una cantante femenina: Balbina Martínez Guerra cuñada de Pepín, que estuvo en activo durante tres temporadas. A ella le sucederían diferentes mujeres. Aquí puedes escuchar una de sus actuaciones con Balbina.
Cuando la década de los 70 comenzaba, Los Cirolines deciden lanzarse a abrir su propio local y compran el Cine Falagán, en Benavides. Allí la familia organizaba fiestas a las que la gente acudía dispuesta a bailar al ritmo de Los Cirolines y otros iconos de la época como Los Chichos, El humorista Arévalo, Los Bravos, aunque el suelo conservase la inclinación propia de un cine.
La llegada de los 80 y la segunda generación
Cuando los hijos del tí Cirolín dejan la orquesta son sus hijos quienes toman el relevo. Pepín, Manolín, Miguelín, Vicente, Jose y Nardo forman en la década de los 80 la orquesta 'Segunda Generación C': “La C es de Cirolines”, aclara Carlos, que se incorporó a Segunda Generación C más tarde, “Fue una evolución de la formación original, empezamos a ser más grandes y a crecer. Tuvimos que empezar a contratar a más músicos”.
Como siempre, Los Cirolines sabían tocar cualquiera de los instrumentos: “Había temas en los que no te tocaba tocar y entonces bajabas del escenario y bailabas con la gente de los pueblos. Por eso nadie quería tocar la batería, eran los únicos que no podían bajar ni un rato del escenario”, rememora Miguelín.
En aquella época, una misma orquesta se encargaba de amenizar todas las fiestas de un pueblo. Los meses de julio y agosto eran especialmente intensos para Los Cirolines, que tocaban algunos días durante ocho horas, además del viaje que tenían que soportar para llegar a sus destinos. “Aquello no era como ahora. Antes hacíamos 120 o 130 días de actuaciones al año, para una orquesta leonesa de hoy hacer 60 días es un triunfo”, afirma Miguelín.
Tercera generación
La orquesta Segunda Generación C desaparece en 2005 y da paso a la tercera generación de músicos de la familia Majo.
Carlos, Jorge y Richard (hijos de Pepín), crean el grupo Los Armónicos y con el tema 'Volar contra Corriente', compuesto por Jorge, se presentan al Festival de Benidorm.
Cuando esta formación desaparece, Richard y su hermana Diana Majo forman el popular dúo Domani Sapone, un proyecto musical que lanzaron al mercado con su primer álbum a principios de 2020 'Volumen 1' y del que se espera un segundo disco en este otoño: “Nuestra música dista mucho de lo que ellos hacían, pero es un desarrollo de Los Cirolines”, opina Richard, “Al final, por vivir entre músicos siempre tuve la música a mano, especialmente gracias a mi hermano Carlos. Mi padre no quería que fuésemos músicos, decía que era una vida muy dura, y ahora resulta que sus cuatro hijos lo son”. Puedes escucharlos en este enlace a Spotify.
Jorge Majo se dedicó a la música toda su vida, hasta que falleció en 2021, ya fuera desde el ámbito de la enseñanza, en la academia Guitar Center o la Escuela de Música de Cistierna, como tocando la guitarra en orquestas como San Francisco, Cañón y La Última Legión. Por su parte Richard y Diana están involucrados en otros proyectos musicales: él en Catalina Grande Piñón Pequeño y ella en Goodman Collective.
Los Majo apuntan a Lucía, hija de Jorge, como primer miembro de la cuarta generación de Cirolines que vendrá y sucederá a los hijos del tí Cirolín que siguieron tocando sus dulzainas y tamboriles por los pueblos de León en pasacalles, procesiones, bailes o en salones para pensionistas hasta el fin de sus vidas. Esta fue una de sus últimas actuaciones, del Pasacalle de los Cabezudos.
El Ayuntamiento de Benavides ha homenajeado a esta saga de músicos durante la jornada del sábado 30 de julio, en la que han bautizado al auditorio de la localidad con el nombre de Los Cirolines. En él han expuesto un mural con la larga y curiosa historia de los Majo y, junto a él, un expositor con aquella primera dulzaina del Tí Cirolín que lo empezó todo. Con la familia de los Cirolines hay música para rato.