Bienvenido a ‘La casa de los dioses’

La Casa de los Dioses, San Justo de la Vega

Marta Cuervo

'La casa de los dioses' se dirige a ti. A los peregrinos, caminantes y andantes. Y a todo aquel que, por diferentes razones más o menos profundas, se vea situado en este preciso punto del Camino de Santiago a su paso por San Justo de la Vega. Sin importar su momento personal, su estado de ánimo, ni la cantidad de dinero que lleve durante esa jornada en los bolsillos. “Fue un sueño crear esta historia. Intento poner toda la pasión. Se trata de un espacio donde todo el mundo está incluido”, recuerda David, promotor de la iniciativa.

Los límites están en nuestro interior, si los rompemos, las cosas cambian. El universo regala lo que se necesita

“Hay comida en la mesa y todo el mundo puede pasar y compartirla. Los peregrinos llegan caminando y se encuentran con esta sorpresa, para muchos surrealista”, explica. Se trata de productos ecológicos que se generan con la generosidad y los donativos de las personas.

“Cada uno deja lo que puede o lo que siente. El dinero se utiliza para adquirir alimentación”. Además, los visitantes también pueden dormir.

Una de las características que destaca David es la “simplicidad del lugar”. “Aquí estamos para servir a todas las personas que están en el Camino. Intentamos implicarnos en esa simplicidad, que la persona sienta nuestro apoyo”, asegura el joven.

El nombre surgió de una simple máxima: “Servir a la casa y a todo lo que está en la casa, todos somos dioses”.

La credencial que encontramos como sello del camino, un corazón; “Considero que cuando hacemos las cosas con el corazón beneficiamos a todo el mundo”.

Un cambio de rumbo. Del todo a la nada

David no cambiaría nada de su vida pero, lo cierto, es que hubo un antes y un después.

“Mi vida es muy simple. No tengo luz, ni agua corriente. Me traslado a pie, me levanto temprano y cuando se hace de noche me voy a la cama. No tengo gastos; la comida que como es la que hay en la mesa”, relata David, que confiesa que cada día camina hasta Astorga para tomar un chocolate con churros.

Todos tenemos la capacidad de elegir nuestras vidas

David nació en Barcelona y siempre fue un niño movido. Tras una serie de fracasos y desencantos personales y profesionales, se produjo un cambio en su existencia. “Me cansé del sufrimiento, pasé por un proceso de oscuridad. Bebí, fumé y me drogué. Estuve encerrado tres días y una nueva puerta se me abrió. Elegí este camino”, comenta.

David dio la vuelta a España andando, estuvo con chamanes y “personas que han comprendido quiénes son y qué han venido a hacer aquí”. Descubrió que “la puerta a la felicidad es la simplicidad; cuanto más simples son las cosas más capacidad tienes de disfrutar de todo”.

Se trata de una vida dedicada a los demás. “Limpiamos el Camino, y nos sentimos involucrados en todo lo relacionado, 24 horas al día”, apunta.

¿Por qué San Justo de la Vega?

“Han ocurrido muchos milagros para que 'La casa de los dioses' se haya instaurado en San Justo de la Vega.

La vida me ha traído aquí; el universo es muy grande, y es este punto donde se está generando un espacio único del que se beneficia todo el mundo“, comenta el fundador.

Una persona que se encuentra perdida o desilusionada puede encontrar la pasión que tiene David. “Trasmito que la vida es un milagro. Cada persona es dios creando su experiencia” y, por este motivo, David aconseja que no hay que reprochar las situaciones difíciles porque sino, de cierta manera, estamos rechazando decisiones propias tomadas con anterioridad.

A las personas que llegan con una situación más extrema, este lugar les cala más hondo

El poder de la fuerza del universo

David afirma que el universo regala lo que se necesita. “Un día descubrí por las leyes de la naturaleza que todo lo que desees generar en tu vida lo tienes que regalar, tienes que traspasar la barrera del miedo, y el universo te pone, no todo lo que necesites, sino lo que desees”.

Y, es que, todo el proyecto de 'La casa de los dioses', nació de una pequeña acción que David recuerda con cariño. “En Calaorra, sólo tenía dinero para un té pero una persona me dio de comer porque tenía hambre. Su acción movió que ahora en el Camino de Santiago se esté gestando una cosa única”.

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